Documento 32/07 - 21 de Marzo de 2007

Democracia Participativa

Autor: Asamblea Local de Izquierda Unida. Baza.


Es muy posible que, cuando acabamos de celebrar el día de Andalucía y a pocas fechas de ser refrendado en las urnas el nuevo Estatuto de nuestra Comunidad pensamos que es necesaria una reflexión sobre todo lo sucedido, desde la perspectiva de Izquierda Unida ésta tendría que detenerse en algunas cuestiones.

En primer lugar la satisfacción por el triunfo mayoritario y abrumador del SI entre aquellas personas que decidieron ir a votar el día 18 de Febrero. No deberíamos olvidar en ningún momento este hecho no vaya a ser que se intenten ensombrecer las mejoras del nuevo Estatuto por otras cuestiones distintas a su propio contenido. Es indudable que el voto es un derecho legal que no entraña una obligación legal; los andaluces que decidieron ejercitarlo apoyaron de forma aplastante nuestra nueva Ley y aquellos que propugnaban el NO sufrieron una aplastante derrota. Señalaríamos aquí que ese NO propugnado por el P.A. engloba, de nuevo, el no de la derecha más extrema que no quiere éste ni ningún Estatuto.

En segundo lugar no podemos dejar de lado lo que ha ocurrido en torno a la altísima abstención en este referéndum. Resulta curioso y hasta extravagante que tanto el P.P. como el P.A., a toro pasado, intenten apuntarse la abstención como un triunfo de sus propias tesis. Vamos a ver, ¿no estábamos en que el PP propugnaba el SI?, a lo mejor es que era un poco con la boca chica y no han conseguido movilizar ni a su propio electorado. Lo del P.A. ya es de aurora boreal, ¿no propugnaban ellos el NO?, pues bien éste no ha supuesto más del 9 % de esa escasa participación, así que el fracaso ha sido tan estrepitoso que, incluso en sitios donde gobiernan el SI ha superado muy ampliamente al NO.

Aunque para explicar la abstención se podría a recurrir a la causa más superficial, esgrimida por todos los dirigentes del PSOE, de que no había competitividad, que se sabía que iba a ganar el SI, no nos parece que ello sea la causa principal y que sólo tiene una mínima influencia sobre lo ocurrido. Desde nuestra perspectiva hay, por lo pronto, un tirón de orejas a la clase política como un estamento que vive separado y aislado de la ciudadanía. Nuestra Constitución reconoce el derecho a participar en la vida pública bien directamente o a través de las personas que elegimos. Pues bien en nuestro país, en nuestra localidad, en nuestro pueblo y, nos atrevemos a decir, que en este cómodo (para algunos) primer mundo a quienes gobiernan se les ha olvidado la primera parte, la de la participación directa y se han quedado cómodamente instalados sólo en la participación electoral. “Venga, vótenos y déjenos las manos libres hasta la próxima vez en que le volveremos a decir que contamos con usted para que nos deje hacer lo que nos de la gana sin contar con usted”, y así sucesivamente. Pensamos que, cuando sólo se cuenta con los ciudadanos y ciudadanas para votar cada cuatro años o cuando toque, se produce un divorcio entre los intereses de las personas de a pie y los políticos y cunde entre las primeras la sensación de que da igual lo que se necesite, lo que se opine o lo que se considere prioritario, ya que los políticos van a hacer lo que les de la gana, escuchando sólo a quienes les bailan el agua. Y en esto sí tienen una especial responsabilidad aquellos que tienen responsabilidades de gobierno, tanto más quienes gobiernan con mayorías absolutas que les permiten no escuchar, no ya a la ciudadanía, sino ni siquiera a las personas electas como ellos. No vale acordarse de Santa Bárbara sólo cuando truena, es decir tres meses antes de las elecciones cuando se les dice a los colectivos sociales que importa su opinión. Para muestra vale un botón, les recordamos la aprobación de los últimos presupuestos municipales, sin escuchar siquiera las propuestas de la oposición (así que de aceptar alguna ni hablamos), pues ya se pueden imaginar lo que les importan las iniciativas de los que no son electos no estando en período electoral. Que diferencia con los tutes de negociar que se tiene que dar el gobierno de Rodríguez Zapatero para sacar adelante Leyes y Presupuestos, que bonito lo del consenso. Al menos tienen que escuchar otras propuestas y otras perspectivas y llegar a acuerdos, porque susto da encontrárnoslo con mayoría absoluta como pasa en Andalucía ahora y cuando el PSOE gobernaba con el PA. que, utilizando su propia terminología, han sido su única “dama de compañía”.

Que conste que lo de la gran abstención no es un fenómeno nuevo en ningún ámbito, ocurre desde las elecciones para los consejos escolares hasta la elección del presidente de EE.UU., piensen que en la de alguien con tanto peligro como Bush no participaron ni el 34 % de los estadounidenses. Aunque esto no debe servirnos de consuelo.

Pero volvamos a la reflexión general, al final el mensaje que se transmite es el de que los ciudadanos se ocupen de sus cosas y de sus casas, que la política es cosa de los que mandan y ese mensaje cala. Lo que se quiere son consumidores electorales pacíficos no ciudadanos comprometidos y lo que se va consiguiendo de forma más o menos lenta pero constante es que la gente pase de participar, no ya directamente sino incluso electoralmente, porque se ha creado un alejamiento tal que una mayoría preocupante llega a pensar que algo tan importante como las leyes que nos gobiernan sólo interesa a los que mandan para seguir mandando. Y sin quitarles algo de razón, no es menos cierto que cuanto más conozcamos, cuanto más nos interesemos e informemos a fondo, cuanto más participemos y podamos proponer y debatir lo que nos concierne a todos, algo podremos decidir y mejor podremos defendernos y el ir a votar será algo más, algo natural en un proceso de participación más cercano y más sentido. Pero es responsabilidad, sobre todo aunque no sólo, de quienes gobiernan, porque han sido elegidos para ello, fomentar, estimular y favorecer otras vías de participación directa de los ciudadanos y ciudadanas y escuchar otras voces distintas a las suyas propias y atender a los intereses de todos, no sólo a los de quienes les votan. Si no, no hay derecho a quejarse ni a buscar explicaciones oportunistas cuando una parte importante de la ciudadanía pasa totalmente de acudir a la convocatoria de un referéndum tan importante.

En la Europa de la segunda mitad del siglo XVIII existía una corriente política que se llamaba Despotismo Ilustrado, cuya máxima de actuación se resume en eso de “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Pues bien, casi dos siglos después, esta Europa se va quitando rápidamente lo de Ilustrado y, si no espabilamos y nos seguimos quedando dormidos lo de Despotismo ocupará un espacio cada vez mayor, aunque podamos ir a votar de vez en cuando.