|
|||||
A FLOR DE PIEL |
|||||
En verano dormimos menos y vivimos más, lo que puede que nos agote físicamente, pero a nivel del espíritu nos recarga las pilas. Así que haremos bien en no poner trabas, olvidar problemas, alejarnos de conflictos y cultivarnos interiormente; sin olvidar las relaciones sociales, mucho más dinámicas y frecuentes en estos meses. Para el cuidado del mundo interior, nada mejor que sacar a pasear nuestra sensibilidad. El tiempo estival, de la mano de la naturaleza, es como una cajita que contiene todas las artes, y unas cuantas más si me apuran. Nada que ver con la caja de Pandora, que al abrirla esparcía por doquier todos los males, porque en este caso sólo ofrece motivos de inspiración. ¡Ya hubieran deseado los mejores artistas de todos los tiempos saber transmitir en sus obras los colores, sonidos, olores, paisajes, el tacto del verano! Cuando ahí fuera el calor nos aplatane bellacamente y sin permiso, busquen una sombra bajo los árboles y escuchen los diferentes sonidos, sientan la brisa, recréense con los infinitos colores que ya quisiera en su paleta el mejor de los pintores; guarden para siempre la fragancia veraniega, esa que siempre huele a infancia; y, muy especialmente, saboreen los días. Es tiempo de risas infantiles, porque el verano es un mágico paraíso para niños y niñas; de arena y espuma, cuando el mar se vuelve playa y te llama no ya sólo a la contemplación, sino a fundirte con él y, si te gusta, a conocer el maravilloso mundo submarino. Tiempo para poder alargar las horas en buena compañía o a solas, leyendo un libro, paseando, haciendo deportes al aire libre, etc. Cada quien con su hoja de ruta, vivámoslo sensitiva e intensamente, a flor de piel; que lo bueno no es eterno, por más que después nos espere la belleza del otoño. |
|||||