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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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EL CAFÉ COMERCIAL

Cuando vemos con la facilidad  con la que cambia de  gerente el Café Comercial en los días de hoy, nos viene a la memoria el sólido y nunca bien ponderado establecimiento de la familia Ruiz.
Ya en los primeros años del siglo XX, tenía fama la tienda de ultramarinos, que José Maria Ruiz Robles, tenía en el número cuatro de la Plaza Mayor. Su venta no sólo era de  ultramarinos finos, eso sí, siempre las mejores marcas… ( en conservas “Miau, Bernal o Hero, en embutidos los de Vich, el lomo embuchado de  “Los Quijales, y los quesos de  Marsenet y Grau, quesos M.G. como se les conocía). Nada mejor si querías tener una buena mesa en Navidad, ya que al mismo tiempo podías adquirir las botellas de anís, licores, sidra o champagne,  o las mejores marcas de turrones etc. Pero su mayor fama le vino al  establecimiento por el  esmeradísimo servicio de café; todavía hay quien recuerda el “especial”, recién tostado, del día, y el “corriente”, que llevaba la mezcla de malta.

Claro está que este servicio se lo daban los camareros, profesionales donde los hubiera, amantes de su trabajo, y fieles tanto a José Maria Ruiz, (el fundador), como luego a su hijo Antonio, hasta la jubilación de este, a quien se lo arrendaron por los años 65/70, los que habían sido camareros del mismo, esto es, José Martínez Sánchez ( Pepe) y Ricardo  Sánchez, quedando los últimos años sólo Pepe, quien finalmente cerró en el año 1973.

Camareros del Café Comercial y Casino. Antonio López (Zopo), Ricardo Sánchez y Pepe Montes Su primer planta, lo que se llamaba el “Bar de  la Tertulia” y el “Centro de Reuniones”, era utilizada, casi en exclusivo por una tertulia de  amigos. Sus dos cancelas, o ventanales a la calle, eran llamadas “La Sastrería” pues los clientes que se situaban en las mismas, se dedicaban a “cortar trajes” a los viandantes. Entrando a su izquierda, se iniciaba un largo mostrador, que era atendido siempre por un mínimo de tres camareros de “barra”. A mano derecha, tras las  mesas de “las sastrerías”, había una mesita en mármol; era del “Tío Juan”, quien en la misma tenia el periódico Patria, que se vendía en aquellos años; bajo la misma, los  betuneros, o “limpias” dejaban apiladas las cajas de su trabajo:  allí estaban Narciso, Hilario, Emilio o el Pilolo. En la mesa central, bajo el reloj de pared, estaba la mesa llamada de los”intelectuales”,que era ocupada normalmente por el Notario, D. Ángel Casas, D. Jesús Domínguez, D. Hilario (farmacéutico), D. José López Ruiz (Juez de Instrucción) y D. Jesús Revuelta (sacerdote). Era la tertulia de la mañana.

El día se iniciaba, con la visita del médico D. Miguel Santaolalla y su amigo el Director del Instituto Nacional de Previsión, D. Pablo Jiménez Barandalla, que tomaban el café en la barra, antes de iniciar sus trabajos.

Les seguían luego, como tertulianos en la barra, D. Romualdo (el Veterinario), Melchor Ramos, Santiago “el Sastre”, Luis, el de los espartos, y el Capitán de la Guardia Civil, que tenían tertulia de media mañana y tarde noche, siempre en la barra.

Grupo de camareros del Café Comercial en 1967. Pepe Martínez, Gregorio Carpio, Emilio y Ramón Fachada del Café Comercial en 1965

Una mesita un poco más alejada era la de D. Luis Magaña, Cronista de la ciudad, que siempre estaba llena de libros de los que hora tras hora, tomaba apuntes. Más al fondo del salón estaba la mesita en la que D. José Ros y el Cartero de la Sierra, echaban diariamente su partida de ajedrez, hasta la hora del mediodía. Al fondo del salón grande había una mesa en la que se sentaba Eduardo “el pisacebollas”, que se dedicaba a la venta de tabacos y al cambio de novelas, y que siempre estaba acompañado por Dumónt y El Piloto. Ya en las tardes se jugaba al dominó, y pasando al salón interior se  practicaba el juego de cartas: tute y brisca.

