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La integración del inmigrante |
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Artículo publicado originalmente en la sección Temas para la Tertulia (nº 7) de la revista “El Norte” correspondiente a la primera quincena de febrero de 2015. |
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El atentado del restaurante «El Descanso», en 1985, fue reivindicado por la Yihad islámiza. Se atacó este local frecuentado por militares de Estados Unidos con base en Torrejón de Ardoz y en aquellos momentos, el 12 de abril de 1985, España no estaba en ninguna guerra exterior. Por tanto, intentar extrapolar y achacar el otro gran atentado sangriento de Atocha a la presencia de España en Irak, fue una maniobra política en la que los partidos de Izquierda se volcaron contra el gobierno de la nación, entonces de Derecha. En definitiva, no hubo acuerdo ni unión contra el asesino terrorista, solo hubo un aprovechamiento cainita y partidista del lamentable suceso. |
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De nada sirvió el buen trabajo de localización, identificación y abatimiento de los terroristas. Unidad en Francia frente a un hecho, el terrorismo islámico, que en España dejó acreditado el cainismo entre facciones políticas de derechas e izquierdas. Como siempre sucede tras estos sangrientos sucesos, los líderes religiosos y el pueblo creyente en el Islam, salen en masa a decir públicamente que condenan estos hechos y que lo ocurrido no tiene nada que ver con el pacifismo que su doctrina proclama. Sin embargo, lo que en el año 1988 proclamó en la sede de la ONU el líder musulmán Jatami, con el nombre de «Diálogo entre civilizaciones», y que después plagió nuestro presidente Zapatero en su famosa idea de «Alianza de civilizaciones», en su discurso del 21 de septiembre de 2004, no ha pasado de ser una mera manifestación de buenos deseos, pues en Europa, y ahí puede estar la clave, no ha existido INTEGRACIÓN DEL INMIGRANTE. Si en el momento actual languidece esta idea de «diálogo» entre las distintas civilizaciones que existen en el mundo, y que ha logrado que se inscriban en esta Alianza 119 naciones, la última de ellas EEUU el 13 de mayo de 2010, no es por culpa de los países receptores de inmigrante, sino por el hecho de que los que llegan pretendan imponer sus creencias, usos y costumbres a las sociedades que los reciben. Frente a los políticos transigentes de Europa, he aquí lo manifestado por el ministro australiano Kevin Rudd, unas palabras que merecen una seria y profunda reflexión: «Son los inmigrantes y no los australianos los que deben adaptarse. O lo toman o lo dejan. Estoy harto de que esta nación tenga que preocuparse de si estamos ofendiendo a otras culturas o a otros individuos. Nuestra cultura se ha ido desarrollando durante siglos de lucha, tribulaciones y victoria por parte de millones de hombres que buscaban la libertad. Hablamos principalmente inglés, no libanés, árabe, chino, español, japonés, ruso o cualquier otro idioma. La mayoría de los australianos cree en Dios. Esto no es una posición cristiana, política o de la extrema derecha. Esto es un hecho, porque hombres y mujeres de principios cristianos fundaron esta nación. Esto es históricamente comprobable. Y es ciertamente apropiado que aparezca en las paredes de nuestras escuelas. Si Diós le ofende a usted, le sugiero que considere el vivir en otra parte del mundo, porque Dios es parte de nuestra cultura. Aceptamos sus creencias y sin preguntarle por qué. |
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