En vísperas del décimo aniversario del fin de la actividad terrorista de ETA, el coordinador general de EH Bildu Arnaldo Otegi y el Secretario General de Sortu, Arkaitz Rodríguez leyeron un comunicado que refiriéndose a las víctimas de ETA, entre otras cosas decía: “Queremos trasladarles que sentimos su dolor y afirmamos que nunca debería haberse producido……Desgraciadamente, el pasado no tiene remedio. Nada de lo que digamos puede deshacer el daño causado….”
Al ser la primera vez que se hacía mención expresa a las víctimas de ETA por parte de fuerzas políticas próximas a ella, la reacción al comunicado ha sido inmediata y variada. Desde quien no le ha dado ningún valor, por considerar que no piden perdón ni condenan la actividad terrorista desarrollada por ETA, hasta quien ha equiparado, en importancia, esta declaración con la decisión de no volver a efectuar acciones terroristas tomada en 2011.
Yo, en su momento, lo consideré como un paso positivo que precisaría de más pasos en un futuro inmediato. Nada especial, coincidía con la mayoría de las opiniones oídas o leídas.
Lo que me ha motivado para hacer este escrito, fue la opinión de una señora en un medio de comunicación. Hablaba del dolor, del dolor sufrido por la sociedad, considerando que había sido equiparable en ambos lados, y también de la necesidad de pedir perdón y condenar los excesos cometidos por ambas partes, también en un plano de igualdad.
Ello unido a una confusa aura mítica que durante muchos años ha acompañado o justificado las acciones de ETA como una suerte de causa de lucha contra la dictadura franquista y a sus componentes como sacrificados y perseguidos luchadores en defensa de la democracia y los derechos humanos.
Veamos algunos antecedentes y falsedades.
Después de la muerte de Franco, el 30 de Julio de 1976, se aprobó una amnistía parcial. En ella, se contemplaba que serian amnistiados todas las personas que hubieran cometido “delitos y faltas de intencionalidad política y opinión que no hubieran puesto en peligro la vida de nadie”, medida tomada en aras de “promover la reconciliación de todos los miembros de la nación”.
Pasado un tiempo, se vio la insuficiencia de la amnistía aprobada, para hablar de ello, en Enero de 1977 se reunieron Antonio Canellas, Felipe González, Julio de Jauregui, Joaquín Satústregui y Adolfo Suarez, constatando la necesidad de la ampliación de la amnistía aprobada.
En Mayo del mismo año hubo importantes movilizaciones en el País Vasco reclamando amnistía para todos los presos de raíz política.
El 15 de Junio de 1977, se celebran las primeras elecciones democráticas después de la Segunda República.
Una vez constituidas las nuevas Cortes se creó una comisión para estudiar la ampliación de la amnistía de 1976, los ponentes-redactores de la nueva ley, fueron: Pilar Bravo y Marcelino Camacho en representación del PCE, Xabier Arzálluz y Mitxel Unzueta por la minoría Vasco-Catalana, Plácido Fernández Viagas y Pablo Castellano por el PSOE y Donato Fuejo por el Grupo Mixto.
El 15 de Octubre de 1977, se aprueba la nueva amnistía con los votos a favor de UCD, PSOE, PSP, PCE, Minoría Vasco-Catalana y Grupo Mixto y la abstención de AP, un diputado de Euskadiko Eskerra y otro de la Candidatura Aragonesa Independiente.
En ella se recoge que serán amnistiados: “Todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos y faltas realizados con anterioridad al día quince de diciembre de mil novecientos setenta y seis”. (Fecha del Referéndum de la Ley para la Reforma Política, promovido por Adolfo Suárez).
En el artículo segundo en un claro guiño hacia la organización etarra, se establece una ampliación temporal quedando el artículo en los siguientes términos: “Todos los actos de la misma naturaleza realizados entre el quince de diciembre de mil novecientos setenta seis y el quince de junio de mil novecientos setenta y siete, cuando en la intencionalidad política se aprecie además un móvil de restablecimiento de las libertades públicas o de reivindicación de autonomías de los pueblos de España”.
Es de destacar que Marcelino Camacho en su intervención en defensa de la Ley de Amnistía, entre otras cosas dijo: “ Nosotros considerábamos que la pieza capital de esta política de reconciliación nacional tenía que ser la amnistía. ¿ Cómo podríamos reconciliarnos los que nos habíamos estado matando los unos a los otros, si no borrábamos ese pasado de una vez para siempre”.
Es decir, solo cuatro meses después de las primeras elecciones democráticas desde la Segunda República, el contador de las faltas y delitos políticos independientemente del resultado con que hubieran concluido, se ponía a cero para TODOS.
Es de destacar, que al igual que había pasado en el Congreso de los Diputados, la sociedad de aquella época respaldó de forma abrumadora aquella ley de amnistía, confiada en que fuera el inicio de la reconciliación tan demandada desde hacía años, por todos los sectores que anhelaban la normalización de la vida política española.
Es cierto, que hoy día, ese respaldo es cuestionado y por lo tanto menor que en el momento de la aprobación de la ley. Como también es cierto, que desde el primer momento, aquel espíritu generoso de olvido y concordia no fue tenido en cuenta, ni apreciado por algunos colectivos minoritarios y totalitarios como parte de la cúpula del ejército, organizaciones de ultraderecha, el Grapo o ETA.
