Martes 19 de diciembre de 2019

El camino del cementerio estrena iluminación con 16 puntos de luz. El camino del cementerio ha estrenado iluminación nocturna con la instalación de un total de 16 puntos de luz, que se distribuyen en los primeros 500 metros lineales del tramo más próximo al núcleo urbano.

El concejal de Mantenimiento, Limpieza y Parques y Jardines, José Antonio López Cañadas, ha detallado que con la actuación “el Ayuntamiento responde a la petición de un grupo de residentes y de usuarios habituales del camino del cementerio, y con ella esperamos mejorar la seguridad y las condiciones de tránsito en esta vía”.

Esta es una primera fase de iluminación del camino que llega hasta el transformador eléctrico y que cubre el tramo con mayor concentración de vecinos. En ella se han invertido alrededor de 5.000 euros, entre mano de obra y material eléctrico. La intención es continuar con la colocación de farolas hasta llegar al cementerio en próximos ejercicios.

 

Un estudio en el que participa Bienvenido Navarro aporta nuevos datos sobre los osos que vivieron en Dmanisi hace 1,8 millones de años, que son iguales a los de Orce. La prestigiosa revista Scientific Reports, del grupo Nature, aclara las características de la especie Ursus etruscus, antecesora de los osos de las cavernas, gracias a la investigación liderada por el IPHES, en la que han participado tres miembros de este centro: Tsegai Medin, Bienvenido Martínez-Navarro y Florent Rivals.

Como bien conocen nuestros lectores, Bienvenido Martínez estuvo ligado durante muchos años a los yacimientos arqueológicos de orce y actualmente e el responsable de las investigaciones que se llevan a cabo en el yacimiento Baza-1, ubicado en un paraje de la conocida como Cuesta del Francés de nuestra ciudad.

Mandíbula de oso hallada en Dmanisi – Bienvenido Martínez-Navarro/IPHES

El yacimiento de Dmanisi, datado en 1,8 millones de años, se sitúa en la república de Georgia, en el corazón del Cáucaso, entre el mar Negro y el mar Caspio. Se trata de la localidad paleontológica que registra la presencia humana más antigua localizada fuera de África. Asimismo, conserva una extraordinaria colección de restos paleontológicos, con una diversidad de especies de mamíferos extintas muy espectacular. Esta colección de fósiles se encuentra depositada, junto a otras muchas otras procedentes de los ricos yacimientos georgianos, en el Museo Nacional de Georgia, en Tbilisi, y está en proceso de estudio.

En este contexto, se ha efectuado un estudio liderado por investigadores del IPHES (Institut Català de Paleoecología Humana i Evolució Social) y del Área de Prehistoria de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona (URV) -Tsegai Medin (además becario de la Fundación Atapuerca), Bienvenido Martínez-Navarro y Florent Rivals- (estos dos últimos también ICREAs, que han contado con la participación de científicos de la Universidad de Málaga, del Institut Català de Paleontología Miquel Crusafont y del Museo Nacional de Georgia. El equipo ha llevado a cabo la clasificación de los restos fósiles de la población de osos que habitaron el emblemático yacimiento paleoantropológico del Pleistoceno inferior de Dmanisi y, además, describe su dieta. Para ello, se ha combinado el estudio anatómico con los datos métricos y con técnicas de microdesgaste dental.

Los dientes de oso de Dmanisi, correspondientes a la especie Ursus etruscus, descrita por el gran paleontólogo francés Georges Cuvier hace ya casi dos siglos, en 1823, muestran una amplia variabilidad de talla. Por ello, su adscripción sistemática se ha cuestionado a lo largo del tiempo. De hecho, en 1995, el profesor Abesalom Vekua consideró que había dos especies distintas, a las que llamó Ursus etruscus y Ursus sp. Sin embargo, en este estudio se observa que, independientemente de la talla, todos los ejemplares muestran una variabilidad anatómica muy similar, por lo que la diferencia de tamaño sólo se debe a un dimorfismo sexual acusado, donde los machos son bastante más grandes que las hembras, tal y como ocurre en los osos pardos modernos y en otras especies fósiles. Ursus etruscus está también muy bien representada en los yacimientos de Orce: Venta Micena, Fuente Nueva-3 y Barranco León, en los dos últimos asociados a la presencia humana, al igual que ocurre en Dmanisi.

Por otro lado, el análisis del microdesgaste dental de los osos de Dmanisi informa que habitaban en ambientes mixtos, con praderas y bosques abiertos, donde se alimentaban de frutos y hojas de los árboles, complementando su dieta con carne y peces. Asimismo, el análisis morfométrico comparativo de este oso fósil con los osos modernos (pardo, polar, tibetano, etc.) confirma que la especie de Dmanisi tenía una alimentación omnívora, similar a la del oso pardo actual, Ursus arctos.

En el artículo se discuten también, en función de estas nuevas evidencias, las interacciones ecológicas de este oso fósil con otros elementos de la fauna, incluyendo por supuesto a los primeros homininos que se dispersaron fuera de África. Es especialmente interesante la relación existente entre las diversas especies de hábitos alimentarios omnívoros, consumidores generalistas de productos vegetales y animales, básicamente homininos, osos y cerdos. En el estudio se llega a la conclusión de que el grado de competencia entre los homininos y los osos era menor de lo aparente, debido a que, durante los meses fríos de invierno, momento en el que los homininos deberían tener más dependencia de los productos animales y de los frutos secos (bellotas, nueces, castañas, tubérculos, etc.), en función de la escasez de frutos blandos durante esta época del año en las latitudes medias, los osos deberían estar hibernando. En cambio, el estudio concluye que, al mantenerse los cerdos activos durante la estación invernal, esto conllevaría una mayor competencia con los homininos, lo que posiblemente pudo contribuir a su extinción en Europa poco después, no apareciendo de nuevo en los ecosistemas de nuestro continente hasta medio millón de años más tarde, a finales del Pleistoceno inferior, en torno a 1,2 millones de años.

 

La piscina municipal alcanza su récord de uso con 1522 usuarios. La piscina municipal cubierta de Baza ha alcanzado este mes de noviembre el número más alto de usuarios desde su apertura en 2006, con 1522 personas que utilizan estas instalaciones en las modalidades de natación libre, bonos, asociaciones, matriculados en cursos y asistencia de escolares.

El mayor número de usuarios se concentra en los cursos dirigidos, a los que asisten 1088 personas de todas las edades, desde los 0 años con las clases de los bebés, hasta los mayores de 65 años. El perfil de los nadadores matriculados es un heterodoxo, si bien son mayoría los adultos que suman más de 600 personas. Hay 191 bebés menores de 3 años inscritos y 187 niños y niñas de hasta 14 años. Son 66 las personas que asisten a las clases de natación terapéutica y 76 las que acuden a la sala.

Además, la piscina cubierta ha registrado durante este mes de noviembre 220 visitas de alumnos de centros educativos, 108 personas que acuden a natación libre, 50 con bonos de baños y 56 alumnos de asociaciones de atención especial.

La piscina cubierta, explica el concejal de Deporte y Juventud del Ayuntamiento de Baza, es uno de los servicios municipales más demandados por los vecinos de Baza y también por personas de municipios de las comarcas de Baza, Guadix, Huéscar y otras de provincias próximas como Jaén y Almería.

Tiene un presupuesto anual de 327.000 euros y en el último año se han realizado obras de mejora de la eficiencia energética por valor de 75.788 euros, financiados en un 80% por fondos FEDER.