|
|||||
SIN FUTURO |
|||||
¿España no tiene suficientes recursos económicos como para evitar padecer esta situación? ¿Es preciso que a un tercio de nuestra infancia se le haya robado la alegría, amén del pan nuestro de cada día? ¿Por qué nuestros gobernantes se olvidan de que no hay futuro sin presente, y se congratulan de recuperaciones que no llegan para los más necesitados? Preguntas y más preguntas, sin que pueda darme una respuesta. Así que volveré a alegrarme de la generosa solidaridad que impera en estas fechas, porque seguramente con ella se logre que, al menos en navidad, ningún niño y ninguna niña se queden sin comer y sin algún juguete con el que olvidar sus penas, que son muchas por injusto que nos parezca. Pero no es a base de caridad como se supera la pobreza, sino a través de inversiones y programas adecuados para la eliminación de esta lacra social. Y de igual modo que para hablar de necesidades superiores, antes hay que ir ascendiendo progresivamente con respecto a las más elementales; así tiene un Estado que no gastar en nada innecesario mientras no haya sido capaz de conseguir una infancia feliz: sin déficits alimentarios, con una familia en la que el paro no sea el protagonista, sin recortes en sanidad y educación, y un largo etcétera que nos conducirá a niños y niñas sin problemas. Decía Graham Green que siempre hay un momento en la infancia cuando la puerta se abre y deja entrar al futuro; no permitamos, pues, que cuando llegue ese momento nuestros niños y niñas se encuentren la puerta cerrada con llave. Porque es tanto como negarles el futuro. |
|||||