POR LA ALAMEDA

Una sección de Lola Fernández Burgos
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EL SIGUIENTE

Dicen que hay crisis económica, pero eso será para los ricos, porque los pobres seguimos igual que siempre: sin disfrutar de las ventajas de la bonanza, y tan panchos cuando ésta se desdibuja cual pompa de jabón en el aire iracundo de las vacas flacas. Los que se beneficiaron de la especulación, al desinflarse ésta cual alucinación en el desierto, ahora se dan cuenta de que se les ha acabado el chollo, pero que le quiten lo bailado, dirán ellos. A los que vimos las vacas gordas pacer en pastizal ajeno, como que ni nos va ni nos viene.

Así que ajeno el problema, que otros busquen la solución. En una sociedad sin valores que guíen las conductas humanas, poco más queda que la moda y la temporalidad de la tontería, que es mejor que su perpetuidad, al menos. La gente no piensa demasiado, pisa el acelerador y tira “p´alante”, con el deseo de llegar los primeros, no saben dónde, pero el caso es tomar la delantera y jactarse de una victoria más. La carrera de la vacuidad, el triunfo de la sinsustancia. Genial.

Este mundo tiene prisa, no siente el frío, no mira a nadie. La solidaridad es para el cuarto mundo, que está más lejano que el tercero, y en la pobreza es mejor marcar distancias, no nos vaya a salpicar. Qué más da que a muy pocos metros convivan en infraviviendas gente a la que ni el 0,7% ni el 23, vamos, les arreglaría su miseria económica y humana. Qué importa que mueran solos y sean devorados por los perros, compañeros de infortunio. Si no fuera porque salen en las noticias y dan mala fama, ni medio minuto nos quitarían, porque ya se sabe que el tiempo es oro, y a los pobres, ni agua.

Dicen muchas cosas, para qué nos vamos a parar a escucharlas, si mientras nos pueden adelantar y dejarnos atrás. Si dicen, que digan. Si lloran, menos “mearán”. Si se quejan, fuera, que no tenemos ganas de que nos duela la cabeza, y el ibuprofeno ya no da más de sí. Qué sociedad más petarda, siempre creando problemas donde no los hay. Con lo a gusto que se está mirando al mar, soñando que estoy junto a ti, con unos cuantos abanicándome y siguiendo el trazado de mis manos para no perderse ni un chasquido de mis dedos.

Crisis, pobreza, medidas financieras, qué de palabrotas en este mundo egoísta en el que tanto tienes, tanto vales; así que si no tienes nada, ni siquiera crisis, no es que no seas nadie, es que ni siquiera eres nada. Y ya se sabe que si vas al médico y le dices “doctor, no soy nadie”, él lo único que responderá, y no a ti precisamente, será “el siguiente”. Así que no te esfuerces, puedes desaparecer de la faz de la tierra y nadie te echará de menos, porque para añorarte primero habría que quererte, y para ello tendrías que haber sido el titular de un interés, siquiera pasajero.

Si no interesaste a nadie, por lo que fuera, aunque nimiedad fuera ese fuera, no existes. No has de preocuparte, pues, por nada. Vive tu vida como más te plazca, y al menos no te falles a ti mismo, porque eres lo único que tienes. Que puedas seguir mirándote a los ojos y sin avergonzarte de ti mismo. Esa es la mayor y mejor riqueza que compartir con quien te quiera, no por lo que tienes o dejas de tener, sino por cómo eres y por tu lucha diaria por ser mejor persona.