Documento 10/12- 12 de marzo de 2012"UNA SEMANA SANTA DIFERENTE EN ANDALUCÍA”Autor: Antonio Víctor Martínez Cruz, Director de la Semana Santa Viviente de Cuevas del Campo |
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Jesús de Nazaret, la Virgen María y las Santas Mujeres, Poncio Pilato y sus Senadores, Caifás y los Sumos Sacerdotes del Sanedrín, el ejército romano con los mejores caballos de Iberia -jinetes incluidos- del emperador Tiberio; José de Arimatea, la Verónica junto con el pueblo hebreo, la “Recuperación de los Oficios”, el “Mercado Judío”, “La Ambientación de la Ciudad Sagrada”, el pueblo hebreo con todos sus figurantes, la Banda de Tambores, los animales de carga con sus arrieros, el ganado de ovejas y sus pastores; todos los equipos de trabajo, cada uno en su sitio, como tiene que ser. Sólo esperan una señal. ¡Son las cinco en punto de la tarde del Viernes Santo! La ciudad se activa, milagrosamente, a la vez como por arte de magia; todo comienza a funcionar a la perfección, como siempre. |
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Todo está a punto después de un año de intensísimo trabajo. La utopía está a punto de hacerse añicos -una vez más- ante el rigor histórico y la belleza de la puesta en escena de nuestra Semana Santa Viviente o por el gran esfuerzo, trabajo, tesón, ilusión y el cariño en el buen hacer de las cosas de toda la comunidad de Cuevas del Campo. Así está nuestro pueblo hoy, convertido en la auténtica ciudad de Jerusalén de hace más de dos milenios, con sus oficios recuperados, ladronzuelos, vendedores deambulando por sus calles míseras y su viejo “Mercado Judío” lleno de ruidos y mercadeo; el “Pretorio” de Pilato con su guardia personal, criados y damiselas; y llegados del “tajo” los hombres del esparto haciendo presente a nuestros antepasados cueveños, como en un abrir y cerrar de ojos, los esparteros y sus hijos cargados en sus espaldas de este “oro verde amarillento; las burras con los aperos de antes y los pastores con el ganado, pasando frente al palacio del gobernador de Judea con todo su estruendo, defecaciones en ruta y balidos; en días de frío intenso se refugiarán muy cerca de nuestra ciudad. |
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Es la época -¿gloriosa?- del emperador Tiberio, el año treinta y tres después de Cristo, reflejada en su indigencia y grandeza al mismo tiempo. Aquí, en la Jerusalén “cueveña”, está a punto de suceder una gran tragedia; se siente y se respira por todos los rincones y calles de este entrañable pueblo: Jesús de Nazaret ha sido condenado a morir en la cruz, junto a dos malhechores más. Su ejecución es cuestión de minutos o quizá de horas. La parada en el Mercado Judío con su exposición de aves rapaces y los juegos de cetrería que hacen más creíble a nuestro visitantes del lugar en el que se encuentra en estos momentos, en la realidad de la época cuando le ofrecen los diferentes productos de nuestro Altiplano de Granada, así como gran cantidad de remedios y plantas medicinales que, sin duda, curarán sus diferentes enfermedades por malignas que estas sean. Más de uno -nunca en la Jerusalén de nuestro pueblo se habían visto tanta gente junta- se sintió transportado al interior de este drama para ver morir al Nazareno en el Gólgota de Cuevas del Campo, junto a dos malhechores. Sin duda, no podrán olvidar tampoco donde estaban cuando oyeron golpear los látigos, una y otra vez, sobre la espalda de Jesús. |
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La Verónica, con la “santa faz” entre sus manos y las lágrimas manando copiosamente de sus preciosos ojos; la profundidad y dimensión mística del Drama de Pasión contrasta con el bullicio, los latigazos, el alboroto o los sonidos orientales del mercado judío, con su música peregrina y monótona hasta el cansancio; los gritos de reclamo del vendedor ambulante y vociferante, que casi siempre tiene éxito en su incómoda tarea, pues alguno acabará comprando o vendiendo su mejor mercancía; el proceso del amasado del pan desde la molienda del trigo, la confección de los adobes, las lavanderas, “desgranadoras” de panizo, partidoras de aceitunas o almendras. No falta un solo detalle, ni siquiera ¿el olor a incienso? que se entremezcla con la brisa entre los puestos con la brisa constante de la tarde, el ruido y la música con más de seiscientas personas –actores, actrices, figurantes, técnicos, colaboradores y otros, participando en la representación de nuestra Semana Santa Viviente. Y el que “tenga ojos para ver que vea” el gran milagro de Cuevas del Campo que dejaron con la boca abierta a más miles doscientas mil personas en los doce años de representaciones. ¿Hay algo más? Yo creo que sí, en el fondo, nos queda un pueblo entregado plenamente y sin descanso a este gran proyecto, ya, totalmente realizado y bordado con letras de oro en los anales de nuestra historia, porque hemos sido pioneros en esta actividad tan importante y complicada, con sumo esfuerzo e ilusión inimaginables. De todo esto, lo más importante ha sido el trabajo de todos, en el que no hubo persona más importante que otras, sino la unión de una fuerza viva, de un gran equipo con vistas de futuro trabajando en un proyecto impensable unos años antes. Solo el talento, la imaginación, la generosidad, el tesón y la constancia nos han dado de nuevo, sin lugar a dudas, en esta décima edición, más éxito del esperado: la inmortalidad cultural en el libro de historia de los pueblos. Fue una maravillosa e inolvidable semana entre marzo/abril donde en un “elegantísimo cóctel dramático” se mezcló hábilmente el grano de arena bien laborado de cada cueveño, surgiendo así el gran éxito de nuestra Semana Santa Viviente, con una escenografía preciosa y llena de sentimientos profundos, que hicieron brotar palabras y gestos de admiración de todas aquellas miles de almas emocionadas que nos visitaron -alguno ha vuelto más de una vez para repetir la visita- con la actuación de estos actores, actrices, figurantes, y colabores aficionados salidos del alma de este entrañable pueblo del Altiplano de Granada. El equipo de sonido situó estratégicamente y con perfección sus equipos en tres puntos diferentes del recorrido de la Pasión, para poder llevar con la mayor calidad la música a las diferentes escenas, sin que nadie ni nada se privase de unos momentos musicales únicos y espectaculares. ¿Y las actrices, actores, figurantes y la banda de tambores? Impresionantes todos, se integraron rápidamente en un único y verdadero equipo de interpretación. Consiguieron lo que nadie imaginó, lo que nadie esperaba, transportando, levantando e izando el nombre de CUEVAS DEL CAMPO hasta la cúspide, justo en el momento preciso; creando y transmitiendo también maravillosos sentimientos de una profundidad y una belleza humana que más de un espectador visitante envidió, por un momento, ser uno de nosotros; hasta tal punto -pienso yo- que el pasado de nuestro pueblo terminó aquel primer Viernes Santo y nuestro futuro se inició también aquel día en la Cueva de Parejo. |
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