Por Lola Fernández Burgos
Los débiles no luchan. Los más fuertes quizás luchen una hora. Los que aún son más fuertes, luchan unos años. Pero los más fuertes de todos, luchan toda su vida, éstos son los indispensables.
Bertolt Brech
Entre los granadinos es muy famoso ya el doctor Jesús Candel, también conocido como Spiriman, porque ha liderado desde el principio la lucha contra la fusión hospitalaria en la capital, consiguiendo que las manifestaciones por dos hospitales completos fueran las más multitudinarias nunca vistas en Granada. Ni qué decir que su fama ha rebasado los límites de la capital y la provincia, siendo un ejemplo en todo el país a la hora de luchar por los derechos ciudadanos. Y ello en el tema de la sanidad pública, y en otros, pues dentro de lo posible, Spiriman ha puesto su poder de convocatoria al servicio de otras causas en las que ha creído, si bien ha debido centrarse en el ámbito de la defensa de una sanidad pública sin corrupción, puesto que es inviable llevar a cabo la realización de su profesión médica y estar en todas las batallas por los derechos ciudadanos. Imposible no quitarse el sombrero ante este médico joven y concienciado, que ha decidido seguir al frente de una lucha que considera necesaria, a pesar de la persecución, profesional y personal, que ha sufrido desde el momento en que se ha visto la fuerza que tiene para concentrar junto a él a multitud de personas con independencia de ideología política; algo que personalmente me parece extraordinariamente infrecuente y valioso. Es muy difícil que te sigan personas de cualquier partido, o de ninguno, porque creen en ti y en la autenticidad de tus reivindicaciones, y no por seguir las consignas políticas del partido que ostente el poder en un momento dado.
Porque esto último es lo que estamos ya hartos de ver, y de hecho ha pasado igualmente en Granada capital, que su mismo alcalde no ha estado ahí, al frente de las demandas de todo un pueblo, sencillamente por ser del mismo color político que las instituciones a las que dichas demandas van dirigidas. Visto lo visto, nada tiene de extraño que un dirigente político no tenga las manos libres para actuar si su acción no va acorde con la de su partido. Pero no creo que sea tan imposible que alguien se deje de consignas y se coloque allá donde sus representados, por inmensa mayoría y echándose a la calle las veces que haga falta, le exigen. Sobre todo por una cuestión muy simple, que no es otra que al representante lo eligieron para representarles, que es tanto como ponerse en su lugar y hacer lo que ellos desean, no lo que le ordene un partido. Pero bueno, hay quien entiende qué es eso de estar al servicio de la ciudadanía, y quién no va más allá de trabajar por dar satisfacción al interés personal, doblegándose a los dictados de instancias superiores. Y digo lo de superiores a nivel jerárquico, que no de categoría ética y de vergüenza cívica, entiéndaseme. Así que no van a conseguir acabar con el popular y querido Spiriman, por mucho que le denuncien desde dentro de su mismo colectivo; o le amenacen, no ya sólo a él, sino también a su familia; o aunque la mayoría de los medios de comunicación ignoren la multitudinaria repercusión de cada una de sus convocatorias a exigir en la calle respuesta a unas demandas absolutamente justas y necesarias. Y no lo harán porque la razón está de su parte, porque él simplemente lidera una causa en la que cree y que no busca sino la mejora de la sanidad andaluza y la defensa de los derechos de sus pacientes y profesionales. Y eso es batallar no por intereses personales y particulares, sino por nuestros derechos y por el bienestar general, lo cual le honra y es lo que hace muy grande su lucha.