555. ¡Pobre de nosotras!
Por Lola Fernández.
En el tema de los derechos fundamentales de las personas hay que tener mucho cuidado con no quedarse estancados, y mucho más con dar pasos hacia atrás. Hay toda una lucha histórica en su conquista, y lo que no sea avanzar es algo que no debiera permitir ninguna sociedad, si no quiere volver a las cavernas. Las mujeres representamos la mitad de la humanidad, pero no quiero quedarme en la cantidad, sino señalar que somos quienes alumbramos parto a parto a hombres y mujeres. Sin mujeres no hay vida, sin despreciar la contribución a ella de los hombres. Pero es que estos viven muy bien, se dan todos los derechos, además de los privilegios, y, sin embargo, ¿qué pasa con las mujeres? Que se responda cada quien, porque no es difícil saber la respuesta.
Leo, no sin ganas de llorar, que hace pocas semanas, los yihadistas prohibieron que las mujeres pudiesen estudiar a partir de la escuela primaria. Pero mi indignación y tristeza se incrementan hasta límites infinitos al saber que los talibanes recuperan la obligatoriedad del burka en Afganistán. Leo y mi congoja es máxima: El burka es una prenda solo usada, en todo el mundo, en Afganistán, y tapa todo el cuerpo de la mujer sin excepción: a diferencia de los demás velos, algunos de los cuales se abren en la cara y las manos, el burka tapa todo. En las manos, guantes, y ante los ojos, una reja de tela aísla completamente a la mujer del mundo exterior. Su uso ya fue obligatorio desde 1996 hasta 2001 y ahora los talibanes, en el gobierno, vuelven a imponerlo. Recuerdo haber escrito un artículo sobre esta prenda, y saber desde entonces la cantidad de muertes que provoca, sólo por el tráfico y la falta de visibilidad. Pero va mucho más allá de esas estadísticas, por si no fueran más que suficientes. Es tratar a las mujeres como putas, amén de invisibilizarlas con algo que, según las mentes perversas de los talibanes, vela por la honestidad femenina… Algo así como los unicornios y su leyenda en la antigüedad de guardianes de la virginidad de las doncellas, sólo que no es un animal protector, sino una prenda absolutamente agresiva. Siempre he dicho que, si estos machos incivilizados quieren que los hombres no miren a las mujeres, lo suyo es ponerse ellos vendas en los ojos, no tapar a las mujeres. El caso es que el líder supremo talibán, en un comunicado emitido por el gobierno del grupo en Kabul, capital conquistada en agosto de 2021 tras la retirada de las tropas norteamericanas y la de todos sus aliados hace casi un año, ordena que las mujeres deben de usar el burka, ya que es tradicional y respetuoso… ¡Qué miedo me dan a veces la tradición y el respeto, cómo en nombre suyo se cometen las más terribles atrocidades!
Invisibilizar a las mujeres, desde el lenguaje inclusivo a la negación de la violencia machista de género, pasando por el no reconocimiento de la desigualdad efectiva entre hombres y mujeres, y sin desdeñar la agresividad que se manifiesta contra pobres mujeres que no saben cómo actuar para que sus hijos no mueran a manos de sus exparejas, que hacen de la violencia vicaria su arma de ataque más cruel, quitándoles la vida a sus propios hijos, sólo por hacer daño a unas mujeres, las madres de esos hijos, que sólo hicieron algo tan elemental como el ejercer su derecho a decidir, y que esa decisión fuera, ni más ni menos, que alejarse de sus verdugos, los que las maltratan y apalean hasta la muerte. No, esta sociedad no es normal si permite esta dinámica de odio hacia las mujeres. Y lo peor de todo es que poco nos queda en nuestras manos para defendernos, si acaso un impotente y estéril ¡Pobre de nosotras!