Documento 50/11 - 15 de septiembre de 2011El Corredor ferroviario del Mediterráneo tampoco pasará por Baza
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La Princesa Triste, enterrada en Covarrubias habría estado encantada de viajar por la Red Central Transeuropea de ferrocarriles. En 1257, aquella bellísima Cristina de Noruega, hija de Haakon IV, habría podido ir desde Bergen a la capital de Suecia y allí habría tomado un tren de alta velocidad hasta la España de mediados del siglo XIII. De este modo no habría tardado un año en el viaje, se habría casado con el infante don Felipe, hermano por más señas del reputado Alfonso X, El Sabio, de Castilla y, pudiendo regresar a su gusto para ver a su lejana familia cuando le viniese en gana, la pobre princesita no habría muerto de pena. Se sabe que la melancolía es bastante más peligrosa que el puenting. No cabe duda de que las nuevas infraestructuras ferroviarias planeadas por la Unión Europea disminuirán costes y distancias y ayudarán a articular una Europa más ágil y cercana, conectando en un pispás Algeciras con Estocolmo para potenciar básicamente el transporte de mercancías. Parece asumido por todos que los proyectos prioritarios son el Corredor Central y el Corredor Atlántico de la Red Central Transeuropea; y, aunque ayer mismo el senado aprobó por amplia mayoría una moción en la que se pide al gobierno el apoyo firme al Corredor Ferroviario del Mediterráneo como prioritario, la empanada política española dificultará que éste sea una realidad medianamente viable. Ya el Gobierno de Aznar, del que era vicepresidente Mariano Rajoy, borró el disputado Corredor Mediterráneo del mapa de los ejes prioritarios en el año 2003, y hoy la Comisión Europea apuesta claramente por las conexiones Central y Atlántica antes que cualquier otra. Además, cuando el actual gobierno de Zapatero habla del Corredor Mediterráneo sabe que, de momento y en el mejor de los casos, se tratará de un ramal que unirá la provincia de Cádiz con Europa por Madrid y Valencia, dejando fuera a Granada, Almería, Murcia y Alicante. Y, por supuesto, no pasará por Baza. Todos habremos muerto. Ni mi generación, ni las siguientes tres generaciones, verán correr el tren por los campos de Baza. La línea Guadix –Almendricos, que unía Andalucía con el levante no será reabierta, al menos en los próximos cuarenta años. Yo ya no lo veré. Porque, entonces, todos estaremos muertos; también el diputado Manuel Pezzi y el fidedigno ministro de Fomento José Blanco y, por supuesto, habrán hincado el pico Felipe González y José Rodríguez de la Borbolla, ambos responsables de su eliminación el 1 de Enero de 1985. Lo podrían haber justificado con los versos de Miguel Hernández en El tren de los heridos: “Detened ese tren agonizante/ que nunca acaba de cruzar la noche”; pero ambos fueron menos literarios. Se limitaron a argumentar que se trataba de una línea altamente deficitaria; y se acabó, tan sólo porque había que liberar pasta gansa para acometer la infraestructura del AVE hasta Sevilla. Quizá fuera éste uno de los episodios más tristes y peor comprendidos de toda la historia del ferrocarril. En la memoria de mi familia quedarán para siempre aquellos trenes conocidos como "yankis", que transportaban en sus vagones-tolva el mineral de hierro desde los cargaderos de Los Canos y Serón hasta el Hornillo. Se recordará El correo, que llevaba viajeros hasta Alicante. Y nadie olvidará, sobre todo, El frutero, un mercancías que arrastraba un vagón de pasajeros de tercera, con asientos de madera, en los que muchos, también mi abuela María y mi madre, fueron alguna vez a Águilas para disfrutar de los baños calientes. Muchas tardes aún parece oírse el tintineo apesadumbrado de la barrera del paso a nivel y el macilento murmullo de los trenes en la malograda estación de Baza. Cualquiera que sepa escuchar, lo oirá. El futuro será sólo el recuerdo del pasado, si nadie hace nada para remediarlo. Poca confianza ofrece la pasividad de nuestra disciplinada clase política local, opuesta a consentir y, mucho menos, a capitanear cualquier movimiento ciudadano que pudiera suponer un desafío a los postulados defendidos por los PSOE sevillano y madrileño. Y aún menos fe podemos tener en la visión de futuro de la indiferente oligarquía económica, heredera de aquella que no supo defender en 1821 el proyecto de Felip Bauzà y José Agustín de Larramendi en el que se contemplaba a Baza como octava capital andaluza. Sólo las gentes de esta tierra, la unión de todas las personas de bien, las que pelean cada día para que el porvenir de nuestros hijos sea el mejor posible, pueden lograr que el tren vuelva. En esto sí confiamos. Creemos en la fuerza de la calle. Queremos oír el clamor de su justa demanda. Que su voz se escuche, que hasta los sordos la escuchen. (Para que luego digan que soy pesimista). |