POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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CON GRIPE


Ando atrapada por la gripe, y no me deja escapar, que este año ha empezado como una auténtica epidemia de la que pocos se han librado. Vientos, lluvias, nieves, fríos..., nada extraño para el invierno, pero cada temporada convertimos en noticia sus más normales características, no sé cómo lo hacemos, pero así es invariablemente. Y sin embargo, las cosas más raras y exóticas pasan ante nuestros ojos como si fueran elementales; dejando claro una y otra vez que somos peculiares, que vivimos en una sociedad a veces enferma, a veces pintoresca, siempre variopinta y compleja. Y basta estar al tanto de las noticias diarias para comprobarlo: a ver si no, qué puede una pensar al leer que una mujer de 40 años se ha casado con ella misma, cansada de no encontrar el amor; o que otra de 48 años está casada desde hace una década con sus dos gatos y está celebrándolo, sólo preocupada porque la consideren bígama... Aunque hay cosas mucho peores, como los vídeos de las decapitaciones de rehenes a manos de milicianos del tal Estado Islámico; los desahucios de personas mayores, de padres con bebés, de personas discapacitadas, sin miramientos y mayores contemplaciones; el meter a gente en la cárcel por apenas nada, cuando tantos otros nunca entrarán por muchísimo más, etc.

Son tan extrañas las sensaciones ante semejantes extravagancias, de alguna manera habrá que llamarlas, que no paro de ponerme el termómetro para comprobar si me ha subido la fiebre y soy yo la que desvarío en la lectura. Pero no, no es mi temperatura, sino la de esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, nos guste o no. Y no quiero ni contarles el año que nos espera, con tropecientas elecciones, locales, autonómicas, nacionales... Vamos, que ya me está entrando mareo de pensar siquiera el bombardeo interesado al que nos veremos expuestos, nos apetezca o no; que por más que queramos huir, aunque sólo sea a las antípodas, de esta no nos libramos a no ser que antes llegue el apocalipsis; que me da a mí que no caerá la breva. Aunque desde ya les prometo que no pienso hacer discursos políticos al uso hasta que no hayan pasado todos los encuentros electorales habidos y por haber; que bastante tenemos como para echar más leña al fuego. La política es todo y seguramente no escapará de mis artículos, pero así en plan directo, ni hablar; que hace mucho aprendí que cada quien tiene sus ideas y en según qué cosas es mejor ni entrar, porque al final nadie nos va a hacer cambiar, y personalmente no me interesa en absoluto tratar de convencer a nadie de nada.

Así que aquí me quedo con mi lucha particular con antibióticos, analgésicos, antipiréticos, antiinflamatorios, jarabes expectorantes, mucolíticos efervescentes, antisépticos bucofaríngeos y caramelos de hierbas suizas para completar el cartel, que si hay que torear a virus, bacterias y demás microorganismos, pues se torea y en paz... que es lo único que anhelo: que me dejen en paz y me permitan retomar mi rutina diaria, que nos creemos muy fuertes y después cuatro agentes infecciosos de mínimo tamaño nos dejan para el arrastre y nos recuerdan qué poco basta para dejarnos fuera de juego. A ver si para la próxima semana ya me vuelvo a sentir persona y comparto mi mejoría con todos ustedes.