POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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PUNTOS DE REFERENCIA


Sea cual sea el ámbito por el que te muevas, si no quieres perderte has de guiarte por los referentes, por los puntos de referencia que te sirven de guía y a través de los que constatas que vas por el camino adecuado, que no es otro que el que tú deseas seguir, con independencia de la opinión ajena.

Así, si caminas durante el día el sol puede orientar tus pasos y te bastará un simple vistazo para saber que te diriges a donde deseas. Y por la noche, nada mejor que la vía láctea para llevarte donde tus pasos quieren, aunque no seas un romero ni tu meta esté en Santiago. Porque si todos los caminos llevan a Roma, tus pasos te llevarán a la meta que anhelas, por lejos que quede de la capital italiana.

Hubo un tiempo en que los sabios eran puntal orientador de la humanidad y a modo de mojones marcaban el rumbo a seguir. Los nombres de los mejores han llegado hasta nuestros días sin necesidad de haber inventado nada, ni de ser descubridores de cualquier cosa que haya cambiado nuestro destino. Cuando dices Sócrates, Platón y Aristóteles sabes que estás nombrando una tríada fundamental en el pensamiento y el razonamiento humanos, y sus palabras alumbran en medio de la oscuridad. Aunque nunca se ha de perder de vista el dicho de que no se le pueden echar flores a los cerdos porque se las comen.

Pero para quienes no se comen las flores, éstas alegran la vida. Decía Aristóteles que la sabiduría es adorno en la prosperidad y refugio en la adversidad. Pueden parecer simples palabras sin más, pero cuando habla un sabio está muy por encima de la vulgar palabrería. Su voz abre caminos y son bastón en que apoyarse cuando titubeas y te encuentras sin fuerzas para andar por ti mismo. Y lo mejor que tiene un bastón es que no sólo te vale para ayudarte cuando estás débil, sino que en un momento dado te puede ser utilísimo para arrear un buen bastonazo a quien se interpone en tu camino.

Los referentes son, pues, esenciales a la hora de relacionarnos con los demás y con el mundo, tanto exterior como interior. Y aunque pueden ser externos, nada mejor que nuestros puntos de orientación nazcan de nuestro mundo interior. Será la mejor manera de no sentirnos perdidos cuando nos falle la luz exterior. Si nos movemos de acuerdo con nosotros mismos, difícilmente nos sentiremos desorientados al dejar de ver las señales de fuera. Nada mejor que estar bien sin depender de otros que no seamos nosotros, porque si podemos mirarnos a la cara podremos mantener la vista ante quien sea, por mucho que se empeñe en menospreciarnos. Y al contrario, si te sientes querido por los demás pero no te gustas a ti mismo, vas por muy mal camino.

La autoestima es lo que te quieres a ti, y si ello depende de referentes ajenos, caerás en lo más bajo en cuanto pierdas esos asideros extraños. Pero si te valoras en función de tus propios esquemas y valores referenciales, será casi imposible que los otros puedan vencerte. Si has de escuchar a alguien que no seas tú mismo, no dudes en atender a quienes han quedado en el acervo cultural a través de los siglos gracias a sus sabias palabras. Por algo se dice que a palabras necias oídos sordos. Mejor que cierres tus sentidos a la imbecilidad vociferante que a veces llena el aire con su vacuidad. Sé fiel a ti mismo y a tus principios, y nunca te vendas. Entre otras cosas porque a pesar de que digan que todos tenemos un precio, tú no lo tienes y ese es el secreto de tu grandeza. Si has de escuchar referentes de sabiduría, recuerda a Aristóteles cuando escribió que la más dura victoria es la victoria sobre uno mismo.