Por Lola Fernández Burgos.
Mientras la oposición se entretiene mostrando una inmensa preocupación por Venezuela, como si todos los problemas más importantes fueran de allende los mares, resulta que aquí nos encontramos con los agricultores y los ganaderos muy mosqueados, con toda la razón, porque llevan décadas sin que nadie atienda a sus demandas, y ha llegado un momento en que les sale más rentable olvidarse de sus productos y cosechas anuales, que seguir tratando de sacar adelante su modo de ganarse la vida. Hete aquí que la ultraderecha no duda en aparentar una enorme preocupación por los asuntos extranjeros, cuando a la postre es a los extranjeros a los que culpa de todos los males, con lo que sólo está en modo teatro, pues en qué cabeza cabe creer que le importa lo más mínimo Venezuela, por quedarnos con el ejemplo. Es vergonzoso que haya tanto fantoche metido en política, y aún da más vergüenza ajena comprobar que hay quienes están interesados en sus farsas y patochadas. Esta ultraderecha es para echarse a reír, porque ni para llanto da la cosa. El caso es que poco a poco se van abandonando pueblos y modos de vivir, conformando eso que se llama la España vacía, y no parece que interese demasiado, pero más tarde o más temprano habrá que enfrentarse a estas problemáticas, pues son verdaderamente graves y si no se les da solución, será como una bola de nieve que irá haciéndose más grande y entonces será muy difícil de parar.
Y una sale a pasear, aprovechando que se ha ido el frío, y las borrascas, aunque aún nos esperan días de invierno, y es una pena ver las aceitunas de los olivos alfombrando el suelo, sin visos de ser recogidas, a estas alturas de año ya. Y si a mí me duele, que soy ajena por completo a esos olivares, no quiero ni pensar qué han de sentir sus dueños, viéndose obligados a la inacción, por falta de ayudas, y por no poder dar salida a lo que hasta ahora les daba de comer, porque cada día es más difícil salir ellos mismos para adelante sin entramparse. Si no se cuida a quienes se dedican a la agricultura y a la ganadería, estamos condenando a la miseria a muchos miles de familias, y al campo, y a un modo de vida ancestral, sin ofrecer alternativas de ningún tipo. No se trata de subvenciones o de paliar malos resultados, sino de no permitir que sean los intermediarios los que se forran, mientras quienes se dejan la vida en trabajos nada fáciles ven cómo su esfuerzo no sirve para nada. Si ahora vemos que se ven forzados a salir a las carreteras a protestar, hemos de ser conscientes de que llevan décadas de penurias sin que nadie escuche sus quejas, así que ha llegado la hora de dar respuestas responsables y que acaben con sus penurias. Y lo siento mucho por Venezuela, pero hay en España problemas más que suficientes como para no olvidarse de ellos por estar pendientes de otros que tal vez sean muy importantes, pero absolutamente secundarios mientras aquí se pase incluso hambre. Así que sigo paseando por estos campos nuestros, cargados de problemas nuestros, y si algo me hace salir de la pena de ver el abandono y la indiferencia ante las quejas de la gente del campo, es ver de repente la belleza que ahora mismo se extiende por aquí y por allá, en este tiempo en que los almendros están en flor. Es tan bonito ver los arboles vestidos de flores y colores, que por unos momentos dejo de pensar en cosas tristea, aunque espero y deseo que no caigan en el olvido las demandas y protestas de la gente del campo.