POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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FIESTA DEMOCRÁTICA


Llegamos por fin al 20D, domingo de elecciones generales en nuestro país, después de prácticamente un año de campaña. Cuando lean esto, los resultados ya se conocerán, y aunque aún faltan unas cuantas horas, la experiencia me dice que, tras las valoraciones de los diferentes líderes políticos de los partidos decisivos, todos hablarán de victoria. Unos, porque perderán menos de lo que esperaban; otros, porque serán los más votados, aunque lejos de la mayoría absoluta; y los hay también que, por partir de cero, ganarán sí o sí, con independencia de qué porcentaje de votos se lleven realmente, más allá de las encuestas. En cuanto a éstas, las hemos tenido para todos los gustos y con todo un juego de colores en danza; por lo que igualmente, quien no se ha consolado o contentado, es porque no ha querido.

Conforme pasan los años, en esto de los comicios se ven algunos cambios que se han ido dando, tal vez de modo imperceptible, pero que son innegables a día de hoy. Ahora, por ejemplo, se gasta mucho menos dinero en carteles para las paredes, siendo la pegada algo casi testimonial para las fotos de turno dando el pistoletazo de partida a la campaña propiamente dicha. Con ello tenemos la doble ventaja del ahorro y ensuciar menos las calles de nuestras ciudades; lo que sería igualmente deseable con la propaganda electoral de buzón: es tan inadecuado seguir invirtiendo en papel que va directamente a la basura, como innecesario para sus efectos reales (aparte de gasto superfluo, cuando la situación económica es mala para demasiados, cualquier derroche es culpable). Y si hablamos del día de reflexión, seguro que estamos de acuerdo en que, con las redes sociales, es algo tan moribundo como el tradicional bipartidismo en la historia parlamentaria de nuestra democracia.

Porque, más allá de encuestas precocinadas, está claro que dicho bipartidismo está en estos mismos momentos en fase de desaparición. Algo que nunca valoraría negativamente: siempre es  preferible la pluralidad a la pura alternancia; el diálogo, al monólogo; la alternativa, al acomodo. Si después de todos los movimientos ciudadanos de descontento e indignación, se ha logrado al menos acabar con un reparto de poder entre unos y otros, siempre los mismos, bienvenida sea tal conquista. La época de las mayorías absolutas parece que por fin da paso a la necesidad de pactos ( de investiduras, de gobierno, de políticas puntuales, de medidas concretas...). Y si pactar es convenir, concertar, transigir, avenirse, negociar...; entre eso y lo que hasta ahora hemos tenido, no tengo la menor duda de con qué quedarme. No están los tiempos para luchas, enfrentamientos, pulsos de fuerza, ni mucho menos para más guerra. De manera que celebremos todas y todos esta fiesta democrática con la que vamos a terminar un año largo, duro y difícil. Recordemos que habrá pocos políticos que no afirmen y crean que han ganado; tal vez no estén equivocados, porque con la democracia y la participación de la ciudadanía en lo que a la postre será el diseño de nuestro futuro común más inmediato, estoy convencida de que realmente ganamos todos.