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Un bastetano en la guerra de Sidi-IfniArtículo publicado originalmente en la revista "El Norte", dentro de su sección "Memoria y Opinión" en la segunda quincena de mayo del 2009 |
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Sidi-Ifni, enclave situado frente a las Islas Canarias, es un trozo africano de tierra firma, que fue regalado por el Sultán de Marruecos a España, en el año 1860. No obstante, su titularidad nos fue reconocida internacionalmente en la Conferencia de Berlín del año 1884. Pero los problemas internos de España en aquella época hacen que se demore su toma de posesión hasta el año 1934, cuando el coronel Capaz termina de hacerse con ese terreno en nombre de España. Más por su importancia estratégica frente a las Islas Canarias que por su inexistente agricultura, ganadería o minería, y a distancia del extensísimo territorio de lo que luego de llamó África Occidental Española, Sidi Ifni, que abarca otros pequeños pueblos interiores como Boulimine, Bou Irasguen, Tilinin,Telata y Tagragra, gozan de una vida tranquila y pacífica, en la que convivencia es perfecta. |
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Es entonces cuando se envía a Sidi-Ifni la sexta Bandera de la Legión, a la que posteriormente se le unen paracaidistas e infantería llegada desde Ceuta, donde hacia el servicio militar obligatorio nuestro paisano José Navarro Egea, quien en todas sus cartas dejó constancia de su amor a España y a este pequeño rincón de ella, su patria chica, llamada Baza. En el mes de noviembre de 1957, el Ejercito Real Marroquí, enmascarado bajo las siglas del Frente de Liberación Marroquí, inicia el ataque a los pueblos cercanos a la capital del territorio, a la vez que lo hace contra la guarnición, aeródromo y arsenal. |
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Es en estos momentos, en los que existe una guerra nunca declarada, en los que varios jóvenes bastetanos que se encuentran haciendo el servicio militar obligatorio, cumpliendo con su deber de servir a su patria en los cuarteles de Ceuta,son enviados a este territorio. La última carta de nuestro protagonista se escribió en la Navidad de 1957. En ella relataba el asedio a la ciudad y los aislados disparos que se escuchaban en aquella Nochebuena, que fue la última de su vida. Por medio de la Guardia Civil, se avisó al sacerdote D. Andrés Cabrerizo, párroco de la Iglesia de san Juan, para que comunicara su fallecimiento a la familia, en el día 3 de Enero del año 1958. Sus padres, Antonio Navarro Cano y Manuela Egea Parra, vivían en la calle Mesto, frente a la referida Iglesia. Su cuerpo, junto a los de otros muchos soldados españoles muertos en esta guerra no declarada, descansa en el Cementerio de las Palmas de Gran Canaria, en una tumba común, y ante la que se erigió un monumento en memoria de estos héroes patrios. |
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