Autor: Diego Hurtado Gallardo
Hay un personaje político catalán, con rasgos de varón bíblico que en su discurso mezcla el tono mesurado y arrobado propio de los místicos, con el verbo iracundo en forma de trueno característico de los profetas evangélicos.
Es Joan Tardá. Pero en un registro o en otro, siempre repite machaconamente que los movimientos secesionistas catalanes, se harán, “a la manera catalana” . Entendiendo como tal una forma democrática y pacífica de hacer las cosas . De sus palabras se deduce que el pueblo ( supongo que el de los ocho apellidos catalanes ) de Cataluña goza de una herencia genética que configura a todos sus integrantes como seres democráticos, justos, pacíficos, solidarios, seráficos… en suma, perfectos. Y su Cataluña republicana, lo más parecido a lo que el Catecismo de la Iglesia Católica define como el cielo, a saber:
“El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha“. ( cielo = república catalana ; hombre = catalán ).
Pero la historia nos demuestra, que ese pueblo y esa región o país no son tan distintos a otras poblaciones o territorios del mundo, de Europa o de la Península Ibérica. Ese pueblo y esa región, en su recorrido milenario, ha tenido luces y sombras, esplendor y miserias, bonanzas y reveses, épocas de importancia internacional y otras de irrelevancia mundial. Ni Dios, ni la naturaleza, ni la historia demuestran que sean un pueblo o territorio escogido ( normalidad de agradecer, ya vemos como andan de valores, actualmente, algún pueblo escogido).
Veamos algunos ejemplos de la “singularidad“ de hacer las cosas a la manera catalana.
Cuando los nacionalistas catalanes hablan del 12 de Octubre, la primera palabra que se les viene a la boca es, GENOCIDIO . En la gesta del descubrimiento, conquista y colonización de América no hay nada positivo. Según ellos, esa fecha es para ocultar y olvidar.
Mucho antes de 1492, se creó la Gran Compañía Catalana o de almogávares bajo el mando de Roger de Flor e integrada por mercenarios mayoritariamente catalanes, su manera de hacer eficiente, violenta y cruel mereció su participación en diversas acciones bélicas . Su manera de hacer “a la catalana“ fue de tal calibre, que después del asesinato de Roger de Flor y como represalia, arrasaron y devastaron los territorios de Tracia y Macedonia durante dos años . Tal hecho histórico es conocido como la “Venganza catalana“. La magnitud de daños causados, en vidas y propiedades, fue tan enorme que hasta el año 2000, los monjes del Monte Athos prohibían la entrada a los ciudadanos catalanes.
En Cataluña, olvidando la forma de hacer catalana, pacífica y democrática, también hubo una guerra civil . Duró desde mayo de 1462 hasta Octubre de 1472, mucho antes y más larga que la guerra civil española . La guerra civil catalana no solo fue un enfrentamiento entre el rey de Aragón y algunas instituciones catalanas, también fue una guerra entre catalanes .En ella, se enfrentaron el Sindicat dels Tres Estaments i Poble de Barcelona y la oligarquía de la Biga, al poco de ello, se produce la rebelión de los campesinos remensas contra los señores feudales catalanes, al intentar estos cobrar, de nuevo, los tributos conocidos como de los “malos usos“. En ambos casos la corona era la aliada de los movimientos populares contra la oligarquía caciquil y feudal catalana.
El estallido se produjo cuando los oligarcas barceloneses, detuvieron, confiscaron sus bienes, ejecutaron y sometieron a escarnio público los cadáveres de algunos de los llamados realistas.
Según Jaume Vicens Vives : “La guerra civil se iniciaba con la sangre de aquellas victimas barcelonesas“.
Durante el trascurso de la guerra civil ( septiembre 1462 ) el Consell del Principat acordó deponer al rey Juan II de Aragón a su esposa y a su hijo Fernando y ofrecer la corona a Enrique IV de Castilla, después de su aceptación y posterior renuncia, se la ofrecieron a Pedro de Portugal y después de este a Renato de Anjou, hasta la capitulación de Pedralbes que pone fin a la guerra en Octubre de 1472.
En estos diez años de guerra, Barcelona, además de las irreparables pérdidas de vidas humanas, queda descapitalizada y empobrecida pasando de ser una ciudad de primer orden internacional a ocupar un lugar secundario.
También es curioso observar en esta guerra que la pregonada soberanía histórica de Cataluña es algo imaginario, pues una y otra vez acuden al amparo de una casa real de un reino de verdad, no ficticio.
Insisto, no existe “a la manera catalana“ en esta guerra civil . Ella es equiparable en crueldad y destrucción, por lo menos cualitativamente, a las guerras civiles de cualquier otro lugar.
