POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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MENTIRAS CON PURPURINA


De verdad, una lee la prensa y a veces no sabe si está despierta o es una pesadilla, y lo más triste es que no es un mal sueño, sino la deprimente realidad. Además, para conocer la actualidad te has de mover entre las noticias que se diseñan y crean de antemano, generalmente de la mano de los políticos, y las que proporcionan los periodistas de verdad, que también existen, aunque desde luego no sueles encontrarlos al servicio de un partido con el que la mayoría de las veces ni siquiera comparten ideología. Si he de elegir entre la crónica de algo gris que ocurre realmente y la floritura diaria con que envuelven sus mentiras nuestros dirigentes, está claro que siempre me quedaré con la verdad, aunque no lleve fuegos artificiales incorporados. No sé qué hace a algunos tan amantes de lo fingido y engañoso, tal vez la carencia de autenticidad en sus vidas. Es como si trataran de aparentar que hay, en vez de buscar algo que contrarreste su no hay. Aunque por lo general poco puede avanzarse más allá de reconocer los mecanismos de ocultamiento y encantamiento a través de la manipulación informativa. Que visto lo visto tampoco es moco de pavo.

De todos modos, aun optando por el fiel reflejo de lo que ocurre más que por el falso oropel de unos cuantos megalómanos, una empieza a cansarse de tanto mal augurio noticia tras noticia. Presagios negativos aparte, algunas de ellas se hacen eco de cosas realmente desconcertantes, especialmente si han de ser forzosamente valoradas en un telón de fondo a veces lúgubre, a veces simple cuento de la lechera. Seguramente llegarán mejores tiempos (eso no es nada difícil), pero los actuales dejan mucho que desear en múltiples sentidos. Si entre tanto vamos conociendo hechos como los que las distintas publicaciones nos dan a conocer día sí y al otro también, la amuermante actualidad provoca más indignación que tedio. Aunque es preferible un indignado, que siempre canalizará su energía, aun negativa, para acabar con su enfado, que un aburrido con su pesada y pasiva carga de cansancio.

Pan y circo, se decía en la Roma imperial, pero veinte siglos después apenas hay posibilidad de ofrecer incentivos de distracción como los que denunció el poeta latino Juvenal en su día. No hay trigo ni entradas a juegos circenses que regalar, ¡si ni siquiera hay pan para todos en esta absurda sociedad nuestra en que mientras unos derrochan otros se mueren literalmente de hambre! Tal vez las mentiras con purpurina que nos regalan tantos malos políticos en su alianza con tan serviles pseudoperiodistas, sean o traten de ser ese clásico panem et circenses reconvertido. Bueno, si consiguen su propósito se sentirán satisfechos de seguir contando con el apoyo de sus incondicionales seguidores. Tanto nadar para morir en la orilla… ¡Me parece tan inútil gastar energías en atraer lo que ya está sellado a uno como con pegamento! ¿No sería más interesante convencer al contrario? Sin embargo, está claro que cada quien administra sus capacidades y carencias como mejor puede. A quienes les gustan los jardines, imaginan olores y colores si no tienen la posibilidad de disfrutarlos, y al soñarlos los recrean; que no es lo mismo que recurrir a flores de plástico. Y es que por mucho que brille, la purpurina no convierte en verdades las mentiras.