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CON GRIPE |
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Son tan extrañas las sensaciones ante semejantes extravagancias, de alguna manera habrá que llamarlas, que no paro de ponerme el termómetro para comprobar si me ha subido la fiebre y soy yo la que desvarío en la lectura. Pero no, no es mi temperatura, sino la de esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, nos guste o no. Y no quiero ni contarles el año que nos espera, con tropecientas elecciones, locales, autonómicas, nacionales... Vamos, que ya me está entrando mareo de pensar siquiera el bombardeo interesado al que nos veremos expuestos, nos apetezca o no; que por más que queramos huir, aunque sólo sea a las antípodas, de esta no nos libramos a no ser que antes llegue el apocalipsis; que me da a mí que no caerá la breva. Aunque desde ya les prometo que no pienso hacer discursos políticos al uso hasta que no hayan pasado todos los encuentros electorales habidos y por haber; que bastante tenemos como para echar más leña al fuego. La política es todo y seguramente no escapará de mis artículos, pero así en plan directo, ni hablar; que hace mucho aprendí que cada quien tiene sus ideas y en según qué cosas es mejor ni entrar, porque al final nadie nos va a hacer cambiar, y personalmente no me interesa en absoluto tratar de convencer a nadie de nada. Así que aquí me quedo con mi lucha particular con antibióticos, analgésicos, antipiréticos, antiinflamatorios, jarabes expectorantes, mucolíticos efervescentes, antisépticos bucofaríngeos y caramelos de hierbas suizas para completar el cartel, que si hay que torear a virus, bacterias y demás microorganismos, pues se torea y en paz... que es lo único que anhelo: que me dejen en paz y me permitan retomar mi rutina diaria, que nos creemos muy fuertes y después cuatro agentes infecciosos de mínimo tamaño nos dejan para el arrastre y nos recuerdan qué poco basta para dejarnos fuera de juego. A ver si para la próxima semana ya me vuelvo a sentir persona y comparto mi mejoría con todos ustedes. |
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