Por Lola Fernández.
“Todas las ciudades tienen su encanto, Granada el suyo y el de todas las demás.” Antonio Machado.
Decía Federico García Lorca, el poeta granadino de Fuentevaqueros, que Granada esta indefensa ante la gente, pues nada ni nadie puede defenderse ante lo halagos, y qué razón tenía… Es tan hermosa que sólo cabe ensalzarla, y si lo hacemos con el fondo musical de la Granada de Agustín Lara, mejor… Granada, tierra soñada por mí… Claro que hay un contrapeso, la malafollá de Graná, casi ná; aunque habría que escribir todo un tratado para definir el concepto, así que lo dejaré para otro momento. Granada, tierra de contrastes, con una geografía en la que se dan cita el altiplano, la costa tropical, las montañas más altas de la península, el sol y la nieve, los claros cielos estrellados (con los observatorios de Sierra Nevada y la Sagra), la vega, la Alpujarra, la Alhambra, el Albayzín, y un larguísimo etcétera, amén de una herencia y una oferta culturales de primera. Tierra de flamencos y poetas, que ama la música y lleva el arte en las venas. Digamos que somos pura potencia, y abandono sempiterno; lo que hace que, cuando había pujanza económica en el país, porque hubo un tiempo en que la hubo, mientras aquí llegaban los inmigrantes, nosotros aún éramos emigrantes huyendo de la pobreza. Y junto al arte, que es mucho, Granada es la Ciudad de la Ciencia, y su magnífica y prestigiosa Universidad, fundada en 1530, es la única en Europa con dos campus en África, Ceuta y Melilla. Si fuimos el último reducto hispano-musulmán, hoy contamos con una creciente población musulmana, de la que casi la mitad es española, no inmigrante, lo que hace que su presencia en la capital sea importante y esté plenamente integrada. Tenemos la mayor mezquita de Europa, y se puede afirmar que somos un ejemplo de convivencia y hermandad a nivel religioso, pero también cultural. Sin olvidar que somos la provincia con mayor porcentaje de población gitana, en su amplia mayoría perfectamente integrada socialmente. Esa Granada gitana y mora no es un tópico, ni versos de poeta, sino una realidad que se vive en armonía. Y de la Granada católica, sólo recordar que en la Capilla Real de su catedral descansan los restos de los Reyes Católicos, y de su hija Juana la Loca, y su esposo Felipe el Hermoso.
Así que por su realidad, Granada es una tierra de contrastes que no se oponen entre sí: somos el sur y hace un frío que pela; tenemos los pueblos más altos del país y del continente, pero las imponentes sierras rodean una gran llanura, con las hoyas de Baza y de Guadix. Poseemos un Altiplano, formado por las comarcas de Baza y Huéscar, donde, junto a zonas prácticamente desiertas, hallamos bosques y abundancia de agua; con los pantanos de Negratín, San Clemente y El Portillo, rodeados de maravillosos paisajes de una increíble variedad. Y si al norte está el altiplano, al sur baña nuestras tierras el mar Mediterráneo, en la Costa Tropical: 73 km. de litoral con un clima que hace posible ser el único lugar de Europa con frutos tropicales, como el aguacate, el mango y la chirimoya. Junto a Sierra Nevada, esa Alpujarra de pueblos en los que se detuvo el tiempo, contando, por ejemplo, con el pueblo más alto del continente europeo, Trevélez: con unos magníficos jamones, que con un clima tan seco y frío se curan de maravilla, y cuya arquitectura nos traslada a lejanos países como el Nepal. Y descendiendo desde los maravillosos pueblos y barrancos alpujarreños hacia el mar, el Valle de Lecrín, con plantaciones de naranjos y limoneros de la mejor calidad. Si los árboles están en flor, el aroma a azahar nos envuelve mientras recorremos esta preciosa comarca, donde no falta tampoco el agua; con, por citar un lugar precioso, la Laguna de Padul, uno de los más importantes humedales de la provincia, y sólo detrás de Doñana en extensión de carrizal, con lo que conlleva de asentamiento de aves. Sí, Granada es tan diversa y tiene tanta riqueza patrimonial y geográfica, que es imposible describirla en pocas palabras, por lo que lo mejor es invitar a quien no la conozca, a visitarla cuanto antes mejor; a quien ya estuvo, a regresar sin falta; y a quienes vivimos en ella, a disfrutarla sin que tanta belleza nos haga perder su constancia, porque hay cosas tan bonitas que una no puede acostumbrarse a ellas jamás. Hay que saborear Granada, porque es sencillamente una delicia.