Por Lola Fernández Burgos
Pasó la gota fría por nuestra provincia con resultados nefastos, dejando más de 70 localidades afectadas y necesitadas de ayuda económica para paliar los daños provocados por las aguas caídas del cielo en cantidades exageradas y en muy poco tiempo. Desde luego, nada tan grave como la pérdida de una vida humana, y por desgracia tuvimos que incluir una de nuestra tierra en el cómputo general de las víctimas en nuestro país. Siempre son frías las estadísticas y los datos; porque nunca incluyen el miedo, el dolor, la desesperación, y todo lo malo que surge cuando la Naturaleza nos recuerda que no somos nada si demuestra su poderío. Y esta vez lo demostró de muy malas maneras y verdaderamente daba miedo. Los resultados están, muchos, a la vista de todos, y con consecuencias impensables unas horas antes de que ocurrieran los desastres; tal y como, por ejemplo, la destrucción del puente que permitía el acceso a Benamaurel. Parece increíble que de repente un pueblo, y varios más, de la comarca de Baza, se queden aislados y haya de dar un buen rodeo, por malas carreteras, para llegar hasta ellos. Ya se sabe que un puente no se hace de la noche a la mañana, y que no habrá una solución rápida, aun contando con dinero para ello.
Cuestión aparte es la de años que se lleva solicitando el arreglo de unas carreteras que no es que sean malas, sino lo siguiente: peores imposible. Pero la cosa es que no se hicieron caso a las demandas de las diferentes localidades afectadas por las malas comunicaciones, y ahora hay un problema, y grande. Una viaja por algunas provincias, como mismamente la de Jaén, que nos pilla a la vuelta de la esquina, como quien dice, y se extraña de las magníficas carreteras construidas para apenas tráfico. Y en unos pueblos como los de nuestra comarca, y la de Huéscar, con un tráfico diario muy abundante, es verdaderamente vergonzoso el estado de sus vías para la circulación y la intercomunicación. Lo del puente de Benamaurel no es en absoluto una complicación para sus habitantes, y pare usted de contar. Es un grave problema para toda la comarca. Hay bastetanos que trabajan allí, y benamaurelenses que lo hacen en Baza, y eso es una ida y una vuelta a diario. Pero es que son muchos más los pueblos que han de acceder a nuestra ciudad: para comprar, con las negativas consecuencias económicas para nuestro ya delicado comercio, si dejan de venir como antes; o, lo que es mucho más preocupante, para llegar al Hospital. En fin, que, desde luego, no debería dejarse solo al alcalde de Benamaurel, y la petición de prontas soluciones debiera ser una prioridad y una demanda unánimes de todos los representantes políticos de tantísima población afectada. Es algo que va mucho más allá de obtener los ayuntamientos unas partidas económicas para paliar los efectos más visibles.
Otra terrible consecuencia que nos dejó la gota fría es ver de repente inundados los campos y caminos por la muchísima basura que se deja abandonada en la Naturaleza. Se habla de que nuestros mares son auténticos basureros, de que comemos plástico en cantidades alarmantes, de que los desechos que nos rodean, y que nos sobrevivirán, nos van a terminar matando. Pero no es sólo en el mar donde se dan los problemas que en él provocan los vidrios, plásticos, latas, etc.; siendo un gravísimo atentado contra el medio ambiente y su fauna y flora, amén de contra el mismo ser humano, que es el culpable y responsable directo. No hay más que salir a pasear por los alrededores para ver desechos de todo tipo que nos van comiendo, y es desalentador comprobar que nadie hace nada. No se puede tirar la basura si no es a los contenedores; pero tampoco puede dejarse, cuando es más evidente que está por todas partes. No sé a quién le corresponderá, pero desde aquí ruego que se haga algo para que, por calles, caminos y campos, la basura no sea la desagradable protagonista principal. Queremos lugares limpios y bellos, no estercoleros; además de poder trasladarnos entre ellos sin necesidad de heroicidades y empeños dignos del medievo.