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LOS ÚLTIMOS DE LA FILA |
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Desazona comprobar que en prácticamente todo lo bueno estamos los últimos de la fila, obteniendo pódium sólo en lo negativo. Y es mucho más triste ver que no es que no hayamos alcanzado antes los mínimos umbrales, que algunos los llegamos incluso a rebasar en su momento, sino que vamos para atrás, confundiendo evolución con involución en cuanto a los derechos humanos más básicos y esenciales. No es únicamente que la pobreza infantil se haya incrementado durante la crisis, sin políticas públicas de protección al menor efectivas a la hora de acabar con las desigualdades; es que estamos a la cola en tantas cosas importantes, que nuestro país no sólo es pobre económicamente hablando. Respecto a democracia y respeto a la ciudadanía, el empobrecimiento tiene un evidente matiz de falta de humanidad, que sin duda lastra nuestro futuro a corto, medio y largo plazo. Les propongo algo: pongan en cualquier navegador España suspende, y presten una mínima atención a los resultados... Incluso con una simple mirada por encima, nos damos cuenta de que los suspensos no son en asignaturas maría, sino en las más importantes, esas que sustentan el resto de conocimientos y sin las que es muy difícil avanzar. A ver: no aprobamos en derechos humanos, en cuidados y atención psiquiátrica, en política de impuestos verdes, en derechos sociales, en corrupción y transparencia internacional, en la respuesta a la crisis mundial de desplazados, en cultura, en conciliación, en eficiencia energética, en igualdad, en cooperación internacional en educación, en pobreza, en vacunación adulta, en competitividad... No aprobamos ni en inglés —¿en lengua o matemáticas sí?—, ni en un tristísimo y largo etcétera que da fe de la situación real en la que nos movemos. Así que nada de sacar pecho y hablar de recuperación y del final de las vacas flacas, porque en España se pasa hambre, y porque no es que no sea un país influyente que vaya abriendo caminos, es que para más inri estamos los últimos de la fila y así nos mantienen quienes se enriquecen robando futuro: el de nuestros niños y niñas y el nuestro mismo. |
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