Siguiendo con el caso de ETA, motivo del escrito, la mayor parte de la sociedad española confiaba que después de la amnistía de 1977, las demandas políticas y territoriales se sustanciaran mediante la palabra y no mediante el uso de la fuerza y el chantaje, pero no fue así.
ETA, no luchaba contra el franquismo, luchaba contra la balbuceante democracia, solo el cinco % de sus acciones terroristas se cometieron durante el franquismo, el resto de sus 854 asesinatos fueron cometidos con gobiernos de distinto signo político, pero todos democráticos.
Y sus acciones se realizaron sin dar un día de gracia desde la muerte de Franco.
En 1976, ETA mató a 17 personas, en 1977, año en el que se aprobó la amnistía a 11, el año en el que se aprobó la Constitución, norma que garantizaba el derecho a la defensa de cualquier ideología política garantizando que España era un estado de derecho, ETA asesino a 66 personas. 1979 fue el año en el que se aprobó el segundo Estatuto de Autonomía del País Vasco, el primero fue aprobado en 1936, siendo el aprobado en 1979 el único que se pudo aplicar a las tres provincias vascas, el anterior solo se pudo aplicar al territorio de Vizcaya, y además de ello recogiendo unos niveles de autogobierno nunca contemplados en épocas anteriores. Hasta en él, se contempla una fiscalidad diferente al conjunto de España, amparándose en derechos históricos. Es curioso esto de los derechos históricos, cuando perjudican nadie los reclama, solamente si son privilegios son reclamados y también son curiosos por la consideración de cuál es el año o siglo donde la historia debe ser tenida en cuenta, en la historia de España hay abundantes acuerdos o pactos establecidos entre las monarquías reinantes y territorios o ciudades que han sido sustituidos con el paso del tiempo por normas más homogéneas e igualitarias. Por proximidad territorial puedo recordar los derechos recogidos para las poblaciones autóctonas en las Capitulaciones de Granada o en el Fuero de Baza.
¿Podríamos nosotros también reclamar lo que nos favoreciera de aquellos acuerdos históricos?. Temporalmente hay poca diferencia en años, el Fuero Nuevo de Baza fue otorgado en 1494 y el Fuero Nuevo del Señorío de Vizcaya en 1526.
El estatuto de autonomía fue aprobado con el 90,27% de los votos emitidos y a pesar de ello, durante ese año ETA acabó con la vida de 76 personas. 1980, 93 asesinados. 1881, 32. En 1982, el PSOE ganó las elecciones con una mayoría aplastante, 202 diputados, en esas elecciones, el partido socialista fue el más votado en Álava y el segundo en Guipúzcoa y Vizcaya, a pesar de ese enorme respaldo electoral y de que con esa alternancia ya no podían decir que gobernaban los herederos del franquismo, ETA siguió asesinando y extorsionando, 1982 , 41 muertos…….y así año tras año hasta llegar a 1987, año en el que mataron a 41 personas en los atentados más execrables cometidos por los terroristas de ETA, las voladuras del Hipercor de Barcelona y la casa Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, en esta última asesinaron a 5 niños, llevando a su más alta expresión aquella máxima etarra que decía que había que socializar el dolor.
Y a pesar de la mayor colaboración internacional y de los éxitos evidentes de la policía y Guardia Civil, desmantelando comandos y cúpulas, la banda terrorista siguió asesinando, extorsionando y sembrado el terror hasta que en Octubre de 2011, anuncian el fin de la lucha armada y por lo tanto el fin de la violencia como instrumento político.
Cuánto dolor, cuánto sufrimiento se habría evitado la sociedad vasca y española si esta decisión se hubiera tomado a raíz de la amnistía de Octubre de 1977. En aquel momento, al igual que ahora, la democracia española les permitía la defensa de sus ideas separatistas siempre que respetaran el estado de derecho y no practicaran la violencia.
Por todo ello, a la señora que mencionaba al principio del escrito, le digo rotundamente que no. No es equiparable el daño causado por una y otra parte. Y la necesidad de pedir perdón tampoco se puede considerar en plano de igualdad.
Por último, cuando oigo hablar a los actuales herederos de ETA de democracia, derechos humanos y fascismo, me produce una sensación contradictoria de escalofríos y esperanza. Escalofríos si esos valores e ideología política consideran que los practicaron o atacaron en el pasado. Su pasado es la negación de la democracia y de los derechos humanos y por lo tanto una de las variadas formas de practicar el fascismo. Si por el contrario se refieren al futuro bienvenidos sean al mundo de la pluralidad ideológica y al imperio de la ley y la palabra.
Reitero lo que decía al principio, el paso empatizando con las víctimas de ETA, es un paso positivo e importante, pero necesita más y más pasos, y no solo ellos, parte de la sociedad vasca, que sin compartir los métodos violentos de ETA, miró para otro lado también y el clero vasco, que en su mayoría actuó de una forma tan groseramente parcial, también.
Diego Hurtado Gallardo. Noviembre 2021.