Documento 50/12 - 12 de noviembre de 2012

NUNILÓN Y ALODÍA: LAS SANTAS DE HUÉSCAR

Autores:

  • JUAN ANTONIO DÍAZ SÁNCHEZ (Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino)

  • MARÍA CASTAÑO JIMÉNEZ (Diplomada en Magisterio Musical. Universidad de Granada)


Una de las fiestas más importantes del Altiplano granadino es la de las Santas de Huéscar, Nunilón y Alodía. No nos deja de sorprender que en dos localidades del norte de la provincia de Granada, Huéscar y Puebla de Don Fadrique, se le tenga esta devoción a estas Santas de origen navarro pero como tendremos ocasión de esbozar a lo largo de este artículo, podremos saber del porqué.

La ciudad de Huéscar está situada al noreste de la provincia de Granada, es cabeza de partido de la comarca conformada por los siguientes municipios: Castilléjar, Orce, Galera, Castril y Puebla de Don Fadrique. Precisamente con este último pueblo, la Puebla de Don Fadrique, es con el que está relacionada la festividad de las Santas en el Altiplano granadino. Podemos decir que es una fiesta compartida entre un pueblo y otro, Huéscar y Puebla de Don Fadrique, puesto que las Santas Nunilón y Alodía son las patronas de sendas localidades.

Sin embargo, cuando hemos estado realizando la lectura de los escasos y sucintos trabajos que abordan esta temática no nos ha dejado de asaltar la duda siguiente ¿cómo es posible que se veneren a dos santas de origen navarro en dos pueblos septentrionales de la provincia de Granada? por supuesto la respuesta a esta pregunta no la podemos obtener a menos que demos un repaso por la historia de la comarca de Huéscar.

En el año de 1434 se dio una incursión cristiana a manos de los castellanos en la tierra de Huéscar que era una zona fronteriza bastante importante de la zona septentrional del antiguo Reino Nazarí de Granada. Poco tiempo después Huéscar volvería a ser “reconquistada” por los musulmanes hasta que en el año 1488 la Reconquista cristiana fue definitiva y realizada por capitulación sin tener que llegar a combatir a diferencia de lo ocurrido en el cerco de Baza. Huéscar fue uno de los pocos territorios que fue entregado en señorío por los Reyes Católicos en el contexto de la Guerra de Granada (1482-1492). Los católicos monarcas no estaban dispuestos a que el Reino de Granada se convirtiera en un núcleo de tierras que pudieran engrandecer más de lo que ya estaba a la nobleza castellana o a la Grandeza de España. En el caso de Huéscar los Reyes Católicos siempre pudieron jugar un papel de árbitros con todo el tema de los mudéjares que posteriormente pasaron a ser moriscos y que, naturalmente, eran los que más tributaban a la hacienda castellana.

Las capitulaciones de la ciudad de Huéscar fueron muy generosas con los musulmanes que en dicha ciudad habitaban a consecuencia de la poca resistencia que éstos opusieron a las tropas castellanas. Ocho años más tarde, en 1496, don Fernando el Católico cedía la ciudad junto con sus tierras limítrofes a su cuñado, don Luis de Beaumont, conde de Lerín y condestable de Navarra, a la muerte de éste en 1508, Huéscar pasó a ser de nuevo realenga. A partir de 1512, Huéscar fue incorporada al señorío de la Casa de Alba, concretamente a don Fadrique Álvarez de Toledo. A esto debemos de añadir que en el plano religioso desde la Reconquista de Huéscar por los Reyes Católicos, ésta permaneció como Vicaría en algunas ocasiones, otras en Abadía; de la Sede Primada de Toledo hasta el Concordato del año 1953. Ciudad y tierra de señores, de rancio abolengo..., en la que la tierra estaba muy escasamente repartida puesto que debemos de tener en cuenta que las tierras comunales que pertenecían al concejo no eran suficientes para paliar y cubrir las grandes necesidades alimentarias de la población de la misma. Por ello, siguiendo a don Vicente González Barberán: “a raíz (...) de 1513, se enciende un permanente litigio por agravio contra la casa de Alba que hubo de durar prácticamente hasta la supresión del sistema señorial por las Cortes de Cádiz, en 1812”. Don Fadrique Álvarez de Toledo buscó a nuevos partidarios dentro de los anejos de Huéscar como por ejemplo fue en La Volteruela −actual Puebla de Don Fadrique− a la que otorgó una carta puebla, podemos considerar a este anejo como “el pueblo del duque” porque contaba con su protección señorial. Su época de mayor esplendor se dio durante el siglo XVIII que casi llegó a tener el mismo número de población que Huéscar, fue tras la retirada de los franceses después de la Guerra de la Independencia cuando la Puebla de Don Fadrique conseguiría su tan anhelado villazgo.

