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NUESTRAS VIDAS AJENAS |
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“No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena” M.L.K. |
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Vivimos en un mundo de eufemismos y etiquetas, en el que la ley se aplica según quién delinca, y el pecado es mortal o venial según quién lo cometa. Somos miles de millones y no tiene nada de raro que nos sintamos solos, sabiendo ya que si algún día nos toca ser los perseguidos de turno, nadie moverá un dedo por nuestra salvación. Si la solidaridad y la generosidad, o la igualdad y el bienestar común no son más que palabras vacías de contenido, serán prácticamente insalvables los abismos que se abran entre todos día a día, siendo para ello cualquier excusa buena. Lo que hoy les hacemos a los que están peor que nosotros, mañana pueden hacérnoslo quienes estén mejor, es así de elemental y desagradable. Pero mejor será que nos vayamos abriendo camino por entre tanto obstáculo, y que, a pesar de la soledad de quien elige escuchar su voz más que el dictado de los demás, le demos tantas oportunidades a la alegría como seamos capaces. Dicen que la tristeza acorta la vida y que la risa te quita las penas, así que estar felices debería ser la pretensión, aunque por momentos pueda parecer pura osadía. De manera que como la felicidad son momentos, pequeños instantes que nunca vuelven, podemos aspirar a sentir las cosas buenas con toda la intensidad posible, ninguneando las malas hasta la ignorancia total. Ahora que pronto cambiaremos de año, con el consiguiente juego de renovados deseos, quedémonos con lo que nos procure placer vital y desterremos de nuestros dominios lo que de cualquier modo nos agreda. |
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