|
|||||
DIEZ AÑOS |
|||||
Empecé a escribir Por la Alameda con el íntimo deseo de escapar de escrituras más políticas, buscando la lírica más que épicos análisis claramente partidistas. Sin embargo, con la perspectiva del tiempo, me doy cuenta de que era una pretensión algo ilusa, porque la política está en todo, nos guste más o menos. De cualquier manera, creo que hay mucha más poesía y reflexiones filosóficas en mis escritos, que acercamientos ideológicos a los temas de actualidad. Aunque de todo hay en la viña del Señor, podría decirse sin errar demasiado. Mi deseo ha sido siempre compartir con ustedes unas ideas que, por personales, no tuve nunca la osadía de que fueran compartidas, pero sí la de que fueran comprendidas. Más allá de lo complejo o simple sobre lo que una escriba, nada habrá de llegarle a quien lo lea, si no lo entiende. Por eso, si ustedes existen, que me han dicho y me consta que sí, me encantará saber que me expreso con la suficiente claridad como para hacerme entender; y tengo plena confianza en que así ha de ser, si ustedes me leen con más o menos asiduidad, pues en caso contrario hubieran dejado de hacerlo. Aprovecho este artículo sui géneris para renovar mi compromiso inicial de acudir sin falta a esta cita, y para agradecerles que me sigan a través de la palabra: un vehículo de comunicación tan maltratado hoy en día, tan ignorado, tan olvidado a veces. Y es que visto lo visto, y qué no nos quedará por ver, escribir y leer pueden llegar a ser actos de rebeldía, cuando no pura heroicidad. Así que seamos, sin dudarlo, rebeldes, y que ello no nos conduzca a heroicidad ninguna; que da mucha pereza, y nos restaría tiempo para disfrutar de lo más grande y extraordinario, que no es otra cosa que lo más sencillo. |
|||||