Sobre la guerra de Sucesión Española, se ha escrito tanto que en honor a ello, solo haré unos breves comentarios.
Como es bien sabido fue una guerra civil y europea en la que en ningún momento se planteo la independencia de Cataluña. El meollo de este conflicto surgió cuando algunas potencias europeas trataron de evitar un bloque hegemónico que rompiera el equilibrio europeo . En primer lugar, Inglaterra y Holanda, trataron de evitar que Francia y España estuvieran bajo la autoridad de un mismo rey, posteriormente, después de que el Archiduque Carlos heredara el imperio alemán, Holanda e Inglaterra cambiaron de criterio ante el temor de que España y Austria tuvieran un mismo monarca. Esta guerra europea acabó con la firma del Tratado de Utrecht en 1713.
En España, la toma de partido a favor de uno u otro bando no tuvo nunca ni en ningún lugar un planteamiento de secesión.
Los defensores del Archiduque Carlos, como en el caso de Cataluña, a lo que aspiraban era al mantenimiento de sus fueros e instituciones como en la época de los Austrias. Como prueba de ello, podemos constatar que tras la toma de Barcelona en 1705, por las tropas del archiduque, este era nombrado legítimo rey Carlos III de España, estableciendo Barcelona como sede de su corte. Evidentemente en esta España del recién nombrado rey también estaba incluida Cataluña, con el compromiso de respetar sus instituciones y fueros pero la posible independencia ni se contemplaba. O que en el sitio a que fue sometida Barcelona, en defensa de ella, participara el regimiento de la Inmaculada formado por castellanos forales. O que horas antes de ser ocupada Barcelona, por los responsables de la ciudad fue publicado un bando que decía : “…derramar gloriosamente su sangre y vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España“.
Por temor a ser excesivamente extenso, salto otros hechos históricos (como la posición de la patronal catalana ante la posible autonomía de Cuba o ante el drama de la esclavitud en la misma isla ) o simplifico al sumo algunos de enorme importancia como la Semana Trágica de Barcelona.
De principio diré que comparto sin reservas las razones que provocaron tal sublevación. A saber, la rebelión contra unas movilizaciones injustas por clasistas, la ira contra una iglesia que se había apartado de su evangelio y el rechazo a una burguesía catalana farisea que anteponía la defensa de sus intereses y la seguridad de sus vástagos a la vida de sus compatriotas.
Dicho esto, los hechos, por desgracia, demuestran que “a la manera de hacer catalana“ no difieren en nada a los de otros lugares. Hubo hechos violentos, crueles y en bastantes ocasiones innecesarios. También lo ocurrido durante esta semana desmonta el socorrido argumento de la lucha de “un solo pueblo“ contra el opresor enemigo externo, en este caso el gobierno de Maura, porque en esta ocasión el opresor también estaba dentro de casa. Los oprimidos y parte de los opresores eran el pueblo de Cataluña. Lo normal. En esta ocasión el gen diferenciador catalán tampoco es creíble.
Por último.
Los mayores y mejores exegetas del independentismo catalán, aquellos que consideran a Cataluña y al “pueblo“ catalán como una condensación de virtudes sin mezcla de mal alguno, hacen una interpretación muy curiosa del término fascista y del franquismo. Y así una y otra vez tildan de fascista a todo aquel que no comparte sus teorías excluyentes, supremacistas y totalitarias. Vivir para ver. Y también un día y otro acusan al estado español y a toda su estructura institucional de mantener y no haber superado los tics propios de aquella siniestra dictadura. Y lo dicen insistentemente dentro y fuera de España, mostrando una deslealtad al conjunto de ciudadanos y territorios que defendemos la democracia y el estado de derecho. Parece que su única máxima es : cuanto peor mejor. Me temo que esta deriva desleal sea difícilmente perdonable en un futuro inmediato.
Y lo sorprendente es que en esa acusación franquista, Cataluña aparece como si hubiera sido ajena a ella ( también con frecuencia se olvidan de sus veleidades carlistas ). En Cataluña el franquismo existió y sus mayores defensores y beneficiados no fueron los catalanes charnegos apellidados García, López, Martínez, etc. Repasen la historia y las biografías de apellidos tales como Cortina, Carceller, Mateu, Trías, Pla, Gay, Bau, Samaranch, Udina, Martorell, Junyent, etc.
Y sin querer hacer comparaciones, pues estas pueden ser muy injustas si no se tienen en cuenta las circunstancias que influyeron en uno y otro caso, cómo se puede ser tan ruin, para día a día, con el propósito de desprestigiar la democracia española ante el mundo, se insista en la pervivencia del franquismo en la medula de la sociedad española no catalana, olvidando la resistencia heroica de Madrid ante las tropas franquistas y la ocupación sin resistencia por parte de las mismas tropas de la ciudad de Barcelona.