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NO HABLAMOS MAL |
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De este desencuentro surge una indeseable discriminación lingüística, sufrida muy especialmente en donde coexisten dos lenguas. De manera que lo que tendría que ser una convivencia natural y automática sin más, se torna en una lucha de pretendidas imposiciones con connotaciones políticas que nada tienen que ver con el ámbito del lenguaje y su importancia en cuanto a las relaciones sociales. Una lengua sólo tendría que servir como puente de entendimiento, nunca ser una excusa para todo lo contrario. Y por desgracia, la realidad nuestra de cada día va más acorde con esto último: ¿cómo entender que rechacemos a un catalán, un gallego o un vasco porque hablen en catalán, gallego o vasco?. Es algo que escapa a la lógica más elemental si dejamos al margen matices políticos. Pero es lo que hay, y ello conduce a que la deseada coexistencia idiomática se quede en un desagradable juego de exigencias en un sentido y vetos en el contrario. Así pues, donde debiera haber armonía, nos encontramos con términos tales como rechazo, enfrentamiento, lucha de imposiciones, etcétera. Si el panorama es poco atractivo en torno a las lenguas de nuestro país, al detenernos un momento en el habla -en la manera de hablar de una comunidad determinada sin entidad de lengua o idioma-, las perspectivas no son mucho más prometedoras. Estoy pensando concretamente en el andaluz, que no es una lengua propiamente dicha por carecer de gramática -de ahí que todos los andaluces escribamos en castellano-, pero que sólo en Andalucía lo hablamos más de 8 millones de personas. Que conocemos muy bien los prejuicios asociados a nuestra manera de hablar, por lo que nos podemos quejar igualmente de sufrir discriminación lingüística. Dejando a un lado, sin ser baladí, las generales connotaciones asociadas a nuestra manera de hablar -esa imagen de gente atrasada y graciosa, que nada tiene que ver con la idiosincrasia andaluza-, lo que más puede molestarnos es que desde fuera digan que no hablamos bien, porque es absolutamente falso: ¡los andaluces no hablamos mal el castellano, sencillamente hablamos perfectamente bien el andaluz, que es algo muy distinto! |
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