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EL MAR DE LOS MUERTOS |
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Cuántas orejas debe tener un hombre, antes de poder oír a la gente llorar. Cuántas muertes serán necesarias, antes de que él se dé cuenta, de que ha muerto demasiada gente. La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento. Bob Dylan |
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¿Cuántos naufragios más serán necesarios para acabar con este sinsentido? ¿Cuántas fotografías de niños, niñas y bebés ahogados precisaremos para decir ¡basta!? ¿Nos acostumbraremos también a toparnos con muertos diseminados en nuestros paseos matutinos por la orilla del mar? ¿De qué sirve el arriesgado trabajo de reporteros allí donde el drama es cotidiano y una buena noticia es siempre la excepción, si sólo rellena parte de espacio en los noticiarios, y nunca consigue ir más allá, ni que a quienes corresponda tomen decisiones eficaces? La indiferencia es letal para la humanidad que se nos presume a los integrantes del género humano; pero si se despliega ante el sufrimiento y la muerte ajenos, estaremos alejándonos de los valores y principios que nos elevan conductualmente por encima del resto de los seres vivos. No se puede crear distancia ante ciertas realidades, porque el clamor de los que nos necesitan es mucho más intenso y desgarrador que el falso silencio con el queramos protegernos. No sé si existe ni dónde reside, pero eso que llamamos alma tiene una serie de manifestaciones que no podremos acallar sin riesgo de aniquilarla. Si hasta los animales más salvajes se ayudan entre sí en un momento dado, ante un peligro común, cómo no mostrar compasión y ser generosos con los que sin nosotros están fatalmente condenados a la nada... |
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