Uno de los camareros del Comercial

Era de destacar como clientes habituales a D. Antonio Carmona y a los hermanos Manuel y Emilio Amorós, quien formaban tertulia con Tomás, el Barbero, y con Dª Maria Zambudio, que era la única mujer que se permitía en aquellos tiempos entrar en el café.  Esta señora, de la alta sociedad madrileña, tenía conversación instruida y fácil, y  era admitida en todas las tertulias, de las que obtenía, diariamente, la invitación al café.

En la parte de arriba, primer piso, había un primer salón en el que se jugaba al “dominó doble” o “subastao”, y un segundo salón en el que los juegos eran mayores como el “Jimley” y otros (los llamados “prohibidos”); de este salón, por durar sus  partidas hasta las tantas de la noche, tenían que salir, por la puerta trasera, dando a un huerto y a la calle Alhóndiga. Cerrada la puerta del café, siempre quedaba un camarero de barra y otro de servicio, para atender a estos clientes, casi habituales, que lo que más pedían  en pleno invierno era un “brasero” y nuevas cartas.

Fue el Café Comercial un escaparate ciudadano y un lugar de reunión de todas las clases sociales; el “Comercial” como se le llamaba, era el punto de reunión de las familias en los días de mercado y en las fiestas. Los padres  invitaban a la familia en los días más señalados, en este café o en  la terraza que el mismo montaba a su puerta. Los viajantes de cualquier tipo de género o mercaderías, lo tenían al mismo, como su oficina; allí se cerraban los tratos y se firmaban los pedidos.
Las ferias, grande o chica, eran un hervidero de tratantes en ganado y artistas de teatro o circo; durante estos días lo tenían como  su lugar habitual. El ambiente siempre era agradable, y ello se debía tanto a la dirección como a los buenísimos camareros que tenia este local, personas amables, educadas y  atentas  a cumplir el menor pedido del cliente. Hay que decir, que la cocina del “Comercial” tenía fama en la población y fuera de ella por sus tapas, entre las que destacaba la tortillita de  espárragos, la carne mechada, los calamares rellenos y  los quesos mas variados, toda una delicia del paladar. El inmueble ha vuelto a acoger un bar-restaurante, cuya fachada en la actualidad es esta  

En su larga y dilatada vida tan solo se le recuerda un tropiezo cuando un Juez de Instrucción ordenó el cierre de los salones de juego, teniéndolos precintados varios días y  durmiendo en la cárcel algunos de sus  usuarios más habituales. Tan sólo los días de Nochebuena y Nochevieja se cerraba en la tarde y noche, así como en la Semana Santa el Jueves  Santo, por la tarde,  y el Viernes Santo todo el día.

Pasaron muchos y muy buenos camareros por esta café,; entre ellos recordamos a José Martínez Sánchez (Pepe), Ricardo Sánchez, Pepe  Redondo, Pepe Montes, Antonio Roda, Pepe Sánchez, a los que en ferias y fiestas se les unían otros compañeros tanto de Baza como de Granada. Camareros y clientes al final de la noche Plantilla completa de El Comercial, especializada en bodas y grandes acontecimientos

Punto de referencia y cita obligada, el Café Comercial cerró sus puertas en el mes de  Julio de 1973. ¡¡Aún te recordamos!!

Nota del webmaster: El día en que este artículo ve la luz en Internet, el 19 de enero de 2008, el local del Café Comercial es una tienda de las llamadas de "Todo a cien" en referencia a las tiendas de "veinte duros" o cien pesetas, también desaparecidos.