650. De viaje: Cabo de Gata
Por Lola Fernández.
El Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, en Almería, es Reserva de la Biosfera desde hace casi cuatro décadas, por lo que no se han podido cometer en él las barbaridades que vemos a lo largo de las costas andaluzas y españolas en general, y ello gracias, muy especialmente, a una mujer conocida como Doña Pakyta, que tuvo como máximo interés la defensa y conservación medioambiental del parque. Al igual que hay personas sin punto medio en su aceptación, que te gustan o no, sin más opciones, creo que con el Cabo de Gata ocurre lo mismo: o te enamora, o no entiendes el porqué de su atractivo. He ido allí con amigos, en pareja, con mis padres, y no me importaría nada ir a solas, porque cada vez que voy, y lo he hecho tantas veces que no llevo la cuenta, más me gusta y más me apetece volver en cuanto tengo la mínima oportunidad. Hay muchos enclaves dentro del parque, tanto costeros como de interior, y, según a cuál vayas, tienes diferentes opciones de acceso: si vas, por ejemplo, por Carboneras, llegas enseguida a Agua Amarga y desde allí vas bajando recorriendo la costa; pero puedes ir desde Guadix a la Autovía del Mediterráneo y subir hasta la salida de Retamar, para dirigirte a San Miguel de Cabo de Gata; o seguir algo más arriba por la autovía y tomar la salida de Níjar, para llegar a San José, si no eliges antes de ello el cruce que te llevará a Los Escullos, La Isleta del Moro o Las Negras. Entres por donde entres, te espera un paraíso por descubrir, si no lo conoces, y por volver a disfrutar siempre que puedas, si ya estuviste.

Playas, calas, dunas, arenas volcánicas, acantilados con miradores como el de La Amatista, cadenas montañosas, arrecifes como el de Las Sirenas, pitas, palmito, palmeras, higueras, chumberas, olivos, almendros, salinas y lagunas con sus aguas para refugio de flamencos y demás aves acuáticas, un fondo marino con posidonia y tantos y tan variados peces y fauna submarina que con sólo bucear un poco te deslumbrará. Y junto a las maravillas de la naturaleza, en indivisible fusión, las construcciones humanas: la Iglesia de las Salinas, molinos como el de Campillo de los Genoveses, el Faro, atalayas, aljibes, castillos como los de Los Escullos o el de San Ramón, los restos de las minas de oro de Rodalquilar…, o el Cortijo del Fraile, que no sólo fue testigo del crimen que inspiró a Lorca Bodas de Sangre, sino que ha sido el escenario de múltiples películas como la Trilogía del Dólar: Por un puñado de dólares, El bueno, el feo y el malo, y La muerte tenía un precio, todas con Clint Eastwood como protagonista; hoy está tan abandonado que parece una metáfora de aquellos tiempos gloriosos del rodaje de míticas películas en Almería. Hay tanto por conocer en este privilegiado enclave que puedes ir a lugares con todo el ambiente para disfrutar del verano: como San José, Agua Amarga o San Miguel; o elegir otros más tranquilos, aunque ahora eso ya es casi una utopía, tales como La Isleta del Moro o Las Negras. También puedes acercarte a Níjar, a lo largo de cuyo término municipal se extiende la inmensa mayoría del Parque, para encontrarte con un atractivo comercio en el que destaca la artesanía relacionada con la alfarería y los telares. Al final, respecto a este destino, tan amplio y diverso, lo mejor es dar unas pinceladas y que cada cual se adentre y busque aquellos sitios y paisajes que se conviertan en sus preferidos, porque, superando los 70 km. de costa, tendrán dónde elegir entre sus más de 36 playas, algunas vírgenes, otras con bandera azul y todos los servicios que ello implica. Personalmente me quedo con sus diferentes paisajes verdes con el mar de un azul profundo al fondo; sus montañas volcánicas de color gris, jalonadas a veces por bancales o terrazas con fines agrícolas o para frenar la erosión; el rumor de los pájaros entre las flores de colores y una flora tan característica; y el silencio al caer la noche, cuando el cielo se cubre de estrellas y una siente que no hay un paraje mejor para perderse y olvidar todo lo que resta paz a nuestras vidas.