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A LA SOMBRA DEL CINAMOMO |
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Me gusta la primavera porque nada es igual de un día para otro y porque la realidad se torna magia, tan excelsa que no necesita de trucos para producir sus extraordinarios y fascinantes efectos. Muy diferente al panorama económico-social que nos rodea, de forma tan opresiva que más que envolvernos nos asfixia, y no precisamente por problemas de alergias. Agobia nuestra cotidianidad, en un país en el que más que estar unidos, máxime ante tanta adversidad, no se duda en poner el acento en lo que separa. Con España al borde del abismo en esta interminable crisis, no parece que nos lleguemos a sentir españoles, como no sea en cuestión de competiciones deportivas, que ahí sí que sale la vena patriota de modo general pero sin que sirva de precedente. Que si del norte o del sur, con esta o aquella ideología, creyentes o ateos, hombres o mujeres, etcétera, etcétera, etcétera. ¿Cómo vamos a resolver problema alguno si no somos capaces de tener una sola voz que implique una necesaria superación de diferencias? ¿Y cómo pretender salvar las dificultades sin unidad? La capacidad y el poder se basan en aunar esfuerzos incidiendo en lo común. Mientras cada quien vaya a lo suyo, olvidando que no es imposible que llegue el momento en que nadie pueda ir a ningún lado si la convulsa sociedad estalla por donde menos lo esperamos, seguiremos respirando un viciado aire en que nada irá a mejor. No es cosa de unos u otros, sino de todos, y no llego a comprender que quienes tienen nuestra representación en sus manos y en su trabajo no nos transmitan esa clave. Parece más bien que se trata de separar, con una irresponsabilidad que al final puede pasarnos factura irremediablemente. Es desazonador comprobar cómo está el patio de revuelto cuando hay tanto por hacer, así que por unos momentos me permitiré la evasión que nos procura el deleite de tanta belleza como la que la naturaleza nos ofrece por doquier durante todo el año, pero con una multiplicidad expresiva sin igual en esta época primaveral. Podremos no saber dónde escondernos para escapar de la sofocante confusión social, pero nos basta la fragante sombra del cinamomo para protegernos y hallar alivio ante el infortunio. |
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