POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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BELLEZA CONVULSA


“La belleza será convulsiva, o no será”
André Breton (Nadja)

Llegó la policía a la Plaza de Cataluña, en Barcelona, y desalojó a quienes se negaban a abandonar la concentración popular que de plaza en plaza va expresando por toda España su malestar, en lo que se ha denominado el movimiento 15-M. En una tan desmedida como estéril actuación, los policías no dudaron en desplegar la fuerza bruta contra el pueblo. Porque era contra todo el pueblo español que actuaban. Cuando “emporraban” (y no precisamente a base de joints, sino de prosaicos mamporrazos) a quienes en una actitud de pasiva resistencia se negaban a ser desalojados, éramos todos las víctimas de su intolerable proceder.

¿Resultado del desalojo a la fuerza? Ese mismo día la plaza barcelonesa batió el récord de afluencia de gente. Porque no hay mordazas para el pueblo si éste decide hablar. Cuando la convulsión toma forma, nunca se puede llegar a predecir el alcance de sus efectos. Pero aunque impredecibles, las ondas se expanden irremediablemente en cuanto rompes las aguas al lanzar una piedra a su superficie. No es posible acabar a base de palos con la desesperación de quienes se proclaman indignados; es tan inútil como querer apagar el pavoroso fuego que destruye un bosque a base de echar un poco de agua, pues ésta sólo logra avivar las llamas.

El sistema de democracia directa es ideal para los grupos pequeños, que pueden expresarse a base de asambleas populares. Viendo cómo actúan los manifestantes que llenan las plazas más importantes de numerosas ciudades repartidas por todo el país, comprobamos que se está dando en la calle lo que en las instituciones no es más que una formalidad, cuando no algo olvidado. En las plazas se le da la voz a quien tenga algo que decir; se debaten los temas, con aportaciones libres de consignas de grupo político y demás mordazas a la libertad de expresión; se elaboran propuestas que son la base de las demandas populares. Unas peticiones que el buen político hará bien en escuchar, no sustituyéndolo por una orden de desalojo policial.

Es una pena la cantidad de gente joven súper preparada que no ha trabajado nunca ni ve la posibilidad de hacerlo; que para más INRI al solicitar un empleo hace ya mucho que aprendieron que lo mejor es enmascarar su formación, pues cuanto más estudios tengas, menos oportunidades, siempre a favor de los más desfavorecidos. Como es triste el elevado número de padres y madres de familia que se ven en el paro a una edad muy poco favorable para encontrar un nuevo trabajo, y con unas obligaciones económicas familiares mucho más gravosas que las de la juventud, que al fin y al cabo se ven abocados a vivir con los padres a una edad impensable hace unas pocas décadas. Aunque creo que la indignación va mucho más allá del factor laboral. Tiempo al tiempo y mientras los españoles nos veamos obligados a salir a la calle para reunirnos en las plazas y protestar, estaremos inmersos y recreando la belleza convulsa, esa que conmueve y transforma, no ya sólo íntimamente sino muy especialmente a nivel social.