Documento 39/12 - 5 de agosto de 2012DON JOSÉ FELIP SANTAOLALLA, UN EJEMPLO Y MODELO DE ALCALDE.
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El alcalde Felip se dedicó a arreglar de entrada los problemas urbanísticos que más precisaban en Caniles, como eran la tapia del cementerio y el acceso al pueblo. Uno de los asuntos más importantes que pesaban sobre las tierras de Caniles era el Censo de Población, que databa del año 1572, después de la repoblación que siguió a la expulsión de los moriscos del Reino de Granada en el año 1570, bajo el reinado de Felipe II. El alcalde, previa autorización de la Corporación, también redimió al pueblo de esta carga, concertando escritura a este objeto con don Luis Baquera, residente en Granada y dueño a la sazón del citado Censo, en el precio de 90.000 ptas. que el pueblo pagaría en cuatro plazos anuales. Por estos mismos años se solicitó para Caniles un puesto de la Guardia Civil de cuatro guardias y un cabo, asumiendo el Ayuntamiento el pago del alquiler de la Casa-Cuartel, y toda la clase de atenciones y servicios que necesitasen los guardias. Don José Felip observó que hacía mucho tiempo que la línea telegráfica estaba cerrada en Caniles, por falta de fondos municipales para poder sufragar el sueldo que cobraba el telegrafista. Quiso poner una solución bastante rápida, pero le fue imposible por no tener el apoyo de la Corporación. Caniles era un pueblo fundamentalmente agrícola que basaba su economía en el cultivo de la remolacha azucarera. Cuando ésta se abandonó, se produjo un alto índice de paro. Por ello, el alcalde Felip tuvo que actuar en consecuencia. Solicitó fondos al Gobernador para mitigar el paro obrero y autorización para rebajar el precio del pan. No contento con esta solución provisional, en octubre de 1905 se desplazó a Madrid para gestionar la reapertura de la fábrica azucarera y solicitar permiso para reanudar la producción de remolacha azucarera motor, de la economía del pueblo. Las cláusulas del contrato con la Azucarera firmadas por el alcalde Felip consistían en la cesión de lo que excediera de sesenta litros de agua por segundo en la acequia del “Tortán”, durante el tiempo de campaña. La Azucarera haría revisión y conservación del cauce de agua y trabajaría entre las fuentes de la Salud y Maneta para ver de acrecentar el caudal hídrico. La Azucarera pagaría por este concepto 140 pesetas anuales al Ayuntamiento y, finalmente el contrato cesaría en caso de que la fábrica se dedicase a otro menester que no fuera procesar remolacha o destilar alcohol de la misma. Los años posteriores fueron más tranquilos, ya solucionado el problema del paro de los obreros con la reapertura de la fábrica Azucarera. El alcalde Felip se dedicó a su gran obra por la que sería recordado para la posteridad por todos los canileros: la dotación de agua potable al pueblo. Caniles fue así el primer pueblo con menos de 10.000 habitantes de España con dotación de agua potable antes del año 1920. |
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