Documento 28/14 - 13 de julio de 2014

BAZA: DE CAPITAL DE PARTIDO A CIUDAD EXPOLIADA

Autor: JUAN ANTONIO DÍAZ SÁNCHEZ. (Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino)


“En fin, él [amor público] es el que
obtiene del particular todos los sacrificios
que demanda del común, y hace que el bien
y la prosperidad de todos entre en el objeto
de la felicidad de cada ciudadano”
(Gaspar Melchor de Jovellanos)

Escribía sobre Baza el polígrafo y visir granadino, Ibn Al-Jatib, en el año 1347: “¿Qué os parece Basta? Es un paraje fértil, es una villa cuyo nombre patentiza su realidad…Basta es la misma donde se encuentran los tesoros que atestiguan que la gente siente predilección por la agricultura y la ganadería…Su mezquita, llamada del «Paraíso» es un testimonio suficientemente claro de la bendición divina. Su puerta, llamada «de almizcle» es una señal, de su buen aroma. Sus alquerías son una auténtica ola encrespada del mar…”

El día cuatro de diciembre de 1489, la ciudad capituló ante los ínclitos Reyes Católicos, doña Isabel I de Castilla y don Fernando II de Aragón; con ello terminó el Cerco de Baza.

Comenzaba un largo proceso histórico de cristianización de una ciudad, de unos núcleos poblacionales, de una tierra. Los musulmanes habitantes de esta tierra durante ochocientos años, tras la revuelta de los mudéjares del Albaicín de Granada en 1502, no tuvieron más opciones que convertirse al cristianismo, y, pasar a ser cristiano nuevos o moriscos, o exiliarse al norte de África. Inmediatamente, se llevó a cabo el Repartimiento de Baza y el Repartimiento de la Sierra de Baza. También se produjo la formación del Cabildo o Concejo bastetano que estaba dominado por personas afines a las oligarquías y élites bastetanas. En definitiva, como podemos ver, fueron muchos cambios los que se produjeron en esta tierra de Baza cuando fue incorporada a la Corona de Castilla.

En Baza sabemos que la justicia era impartida por el cadí, que vivía en la alcazaba junto al “caudillo” militar de la misma, en la época musulmana, nada más y nada menos, que del 711 al 4 de diciembre de 1489. A partir de la Reconquista y cristianización del Reino de Granada, la justicia fue impartida por los jueces y oidores de la Real Chancillería que, en 1505, fue trasladada de Ciudad Real a Granada por expreso mandato de doña Isabel la Católica. Una delegación de la misma fue instalada en la ciudad de Baza para tratar ciertos asuntos en primera instancia.

En el siglo XVIII, concretamente en 1752, cuando el cabildo bastetano hubo de responder al cuestionario general para la elaboración del Catastro de Ensenada, cuando fue preguntado por el tema de la justicia respondieron lo siguiente: “A la trigésimo segunda dijeron que en esta ciudad hay siete abogados”. Dentro de los oficios o cargos que había en la delegación de justicia de Baza, a mediados de la centuria Ilustrada, podemos destacar los siguientes: abogado de las rentas, Alguacil Mayor de la Real Justicia, Fiscal de la Real Justicia, Alguacil Mayor de Campo, ministros ordinarios del juzgado, ministros numerarios, recaudador de las Rentas Provinciales, Procurador y Notario Archivista de la Audiencia Eclesiástica.

Baza, desde la su incorporación a la Corona de Castilla en el contexto de la Guerra de Granada a finales del siglo XVI, hasta la división provincial de España llevada a cabo por el motrileño Javier de Burgos en 1833; fue la capital de un extenso territorio, el segundo más grande de toda Andalucía. Llegó a ser un corregimiento independiente (1769-1835). A partir de esta última fecha, se terminó de configurar en España su actual mapa geográfico político, es decir, se crearon las provincias tal y como las conocemos en la actualidad. Su primer corregidor fue don Esteban Márquez Delgado y el último fue don José de Zayas.

Con el proyecto de división provincial de España que hacíamos referencia anteriormente, el antiguo Reino de Granada fue desmembrado en tres provincias: Málaga, Granada y Almería. Sin embargo, Almería no tuvo tan claro que fuese a ser la capital de la provincia más oriental del sudeste español. Baza también compitió por la capitalidad de dicha provincia. Para ello, se amparaba en las ideas administrativas que habían importado los franceses a España durante la Guerra de la Independencia. Lógicamente, estos pretendieron hacer una copia fiel del sistema departamental francés y dividir a España en prefecturas y subprefecturas. Baza fue capital de la subprefectura que llevaba su nombre, incluida ésta dentro de la prefectura del Genil, durante la dominación francesa. De hecho, el primer subprefecto que vino a Baza fue don Santiago Argüero. Una vez finalizada la Guerra Peninsular, Baza volvió a ser lo que había sido antes, capital de partido y corregimiento hasta 1835.

Ya en 1821, el regidor bastetano, José Sánchez Morales, advertía de las deficiencias que tendrían en materia de comunicación las villas y ciudades que componían el antiguo partido de Baza. Se publicó un folleto –que componía un estupendo alegato, según el historiador Guillén Gómez, brillantemente escrito y estructurado− que apostaba claramente por Baza como capital de dicha provincia: “Razones en apoyo del dictamen de la Junta de División del Territorio sobre hacer Capital de provincia a Baza”.

En este mismo sentido, siguiendo al profesor Segura Ferrer, el parlamentario Cortés dijo que las ciudades que poseían puerto marítimo partían con una clara situación de ventaja frente a las que no, puesto que éste componía una fuente de riqueza muy importante. No obstante, el mayor defensor de la opción bastetana fue Romero Alpuente, puesto que esgrimía como principal argumento que Baza era el camino natural hacia Murcia y el Levante desde la época en que el Reino Nazarí fue incorporado a la Corona de Castilla.

Finalmente, el debate fue llevado a las Cortes, donde quedó aprobada la provincia de Almería con su capitalidad en dicha ciudad por sesenta y cuatro votos a favor y cuarenta y dos en contra. De esta forma, Baza perdió la capitalidad del antiguo partido y se desvanecieron sus aspiraciones a ser la capital de esa nueva provincia que se estaba dibujando en el nuevo mapa territorial de la España Liberal.

No pretendo escribir un artículo acerca de la historia “del expolio de Baza”, simplemente, con estas notas y datos históricos, he querido poner de manifiesto que a esta tierra se la ha expoliado a lo largo de los siglos. Lo que pretendo es sensibilizar a las autoridades competentes para que no hagan desaparecer los partidos judiciales de las provincias. La Justicia es un derecho constitucional que tenemos todos los españoles y el deber del gobierno de la Nación es hacerla lo más asequible y accesible posible al ciudadano. En estas líneas, ha quedado demostrado que en la ciudad de Baza se ha impartido justicia a lo largo muchos siglos. La desaparición de los partidos judiciales y centralización de la justicia en la capital traería consigo nefastas consecuencias y graves perjuicios a la población que vive a una distancia considerable de la misma. No es justo que si precisamos de la Justicia, tengamos que desplazarnos más de cien kilómetros para poder ejercer nuestro derecho a la misma.

Por último y a modo de conclusión, quiero hacer un llamamiento a las autoridades que sean competentes en este asunto, por favor, no añadamos un nuevo expolio más a ese largo, infausto y triste listado. Baza y su tierra merecen tener jugados, en virtud de su historia y de su realidad social, al igual que todos los otros partidos judiciales de la provincia. Ruego a sus señorías que tomen ejemplo del ilustrado Jovellanos y hagan de la política una cuestión de “Amor Público”.