POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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HINCHADAS Y OTRAS MANIFESTACIONES


Ha subido a Primera el Granada, después de 35 años jugando al fútbol en categorías inferiores, y lo ha hecho luchando por el ascenso contra el Elche. Hasta ahí, sólo felicitar a los jugadores del equipo andaluz por ganar y desear a los del ilicitano que puedan ascender cuanto antes. Pero todo ello sin dejar de expresar el rechazo y la vergüenza ajena que siento por los seguidores de ambos equipos, que lo único que han hecho es deslucir el espectáculo deportivo y lograr que la ocasión se convierta en un futuro motivo de desencuentro entre dos localidades que viven ajenas por completo al acontecimiento en cuestión. Tanto Granada como Elche han sido, son y serán con independencia del fútbol; aunque por culpa de él y de los energúmenos que se esconden en las aficiones para descargar su impotencia, frustración y falta total de las mínimas maneras de educación y cortesía, seguro que nos esperan años de enemistad. No sé qué tiene este deporte que tantos odios despierta entre sus seguidores, pero sé que en todos los juegos hay que saber vencer tanto como saber perder, y desde luego los dos bochornosos espectáculos extradeportivos ofrecidos por los seguidores de ambos equipos a la ida y a la vuelta hablan de todo menos de deportividad. Para tener hinchadas de tal calibre, mejor quedarse solos. No hay, pues, que olvidar que tanto en Granada como en Elche no todos son ni somos unos impresentables semejantes.

Hablando de manifestaciones, gracias a los cielos las hay también que no nos provocan vergüenza, sino todo lo contrario. Hoy es 19 J, y el movimiento 15-M se regenera a través de las múltiples marchas convocadas para este domingo por parte de los “indignad@s”. El nacimiento de esta nueva realidad, ocurrido a una semana de las elecciones municipales, puso a los políticos en una difícil situación: a ver quién era el guapo que movía ficha estando las urnas esperando conocer la voz del pueblo soberano. Estaba claro que después de los comicios había que actuar, y lo hicieron, tan mal, en Barcelona, que después nadie se ha atrevido a repetir, dando paso a una inaceptable pasividad como la vista y vivida ante las violentas actuaciones contra el Parlamento y los políticos catalanes, por parte de otro grupo de energúmenos que bien podría ser seguidor de un equipo de fútbol cualquiera. Los dirigentes políticos no parece que tengan muy claro cómo actuar, aunque creo que a estas alturas de la trayectoria de este movimiento popular de protesta, quien sepa ver habrá entendido que no estamos ante un movimiento con mayor o menor aceptación social. Sencillamente porque el 15-M es la punta del iceberg bajo el que se escuda la sociedad en general y su profundo malestar.

La realidad de los “indignad@s” tiene un potente sustrato teórico de gran altura, acorde con la gravedad de la situación social de muchas familias y prácticamente toda la juventud en estos largos y densos años de crisis económica insoportable. Cuando la desesperación es la que habla, hay que saber escucharla muy detenidamente, olvidando la tentación de callar su voz. Porque no estamos ante unos jóvenes hippiosos que no tienen en qué entretenerse y les ha dado por incordiar eligiendo muy bien la fecha. Ya les gustaría que así fuera a estas clases políticas que sólo alcanzan a ofrecer desconcierto como respuesta a unas demandas muy concretas y de una gran firmeza a la hora de dejar claro que o se le da a la gente lo que quiere, o ésta no va a dejar de pedir lo que le corresponde…ni siquiera para ver un ratito de fútbol.