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UN VIAJE CON SABOR |
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Quiero decir antes de nada que mi condición de política no me impide escribir, ni hacerlo objetivamente y sin tintes partidistas. Lo tengo muy claro: depende del medio en el que escriba. Si es un espacio como éste, no tengo que “hacer política”, aunque la política está en todas partes. Y si digo esto es porque sé que han querido a veces leer lo que hay entre líneas, olvidando que yo soy muy clara y cuando quiero decir algo uso las líneas, que para eso están. Puede ocurrir que a veces quien es oscuro se cree que los demás tienen miedo a la claridad. Dicho lo cual me voy a parar hoy un ratito a hablar de un tema que dudé en si tocar o no, precisamente para no levantar suspicacias en quien no necesita motivos para sentirse provocado, como si no hubiera cosas más importantes en esta vida que provocar. En los últimos tiempos estamos asistiendo a expresiones repugnantes de xenofobia y racismo. No voy a entrar en el análisis de las posibles causas de que precisamente ahora “rebroten estos brotes”, porque haría política y no es el lugar. Simplemente denunciar desde aquí acciones que tengan que ver con el rechazo de seres humanos, procedan de donde procedan y tengan el color de piel que tengan. Denunciar y manifestar mi apoyo hacia todas las personas que no tuvieron más remedio que salir de su lugar de origen y recalaron entre nosotros en busca de mejor vida. En oposición a esto que está ocurriendo últimamente en nuestro país, este fin de semana he tenido la oportunidad de asistir, como política, a un acto que me ha emocionado como persona, y que por eso mismo quiero compartir con todos aquellos y aquellas que pudieran leer lo que semanalmente escribo. Se trata de la edición de un libro, modesto y sin pretensiones de llegar a las listas de best-sellers literarios, puesto que ni está a la venta, pero grande en su esencia y gigante en su elaboración. Se llama”Baza: encuentro de pueblos con raíces. Un viaje con sabor” y en él se da un repaso a las tradiciones, costumbres y gastronomías de prácticamente todas las culturas presentes en nuestra ciudad, representadas por las diferentes nacionalidades de los inmigrantes que viven en ella. Así, desde Rumania a Venezuela, por orden de mayor a menor presencia en Baza, se va “viajando” a través de Marruecos, Ecuador, Colombia, Argentina, Bolivia, Senegal, República Dominicana…y el repaso a sus diferentes idiosincrasias acaba con una receta culinaria, a cuál más apetitosa. Para Baza, por ejemplo, se ha elegido “Gurullos con conejo”. Esta es, en rasgos generales, la línea conductora de esta preciosa obra. Pero lo más importante es que para crearla han participado todos, con grandes dosis de ilusión y entusiasmo. Cada grupo de inmigrantes ha elegido con orgullo qué quieren aportar para que sea su tarjeta de visita y sus señas de identificación más significativas. Y Baza se ha convertido en la anfitriona de tan variopintas personas llegadas desde partes tan diferentes y distantes de nuestro planeta. Me encanta especialmente la idea de una receta, porque cuando llegas a una casa que no es tuya, el mayor signo de buena acogida y de aceptación es invitarte a la mesa, para expresarte que eres bien recibido. Es, pues, una preciosa manera de manifestar el deseo de integración. Hay algunos colectivos de inmigrantes que no están en este proyecto, se me viene a la cabeza el pueblo chino, por ejemplo; pero las posibles ausencias se suplen con creces con el calor de las identidades presentes. Una idea genial que no quiero dejar de aplaudir desde estas líneas, que no entre líneas, y que en el acto de su presentación logró que me emocionara y me sintiera orgullosa de ser política y poder ayudar, entre todos y cada uno con su posible aportación, a que estas iniciativas prosperen y sirvan para conseguir un mundo mejor en el que haya tanto amor entre sus habitantes, que no se dé cabida al odio de nadie para con nadie. |
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