|
|||||
DEL RECHAZO |
|||||
Con independencia de lo que lo motive, el rechazo siempre duele; ya sea en sus más sutiles modos de expresión, ya en el repudio más activo, ese que puede acabar fácilmente con la eliminación de quien huye del pensamiento único, o de quien, sin más, es diferente. Hay quienes matan con machetes, ensangrentando sus manos, y todos estamos de acuerdo en que son asesinos; sin embargo, se nos escapa la autoría de muchos crímenes de guante blanco en esta sociedad que nos ha tocado, en la que existen muchas y diferentes formas de eliminar al disidente: desde las torturas y matanzas de cientos, de miles, de millones de personas por designio de locos visionarios que quieren un mundo alienante y alienado; hasta esos crímenes perfectos en los que no hay sangre, ni armas, pero sí alguien que mueve los hilos hasta conducir a los más desgraciados y débiles hasta el abismo. Se rechaza por miedo, por desconocimiento, por intolerancia, por obediencia a quien impone el rechazo, por descubrir en el rechazado rasgos nuestros que no aceptamos, por envidia,… cuando no por todo esto a la vez. Y siempre hay grandes dosis de cobardía, que se multiplica cuando la desdibujas en la razón de la mayoría. No hay libertad sin arrojo, y no hincar las rodillas tiene por lo general un alto precio y una terrible contrapartida, la soledad. Aunque más vale estar solo que mal acompañado, y es preferible mirar a la cara, que bajar los ojos porque en verdad te sientes un miserable traidor a ti mismo. Aparte de que cuando alguien expresa un desprecio que no tiene más sentido que el sinsentido, no desmerece el objeto de su odio, sino a sí mismo. |
|||||