POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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POETAS

Hace muchos años me emocionaba una preciosa canción de un grupo llamado Aguaviva que ponía música a lo que entonces desconocía que era la “Balada para los poetas andaluces de hoy”, de Rafael Alberti, nada menos. Seguramente muchos recuerdan aquello de “¿qué cantan los poetas andaluces de ahora?...”, que antes de escribir esto he escuchado en las voces del mismo poeta y de Rosa León recitando y cantando sus versos. Si hace ya 35 años me gustaba y me dejaba embobada escuchando lo que apenas si llegaba a comprender, el recitado de Alberti me ha sobrecogido. Además, ahora sí entiendo lo que escribió el poeta.

Hay personas a las que la poesía no les llega, “no la entiendo”, dicen muchas veces, y sin embargo hay otras que no conciben la vida sin ella. En esa Balada del autor de El Puerto de Santa María - ¿quién no se conmueve cuando se traslada en el vaporcito Adriano III desde la desembocadura del río Guadalete por la bahía de Cádiz? -, hay unos versos  que dicen:

“(…) ¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta?
¿Quien mire al corazón sin muros del poeta?
¿Tantas cosas han muerto que no hay más que el poeta? (…)”

El corazón sin muros del poeta… Es así, los hombres y las mujeres poetas desnudan sus corazones cuando escriben. Leerlos es un acto de intimidad y comunión con sus voces, porque a través de sus palabras entras en el mundo de los sentimientos y las sensaciones, algo muy sagrado –sin connotaciones religiosas-. Siempre siento que el poeta es un filósofo, pero no de la mente, sino del corazón. No se explican los poemas, aunque la gente no los entienda, porque transmiten lo que cada quien sea capaz de percibir. Puede que algunas estrofas no las entiendas, pero hay ritmo, hay cadencia, hay palabras que se leen deprisa pero que se escriben despacio y que cuando se materializan han viajado interiormente en un maravilloso proceso que no es otro sino el de la creación. No se explica la poesía, como tampoco se explican la luz o la sombra o los colores. Simplemente se siente.

Poetas. Creadores, pensadores del lado oculto y sumergido de la vida, caminantes del mundo abstracto e intangible. Escultores de la belleza en todas sus múltiples dimensiones, incluidas las negativas que conforman la no belleza. Apasionados de la rima y de la prosa. Porque qué equivocados están quienes piensan que no es poesía si los versos no tienen rima, siquiera sea asonante. Tomemos por ejemplo los poemas traducidos de los más grandes poetas del verso tradicional, ¿acaso deja de ser poesía al convertir en verso libre lo que en el lenguaje original se ciñe a la rima y a la métrica? Poesía es todo lo que cantan los poetas. Porque un poeta al escribir, canta, y porque un poema es conjunción de literatura y música. No en vano los músicos acuden con frecuencia a los poetas. Como hicieron los citados Aguaviva y tantos otros.

Puede que para alguna gente la voz de los poetas no tenga la menor importancia, pero me quedo con Gabriel Celaya cuando dijo que “la poesía es un arma cargada de futuro”. Tal vez por eso los regímenes totalitarios exterminen sistemáticamente a los poetas no afines. ¿A quién le hizo daño Federico García Lorca para merecer su triste final? ¿Cómo se puede entender que alguien tan humilde y sencillo como Miguel Hernández, que lo poco que tuvo, y era tan grande y gigante y universal y eterno ese poco, fueron sus poemas, muriera a los 32 años en las cárceles de la posguerra, condenado a apenas conocer a sus hijos? Las dictaduras tienen miedo de los poetas y acaban con ellos, pero jamás pueden silenciar su voz, que es de todos y todo lo impregna. Porque como escribiera José Hierro

 “(…) La poesía es como el viento,
o como el fuego, o como el mar.
Hace vibrar árboles, ropas,
abrasa espigas, hojas secas,
acuna en su oleaje
los objetos que duermen en la playa (...)".