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¡INDIGNAOS! |
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Al conocer la existencia, hace unos meses, de este libro, me provocó una gran admiración que dos autores nonagenarios, Hessel y Sampedro, tuvieran una mente tan inquieta y despierta como para ser rebeldes y llamar a los jóvenes a la rebelión. ¿Cómo no ser rebelde con tantas causas propias y ajenas? Pero también sentí que era una pena que la juventud, el futuro, mostrara tanta indiferencia ante el malestar en estos tiempos de crisis y no pasara a la acción a la hora de exigir soluciones a sus problemas, no planteamientos parciales que no incorporan sus verdaderas demandas. La indignación está tan justificada, en jóvenes, adultos y mayores, hombres y mujeres, que pronto cunde entre los millares de personas que han encontrado en estas concentraciones populares espontáneas el modo y la ocasión de expresar su descontento y la gran brecha que se ha abierto entre la clase política y la ciudadanía. El movimiento 15-M ha saltado directamente a la prensa nacional e internacional, y a todos los medios de comunicación, contagiándose internacionalmente y sin saber ni sus protagonistas el efecto y la continuidad o no de las movilizaciones. Varias generaciones unidas en la calle, hablando, debatiendo posturas, elaborando en vivo sus propuestas, yendo más allá de la actitud de unas sempiternas crítica y denuncia. En una sociedad en la que no se vive bien; con una tasa de desempleo que asusta; con una falta de valores y principios que a veces provocan situaciones desconcertantes; una crisis económica feroz y que dura ya demasiado, ¿cómo ignorar que la indiferencia es la mejor manera de perpetuarla? Nunca se debe dejar de creer en el futuro, pero cómo se lo dices a tantos jóvenes con excelentes expedientes y esmerada formación que ven pasar los años sin una sola oportunidad; o a tantos no tan jóvenes que de repente se ven en el paro a una edad muy difícil para volver a acceder a un puesto de trabajo; o a tantos desencantados que dan la espalda a una realidad que les supera. El 15-M no es un movimiento antisistema, porque lo que pretende es mejorar el sistema. No quiere acabar con los políticos, pero sí con un estilo de hacer política que no escucha a la gente cuando explica sus problemas y cuyas soluciones no le resuelven nada. Quien no sepa comprender que la gente tiene el poder, está perdiendo la maravillosa oportunidad de ejercerlo. La sociedad ha cambiado mucho y todo lo que en ella hace infelices a sus miembros, hay que revisarlo. Yo me siento indignada y tengo no uno sino muchos motivos para sentirme así. ¿Y tú? |
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