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Los emboscados |
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Artículo publicado en la revista El Norte, en la segunda quincena del mes de octubre de 2004 | |||||
En los primeros años de mi estancia en esta ciudad, empecé a oír relatos y sucesos que nunca los había escuchado; de ello se hablaba en casa, en la calle y en el estudio. Para mí eran relatos y sucesos de personas que me eran desconocidas. Eran estas historias de unos hombres desesperados que, tras la guerra, se escondían en el bosque o en las montañas, en plena sierra. Aquí se nombraban a los de la sierra de Baza, pero salían conversaciones que los situaban en muchos otros lugares de la geografía española, sobre todo en los lugares abruptos de Sierra Morena, o de las montañas de Asturias o en los montes Pirineos. En unos sitios los nombraban como guerrilleros , en otros como bandoleros, en otros como “maquis". Aquí en Baza, las “historias-realidades” de estas personas venían bajo el nombre de “los emboscados.” Un atardecer estando la Academia, en el callejón del Mesón, alguien dijo que teníamos que ir a la plaza Mayor, que habían abatido a dos ”emboscados “ y era “casi obligatorio” ir a verlos... Trece años tenía entonces. Junto al árbol, el primero a la entrada a la plaza, desde la calle Alhóndiga, había dos burros sobre los que habían traído los cadáveres. Estaban tirados los cuerpos de los “emboscados” a la puerta del Ayuntamiento, en su porche. Un fotógrafo les estaba haciendo fotos, y habían descubierto su cara y sus manos. Una cara totalmente llena de sangre seca y unas manos rudas , hartas de trabajar la tierra. No fue de mi agrado este espectáculo, que yo recordaría bastantes años después. En uso de razón me interesé por este tema y recogí el testimonio de un cabrero que estaba próximo al lugar el día de su muerte; también recordaba otro episodio del secuestro del dueño del “cortijo Soler “ Esta era su memoria de aquellos hechos: “Bajaba con el ganado, por la Rambla de Ceuta, al cortijo de Diego Soler. Al pasar con el ganado, cerca de una chaparra, me salió un hombre y me dijo: “niño, si alguien te pregunta si has visto a gente en el camino di que no, que no has visto a nadie”. A poco, ya en la Rambla, me salió otro y me dijo casi lo mismo; seguí el camino, para ir al pilón que había junto a la casilla de Obras Públicas, cerca de donde hoy está el puente de Freila. Bebió el ganado y volví a los pastos. No era gente de la zona.. Dos días después me enteré de que a Diego Soler, el dueño del cortijo, o habían secuestrado los emboscados y que los que estaban en la chaparra y en la Rambla, eran los que estaban esperando recibir las pesetas del rescate para soltarlo. El pastor tenía entonces 14 años, por lo que su memoria sitúa este episodio en el año 1,946/47. También con posterioridad he tenido ocasión de conocer, de voz de un familiar, la historia del secuestro de Melchor Ramos que, más o menos, fue así: Estaban haciendo corta de pinos en los Cortijos Medina y Carrillo, de las que salían las maderas para las cajas de frutas que se hacían en la Serrería de esta familia. En un momento determinado, recibió aviso de los cortijeros de que era preciso que subiera urgente, y ni corto ni perezoso, Melchor Ramos montó en una yegua y subió hacia estos cortijos. En el trayecto fue asaltado, y de la espantada, el animal salió corriendo y llegó a Baza, hasta su casa. Al verlo se empezó a temer lo peor y se inició su búsqueda. Pero llegó el aviso, a través de un cortijero, de que había sido secuestrado y que el rescate a pagar por su vida era de 100.000 pesetas (de las de entonces). Coincidió que este día era domingo y se hubo que lograr que Banesto les diera el dinero en billetes. Se depósito el rescate en el lugar fijado por los “emboscados”, que le liberaron a bastantes kilómetros de Baza, en plena Sierra. El secuestrado relató que lo habían tenido un día y una noche andando por la sierra, y que lo alimentaron a base de aspirinas y café fuerte, para tenerlo despierto. Como empresario, tenía una almazara, un molino y una serrería en San Jerónimo, en Rabalía, de esta ciudad. Murió este hombre bueno, honrado y trabajador, de un infarto, siendo aún joven, mientras pesaba un camión de alfalfa.. Sus obreros comentaban que había sido de la impresión de haber visto, en el camión, a uno de sus secuestradores... |
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Hubo otros varios secuestros sobre personas de relieve en Baza y, entre ellos, D. Antonio Garro. A este médico intentaron secuestrarlo en la Finca El Pinar (Los Balcones), pero no lo lograron, pues iba acompañado y armado. De la refriega, quedó herido un hijo de 7 años, llamado Manuel Antonio Garro, y como les habían tirado una bomba de mano, para detener las caballerías, este niño resultó herido de metralla en un pie y en la espalda. El pie se le curó, pero de la metralla en la espalda, que había afectado la espina dorsal, pese a todos los esfuerzos médicos y económicos del padre, murió antes de llegar a los 20 años de edad. En esta ciudad se hablaba más de sus fechorías, que de sus motivaciones. Por ejemplo, del rapto de los cazadores, entre los que se encontraban Cayo Ferrón y Manuel Castillo y otros varios, y cómo habían soltado al hijo de Cayo, para que trajera la noticia y el importe del rescate que pedían por su liberación... Tengo un total de ocho referencias de secuestros. Todos iguales. Secuestro de persona y petición de dinero por el rescate. También el secuestro de una señora que venía de los Baños de Zújar a Baza y que se llamaba Dª Araceli Morera; por ella pidieron 20.000 pesetas. También es verdad que a unos los trataron bien y a otros no tanto. Era un vulgar secuestro. Si en algunos momentos hubo móvil político (continuar la resistencia contra el franquismo, este móvil había sido eclipsado por el bandolerismo; los ideales habían quedado atrás, eran simples salteadores de caminos, hombres desesperados que querían subsistir o disponer de un dinero para huir a Francia. Más de uno tenía delitos de sangre pendientes con la justicia en su pueblo y se había unido a estas bandas. Los cortijeros, que en un principio les apoyaron, veían en ellos un peligro para su vida pacífica; arrasaban las despensas de los cortijos, ponían en peligro sus vidas y sus haciendas, así que empezaron a colaborar con la Guardia Civil, en busca de orden y estabilidad. “Radio Macuto” hablaba del intento del “maquis” de hacer un frente en la serranía de Ronda y otro en el Valle de Arán. Todos ellos fracasados. Los periódicos citaban el fin de los “Queros” en Granada, o de otros en la Alpujarra. Todos con ideales perdidos, y muchos con delitos de sangre, habían derivado en simples “emboscados “. Es una memoria de aquellos dias de triste recuerdo, pero días vividos en Baza. |
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