634. Poco más se necesita
Por Lola Fernández.
Convengamos que el síndrome del folio o de la página en blanco puede trasladarse sin más al del documento en blanco en la aplicación de Word, pues al fin y al cabo es sentarse con la intención de crear un escrito de la nada, y no cambia mucho si lo hacemos frente al portátil o pertrechados de papel y bolígrafo. Asimilamos el blanco a la nada, pero podríamos pensar en el negro, porque más se asemeja la oscuridad que la claridad al bloqueo que surge cuando no sabemos muy bien por dónde empezar. A ver, no es lo mismo un poema o cualquier texto literario, que un artículo de opinión, por hacer una distinción grosso modo, eludiendo los aspectos que se pueden solapar y desdibujan los límites de tal diferenciación. Ciñéndome a este escrito semanal que va conformando el contenido de la sección Por la Alameda, en este momento en el que me encuentro ahora mismo, o un poco antes quizás, me surge la duda de sobre qué escribo: a veces me decanto por la actualidad, con diversas y diferentes formas de aproximación; otras, prefiero la reflexión pura y dura, lo que podríamos llamar teorías a partir de la propia experiencia; o, por último, sin ser menor el interés que despierta en mí, una inmersión en el mundo de los sentimientos, más allá de contenerlos en construcciones conceptuales, sino más bien como pura expresión.
A estas alturas del artículo, por llamarlo de alguna manera, si eligiera la actualidad, no me quedaría otra que hablar de la DANA y sus terribles consecuencias en España, del triunfo electoral de Trump en USA, o del horrible incendio en una residencia de mayores en Zaragoza, por quedarme con tres temas; y, qué quieren que les diga, sólo citarlos me sobresalta y no tengo ganas de extenderme y hablar sobre ellos. De ponerme a reflexionar filosóficamente, la actualidad tiene un impacto negativo a tantos niveles, que me sería muy difícil escapar de su influjo, y hay momentos en que bastan muy pocas palabras, pues las imágenes lo dicen absolutamente todo, y para qué añadir algo más, si quedará pobre y superfluo. En cuanto a la tercera opción, si me dejo llevar por los sentimientos, está claro que van a ser de tristeza, indignación, impotencia, desconcierto, no entender nada, y algo por el estilo: o sea, que ni siquiera podría desahogarme; al contrario, hablar de ciertas cosas en ocasiones sólo sirve para empeorarlo todo. En consecuencia, me centro en buscar una fotografía que acompañe estas palabras, y encuentro una que me alivia de penas y confusiones; una vez más, me alío con la jardinería, siempre sanadora, y me quedo con una imagen de plantas variadas: amor de hombre, geranios, jazmines, limonero y laurel; puro verdor, salpicado por notas de color de algunas flores… ¡poco más se necesita!