Por Lola Fernández.
Para quien escribe y opina, siguiendo el curso de los días, y en función de la actualidad, que va dirigiendo el sentido y la oportunidad, o no, de los temas sobre los que escribir, no cabe duda ninguna de que es muy difícil hacerlo sin caer en la monotonía y la repetición; cuando la realidad que estamos viviendo, con esa omnipresente pandemia, se torna monótona y repetitiva muchas veces, tanto como una lluvia cansina. Es que resulta que llevamos 15 meses en que el tema del día es el mismo, con escasas excepciones: el coronavirus, la COVID 19, la pandemia, y, ahora, las vacunas y la vacunación. Realidad monotemática que centra, marca y empapa la actualidad y cualquier tipo de reflexión o análisis, desde los más diversos puntos de vista. Como pegamento que amalgama todo, la política, que seguramente no escapa a la misma dificultad; porque no me dirán que tiene que ser muy sencillo gobernar en esta época, donde hasta la misma vanidad de los políticos ha de quedar tras una mascarilla que esconde sus rostros. Con lo que les gusta una foto a los representantes políticos, y darse baños de masas, no es mucho imaginar saberlos contrariados, más allá del plus de trabajo que una pandemia conlleva; ello al menos en algunos de los ámbitos, pues en otros deja las áreas vacías de contenidos, a causa de las restricciones impuestas por sanidad.
Para escribir, además de muchas cosas más, hay que tener vivencias; y en ellas, son esenciales las relaciones sociales, y el viajar y conocer nuevos horizontes, por poner solo dos ejemplos. Y creo que está muy claro que estos son tiempos nefastos para ambos. Relacionarse socialmente a día de hoy es algo que ha de ceñirse a las normas de las autoridades pertinentes en la lucha contra el coronavirus, en modos y en cantidad; con lo que no veo cómo va a ser un factor de enriquecimiento personal e interior, que vaya aportando un material, llamémosle así, que le sirva al escritor, o al mismo periodista, a la hora de realizar su función. Y respecto al viajar, otro tanto de lo mismo: cierres perimetrales, fronterizos, espaciales, geométricos… Cierres, a fin de cuentas, que son como fronteras invisibles, por si ya no tuviéramos bastantes fronteras y barreras entre los humanos. Un asco, la verdad; demasiados obstáculos para inspirarse mínimamente sin caer en lo mismo cada vez. Enciendo la radio y escucho las noticias, a ver: Datos COVID-19 en España, incidencia acumulada, contagiados y fallecidos en el último día, y en total. Afirmaciones de que esta semana habrá más vacunados que contagiados en nuestro país. La vacunación reduce a casi 0 los muertos en las residencias. Un poco, o más bien un mucho, de fútbol. Estrategias electorales de los partidos en Madrid con la gestión de la pandemia del coronavirus de por medio. Comercios empobrecidos en una economía en crisis. Manifestación nazi por la División Azul, que acabó con proclamas antisemitas. Opinión de una periodista acerca de que el papel de Felipe VI en los escándalos de su padre está por determinar. Consideraciones sobre la Ley de Cambio Climático. Relación riesgo-beneficio de la vacuna de AstraZeneca. Posibles efectos secundarios de cada vacuna. Peligra el levantamiento del estado de alarma. Transferencias del Gobierno a las comunidades para subvencionar la vivienda. Estudio de casos de trombos, esta vez en personas vacunadas con Janssen… Ay, madre mía, no me vayan a decir que no es muy difícil todo, y ya no solo inspirarse para escribir, sino incluso para vivir.