En cuanto al origen de la veneración a las Santas Nunilón y Alodía podemos saber que fueron dos mártires de Osca (probablemente el territorio de la actual Huesca provincia de Aragón). No nos ha de sorprender que en aquella época que Huesca estaba muy unida al Reino de Navarra y siendo el primer señor de Huéscar el condestable de Navarra como hemos visto anteriormente, importara a la tierra de Huéscar la devoción por las Santas Nunilón y Alodía que había sido muy próspera en Navarra y en Huesca. Éstas fueron llevadas a martirio, según Eulogio de Córdoba, el 22 de octubre del 851.

Muy posteriormente podemos ver que en el año 1580 La Puebla de Don Fadrique declara por día de fiesta el de las Santas:
“... los vecinos de la Puebla de Don Fadrique solicitaron al Arzobispo de Toledo que les permitiera celebrar el día de las Santas como día de fiesta. el 28 de octubre de 1580, el beneficiado D. Pedro Tallada, vicario de Huéscar y su partido, "dijo cómo había venido a ciertos negocios tocantes a la iglesia y que estaba informado cómo los vecinos de este pueblo y beneficiados de la dicha iglesia tenían muy particular devoción con las bienaventuradas Santas vírgenes y mártires Nunilona y Alodía, patronas de esta tierra, y que deseaban mucho se notase (anotase) su fiesta para guardarla y celebrarla con la veneración y observança que las demás fiestas solemnes se suelen guardar; y que en la dicha ciudad de Huesca se habían juntado los cabildos eclesiástico y seglar y vecinos de ella para notar y habían notado el dicho día y fiesta, y habían pedido y suplicado al Ilmo. de Toledo fuese servido mandar que se guardase y celebrase, y que con la voluntad y voto de la dicha ciudad se había de enviar a Su Señoría Ilma. que viesen si estaban en el dicho propósito y determinación de hacer el dicho auto lo hiciesen, para que constando a Su Señoría Ilma.. hubiese efecto su justo y santo deseo; y ambos los dichos cabildos eclesiástico y seglar dijeron cómo había mucho(s) que deseaban que se notase, guardase y celebrase la dicha fiesta, y que así todos unánimes y conformes la votaban y notaron, y piden y suplican a su Ilma.. Señoría sea servido de mandar que se guarde y celebre como las demás fiestas solemnes de la iglesia, porque en ello, (a)demás de que Dios Nuestro Señor sea servido, recibirán todos muy crecida y particular merced; y para mejor entender la voluntad del pueblo, el dicho señor vicario dijo a los que estaban presentes y habían concurrido al dicho voto, usasen si les parecía bien, y todos dieron a entender que así lo deseaban y querían, y no hubo quien hiciese ni mostrase contradicción alguna de como así votaban la dicha fiesta...".

En 1603 ya se venera en la Sagra a las Santas, canalizándose el culto por la cofradía existente en Huéscar:
“...Terminando el verano de 1603, llegó a Huéscar D. Melchor de Vera y Soria, obispo de Troya y Visitador general del Arzobispado de Toledo, para conferir el Sacramento de la Confirmación. Aprovechando tan importante visita, el mayordomo de la cofradía de las Santas Mártires, Martín de la Cueva, que no estaba seguro de si la ermita y las imágenes habían sido bendecidas, organizó la bendición solemne y demás ceremonias”.

La rebelión de los Moriscos en la Guerra de las Alpujarras en 1570 contribuyó a que se reforzase aún más en la población la devoción a las Santas. Como dato curioso podemos aportar siguiendo el trabajo del profesor Pulido Castillo que las Santas se hubieron de tallar nuevas en el año 1800 porque las que había en el siglo XVI estaban ya muy deterioradas, éstas del siglo XIX fueron restauradas en 1902 por los talleres de “Hijos de Miguel  Gusi” en Barcelona. Podemos señalar también, cómo en 1912 “... A petición de las autoridades civiles y eclesiásticas oscenses, el Obispo de Lérida, don Juan Antonio Ruano Martín, concedió a la parroquia de Santa María unas partículas de los restos mortales de las Santas Alodía y Nunilón, tomadas de los conservados en Adahuesca”.

En la actualidad la festividad de las Santas es la más importante tanto en Huéscar como en la Puebla de Don Fadrique. Como hemos apuntado anteriormente su celebración litúrgica en Huéscar se realiza el 22 de octubre haciéndose coincidir con la feria de dicho pueblo. Este día se celebra una Misa solemne en honor a las Santas Nunilón y Alodía, y en los últimos años se viene celebrando un triduo en su honor.