Por Lola Fernández.
“El camino también desaparece mientras lo pienso, mientras lo digo. La sabiduría no está ni en la fijeza, ni en el cambio, sino en la dialéctica entre ellos. Constante ir y venir: la sabiduría está en lo instantáneo. Es el tránsito. El tránsito no es sabiduría sino un simple ir hacia… El tránsito se desvanece: sólo así es tránsito.”
Octavio Paz, poeta
Mañana empieza el invierno en el hemisferio norte; y, lógicamente, el verano en el hemisferio sur. Diciembre es mucho más que las fiestas navideñas. Este año, fiestas porque haremos un esfuerzo, porque no hay mucho que festejar tal y como está el mundo.
Se han ido muchos, demasiados; las perspectivas económicas son terribles, y no es política, que se quedó allá lejos, es la certeza de una pandemia y lo que conlleva.
Diciembre es un mes de tránsito: se nos va una estación para entrar en otra; cambiamos de año, cada vez con más nostalgias y más ausencias. Pero todo tránsito es renovador, y la oportunidad de cambio.
Podemos mudar la piel, metafóricamente hablando; dejar a un lado lo que no funciona, desechar lo que es innecesario y no nos compensa. Podemos abrir ventanas y puertas. O cerrarlas y cambiar de aires. Incluso sin posibilidad real, nuestros potenciales son tan inmensos, que nada ni nadie nos puede robar la libertad de volar donde nuestra imaginación desee.
La vida es una lucha constante, y aunque nos veamos obligados a detenernos, aunque nos creamos vencidos o perdidos, somos tan fuertes, que somos invencibles. Nosotros, nosotras, somos el poder. Nadie ha de decidir, sino nuestra voluntad y nuestro deseo. De acuerdo, a veces no coinciden ambos, pero con ellos somos poderosos.
La vida es muy perra, pero también maravillosa, más allá de tópicos y prejuicios. Estamos viviendo malos tiempos, y ya no sólo para la lírica, como decía la canción; porque son malos tiempos para la vida misma. Pero por ello, hoy más que nunca hay que levantar el ánimo, pensar en quienes nos faltan, disfrutar de quienes tenemos, y aun haciendo un poco de tripas corazón, dejar lo feo a un lado y quedarnos sólo con lo bueno. Será la mejor forma de decir, de corazón:
¡Felices Fiestas!