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EL FRÍO DE LA MAYOR... de los perjuicios que el cercano paso del Caz Mayor viene provocando a la iglesia Mayor y de cómo se han intentado reparar. Artículos publicados originalmente en las "Páginas Centrales" de la Revista "El Norte", en la segunda quincena de marzo de 2009 |
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En los primeros días mas crudos de este invierno, con motivo de una solemne función religiosa en la que oficiaba el Sr. Vicario de la diócesis, uno de los sacerdotes concelebrantes tuvo la atención de dirigirse a los fieles allí congregados agradeciéndoles su asistencia, a pesar del frío que habían tenido que soportar en el templo.Qué cierto era. Los asistentes éramos muchos, pero en la grandeza del primer templo de nuestra ciudad, el enorme frío que nos subía por nuestros pies, era aún más grande. Recordaba, mientras cambiaba una y otra vez de postura mis pies, en busca de calor, las enormes esteras de esparto con las que en los años atrás, en la década de los cincuenta, cubrían su suelo y las enormes cortinas que impedían un poco el paso del gélido aire de la calle a su interior. |
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Este informe técnico, del considerado en su tiempo el mejor arquitecto de iglesias y catedrales, que trabajaba para al Arzobispado de Toledo, a cuya mitra estaba sujeta nuestra Iglesia, parece ser no cayó en saco roto, pues en parte fue atendido por nuestro Cabildo, quien resolvió dejar las capillas absidales de mayor antigüedad y arcos de origen gótico y columnas entorchadas y haciendo tras el altar una girola o deambulatorio, con lo que se resolvía otro de los problemas de espacio que había encontrado el eminente arquitecto en la obra que se hacía de la Iglesia Mayor. Estas obras, así retocadas fueron las que luego se adjudicaron al Maestro Rodrigo de Gibaja, experto cantero montañés, uno de los mejores que ha tenido España, y artífice de la obra que hoy vemos. Pero tanto uno como el otro nada nos dicen del viejo caz (el Caz Mayor),que se deslizaba lamiendo en toda su longitud las bases de los muros, en este lateral de la Iglesia en construcción. Vistos los restos arqueológicos de las murallas de la Alcazaba, estos se hallarían en aquellos tiempos alejados de las bases de la Iglesia, pero el derrumbe de los mismos hizo que este lateral de la Alcazaba, viniese a ser una ladera que moría en los muros de la Iglesia. En definitiva, una verdadera esponja de aguas en los tiempos de lluvia, que unido a las filtraciones del caz, perjudicaban día a día las sólidas bases del magnífico templo. Así pues, desde remotos tiempos se ha visto perjudicada esta gran obra por su proximidad a las ruinas de la Alcazaba y por el paso de la acequia mayor de la ciudad, a todo lo largo de su lateral. Hay constancia de que las capillas contiguas a la del Bautismo, entre ellas la primitiva del Sagrario, había sufrido los estragos, tanto de la humedad, como del derrumbe de muros de la Alcazaba. Habían sido incluso cerradas al culto y tapiadas. Podemos leer sobre ellas: estas capillas, precisamente las de mayor mérito: tienen paredes destrozadas, así como sus retablos y manan agua en abundante cantidad. Ante este panorama tan lamentable, es en el año 1925, en plena Dictadura del General Primo de Rivera y siendo alcalde de nuestra ciudad don Servando Segura Fernández, se decide poner remedio a estos males y se crea una Junta, para la reparación y consolidación del cauce de agua que pasa junto a la Iglesia Mayor, y para evitar las filtraciones que el mismo produce a la Iglesia y tanto daño ocasionan en la misma. |
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Se habían efectuado varias catas en el suelo de la Iglesia y se encontraron bajo el mismo numerosas tumbas, ya que durante los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, no solamente se enterraron en esta Iglesia Abadía un Obispo, varios Abades, numerosas dignidades eclesiásticas, sino también numerosos fieles que deseaban que sus restos reposaran en lugar sagrado. Pues bien, estas tumbas, se habían convertido en depósitos de agua acumulada por filtraciones, tanto del Caz, como de la lluvia. Numerosos de estos restos humanos fueron acumulados en lo que seria una fosa general, dentro del recinto de la Iglesia, se rellenaron estas tumbas y se elevó el suelo sobre todas ellas. Finalizaron las obras de revestimiento del Caz en el mes de febrero del año 1926. El día 15 de ese mes, con asistencia del Señor Obispo, se procede a la bendición de las mismas, de cuyo acto nos deja un magnífico testimonio el fotógrafo Avilés. | |||||
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Estas filtraciones, tan dañinas a la Iglesia Mayor, también lo eran y siguen siéndolo a las casas de la Calle Alhóndiga que dan a la Alcazaba, pero al derribar algunas de estas casas y hacer viviendas nuevas, el tramo del Caz fue totalmente impermeabilizado y recubierto en el tramo correspondiente, con lo que se evitó el problema de las humedades. Llegó este trabajo hasta lo que es la Heladería Los Valencianos, por lo que en la unión de este tramo nuevo con el viejo, se vuelven a producir humedades dañinas para los siguientes edificios, incluida la Iglesia. Cuando a mediados del siglo XX, D. Manuel Granero construye su casa, deja en el tramo que le corresponde totalmente entubado, pero una obra posterior del Ayuntamiento construye un sifón que inunda nuevamente el antiguo cauce, con lo que le persisten las humedades al igual que a otras casas colindantes con este Caz Mayor. | |||||
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De entre los asistentes a este acto conocemos a (de izquierda a derecha y de arriba abajo) dos maestros albañiles (con sombrero), el secretario de esta Junta, don Luis Magaña Visbal; el maestro albañil del Ayuntamiento, don Santiago Martínez Cumbé (con bigote); don Ramón Molina; don ramón Pérez plaza (albañil); don Ramón Olivares Pérez (albañil); don José Plaza Sánchez (albañil); don Ramón Lorente García; don Antonio Olivares Falla; don Joaquín Sánchez Camacho; don Esteban Jiménez Panza; don Emilio Castellano Vita (con barba), tesorero de la Junta; don Juan Castellano Vita; don Manuel López Alcaraz; don José Bédmar Lozano; don Juan de Dios Castellano Vita, miembro de la Junta; don Eulogio Ruíz, capataz de la obra; don José García de la Serrana (con abrigo de grandes solapas), miembro de la Junta; don Servando Segura Fernández, Alcalde; don Ángel Marquina, Obispo de la diócesis Guadix-Baza; don Enrique Ortega, militar delegado gubernativo; don Ramón Martínez Morcillo, párroco de la iglesia Mayor; don Felipe Mérida, párroco de San Juan; don Ángel García Argente; don Luis Aparicio, sacerdote beneficiado de la iglesia Mayor; don Juan García García; don Carmelo Castellano Alcón; don Francisco Peña Jiménez (albañil); don José Pérez Peñalver (albañil); don José Aguilar Domínguez (peón); don Antonio Ortiz; don Mariano Espín; don Luis Castellano Alcón; don Pedro Jiménez Montoya; don Diego Sánchez Mínguez; don Alfredo Ortega (farmacéutico); don Joaquín Sola Sánchez (albañil); doña Carmen Muñoz Bernabéu. |
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