Por Lola Fernández.
La provincia onubense tiene tanto que ofrecer, que no apabulla, sino que espera a ser descubierta poquito a poco y sin prisas. Situada en el extremo más occidental de Andalucía, es la que más horas de sol disfruta cada día en España, y tal vez por eso a su costa se la llama de la luz, compartiendo parte de ella con Cádiz, en su Golfo. Posee Huelva una geografía rica y diversa, de una belleza sin igual, y tiene una ubicación privilegiada. Separada, o unida, que una no sabe nunca muy bien si un río separa o acerca, de Portugal por el Guadiana, que viene a desembocar entre Ayamonte y Villa Real de San Antonio. Ambas localidades, en una y otra orilla, han estado tradicionalmente hermanadas por un ferry, que, tras construir un puente justo al lado, casi ha pasado a ser testimonial, con un deterioro casi paralelo al de las economías de ambas localidades. Son de esas decisiones políticas incomprensibles y alejadas del sentido común y del deseo de la ciudadanía, nada raro ni infrecuente, por desgracia. Pero al margen de la política, Huelva disfruta de sus ríos, con el Tinto y el Odiel abrazando su capital, y formando una ría al juntarse; y con el Guadalquivir como frontera natural con Cádiz, al menos durante kilómetros. Precisamente desde el puerto fluvial de Palos, en una ensenada del Tinto, partió Colón rumbo a América en 1492, por tratarse de uno de los más importantes puertos del litoral andaluz. Muy cerca, el Monasterio de la Rábida, a donde el mismo Colón fue a solicitar ayuda económica para emprender su primer viaje. De todo ello nos habla la colosal estatua del navegante, a orillas de la Ría de Huelva, en la confluencia del Tinto y el Odiel, regalo a España de EE.UU.
Ríos, litoral, y sierras. Huelva limita al norte con Extremadura, y en su Sierra de Aracena y Picos de Aroche podemos disfrutar de bellos pueblos y lugares de belleza sin par, como la preciosa Gruta de las Maravillas en Aracena. Sus gentes viven de una economía basada en el turismo, los productos del cerdo ibérico, famoso es su jamón de Jabugo, y la industria relacionada con el corcho. Atravesar las dehesas de la Sierra es tener la oportunidad de ver los alcornoques, de cuyas bellotas se alimentan piaras de cerdos desde hace siglos, desnudos hasta que les nace de nuevo su cubierta vegetal. A lo largo de un ciclo de nueve años, estos árboles se protegen con el corcho, que es la materia de un desarrollo sostenible para el norte de la provincia. Y al sur, el Atlántico, con kilómetros de playas de finas arenas, abrazadas por pinares, cuidadas franjas de dunas y humedales. La provincia de Huelva es la que más humedales cuenta en Andalucía, con hasta 45 de ellos catalogados, los cuales ofrecen su privilegiado albergue a 700.000 aves durante el invierno, que se dice pronto. Por sólo citar un ejemplo, la cigüeña negra, que no es urbana como la blanca, y que es una especie en peligro de extinción, elige Huelva para la invernada; siendo fundamental para su preservación la conservación y óptimas condiciones ambientales de los humedales atlánticos andaluces, los onubenses a la cabeza.
Por si no bastara con todo lo anterior, encabezado por unos productos ligados a la pesca de categoría superior, imposible olvidar la economía de la fresa y los cítricos en Huelva, de proyección internacional, y con una calidad que nada ha de envidiar a la agricultura que en otras zonas se han volcado tradicionalmente en este sector. Fresas, gambas y jamón son la maravillosa trinidad de la gastronomía onubense, para mi gusto muy difícil de igualar, junto a buenos vinos con denominación de origen, Condado de Huelva. Si a todo ello le unimos el humor, ese invento que nos hace ser la especie animal superior de verdad, y vemos cómo Lepe ha sabido sacar partido de ser el blanco nacional de bromas y chistes basados en la mera exageración, con sus certámenes y concursos de humor, no nos queda otro remedio que exclamar Huelva… y vuelva!