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EL AGUA EN LA NATURALEZA
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Con la ayuda de unos paneles, en los que estaba reflejada la construcción de este pantano, pudimos hacernos una idea muy completa del lugar que visitábamos. Conocimos las fases seguidas en la construcción del pantano, y las características de ser mixto (hormigón y escollera ); y los datos sobre las arenas, margas, y calizas de la zona, así como de los metros cúbicos que en teoría puede embalsar, y su situación actual (52 %); o la salida que todo embalse ha de tener para el mantenimiento ecológico del río sobre el que se construyó, y su función de «regulador» de otros pantanos más abajo de esta misma cuenca, y sobre todo las hectáreas de cultivo que beneficia esta agua. Nos llevó a un conocimiento del mismo que superaba al de un mero visitante, pero la explicación fue a más. Y es que bajo su dirección entramos en las entrañas de este coloso, largas y amplias galerías en sentido longitudinal y transversal en las que en todo momento se controla el volumen de agua embalsada y la presión que la misma ejerce. Conocimos la necesidad de los canalillos de desagüe, así como de la simple pero eficaz labor de la plomada. Nos regaló a los alumnos unos segundos de salida de agua, cuya presión hizo cual si fuera la cola de un pavo real. Antes de llegar al embalse de La Bolera ya nos estaba esperando Don Miguel Velasco con los paneles sobre la construcción, estudios, composición, capacidad, estado actual, así como la extensión de cultivo regable, (por cierto que estaba muy bajo el nivel, por lo que creí entender que sólo contenía el 33 % de su capacidad.). Fue curioso ver un nutrido grupo de niños y niñas que hacían piragüismo en el mismo. Finalmente llegamos a la joya de los embalses de esta zona, la Presa de El Portillo, con un agua transparente recién llegada de la montaña, sin arrastres terrosos, y en medio de unos paisajes de alta montaña. Igualmente la amabilidad de este ingeniero, sobre magníficos paneles, nos dio charla magistral sobre la construcción, forma, capacidad, una charla en la que el cariño con el que se expresaba hizo suponer que había trabajado en estos embalses. Efectivamente, tal y como después nos confirmó llevaba más de 23 años trabajando en los mismos, por lo que a muchos los había visto «nacer». Tras una grata comida en «El Maño» pasamos la tarde en la Villa de Castríl, en su río, en su arboleda, en la garganta del río, en el parque y zona de ocio. Llegaba la tarde y aún quedaba mucho por ver, quedaron para otros cursos las fuentes del río Castril, los Tubos, y otros muchos y bellos lugares que esperamos llegar a visitar con unos cicerones tan expertos como el profesor D. Antonio Castillo Martín y el Ingeniero Don Miguel Velasco. Gracias por este magnífico día. |
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