Por Lola Fernández
Si realmente amas la naturaleza, encontrarás belleza en todas partes. Vincent Van Gogh
No ganamos para sobrecogimientos: pandemia, terremotos, erupciones volcánicas… Por mucho que nos sintamos los amos del mundo, la Naturaleza nos pone en nuestro justo lugar a cada momento en que dice de manifestar su inmenso poder, siempre a salvo del control humano. Mi corazón está ahora con la Isla Bonita, La Palma, que está sufriendo como todos sabemos. Con el plus añadido de desconocer cuándo acabará la pesadilla que está viviendo desde hace unos días. Los científicos expertos hablan de meses, lo que es sencillamente una multiplicación de tal tragedia. Me pongo en el lugar de los isleños víctimas de la aparición del nuevo volcán activo, con apenas unas horas para recoger algunos pocos enseres de sus casas antes de ser devoradas por las lenguas de lava ardiente, y no puedo ni siquiera pensar qué haría yo en un caso tal; creo que prefiero no hacerlo, porque es demasiado fuerte. Puede parecer ciertamente un espectáculo natural maravilloso, de una belleza sin igual, pero para quienes pierden todo, excepto la vida, es solo una pesadilla, un infierno en la tierra; que aflora fuera para engullir sus sueños y llenarles de humos, gases y cenizas sus perspectivas de futuro. A lo que hay que añadir la presencia de los buitres humanos que no dudan en especular y enriquecerse aprovechándose de tan funesta realidad.
Dónde queda la solidaridad entre iguales; cómo no se dan cuenta de que lo que hoy les pasa a algunos, en otra ocasión puede sucederles a ellos. No concibo que las personas puedan ser tan malas, porque eso es pura maldad; pero resulta que lo inconcebible es la cruda y dura realidad, para qué vamos a engañarnos.
Así que no puedo sino renegar de estas conductas humanas tan inhumanas, tan carentes de piedad ante la inesperada desesperación de quienes vivían bien, y hoy no saben cómo sobrevivir. Es verdad que lo más importante es seguir vivos, pero qué triste ver que no es tan solo el volcán el que les hace daño. Un futuro incierto es más llevadero con un presente en el que te sientes acompañado en la desgracia; y es insoportable cuando el sentimiento es el contrario. Si me dan a elegir, tengo muy claro que me quedo con la Naturaleza antes que con la gente que se olvida de ayudarse en las dificultades y adversidades. Por supuesto que ella puede ser un enemigo implacable, pero nunca es voluntario. Las leyes naturales no saben de damnificados ni de perjuicios, no sacan provecho de sus consecuencias, sean buenas o malas para los seres vivos. Es verdad que amando la vida natural vas a sentirte rodeado de una belleza incomparable que brilla por su ausencia en unas relaciones sociales que olvidan con demasiada y excesiva frecuencia el concepto de grupo. He visto cómo animales que llamamos irracionales se ayudan entre sí sin necesidad siquiera de conocerse, mientras que esta sociedad nuestra da muestras de ser muy poco generosa y racional. Puede que una flor no dé muestras de poseer facultad de pensamiento alguna; sin embargo, si me dan a elegir, me quedo con ella.