Por Lola Fernández Burgos.
Hay temas de los que es preciso escribir siempre, porque por desgracia poco se avanza en ellos, siendo imprescindibles para hablar de una sociedad desarrollada y respetuosa con quienes la integran, sin hacer distingos de ningún tipo. Respecto a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, la misma Constitución señala como ilegal la desigualdad, pero ello no impide que esta sea manifiesta en muchos modos y formas; escandalosamente visibles en algunos casos, o más escondidos en otros. Y además ocurre que con la irrupción de los postulados ultraderechistas en nuestro día a día, hay quienes pretenden que vayamos para atrás, en vez de avanzar. Vergonzoso y denigrante. La ultraderecha es lo peor, y si a ella se le suman las reticencias sempiternas para lograr que la mitad, o más, de la población tenga los mismos derechos que la otra mitad, pues es para acabar llorando. Pero no, nada de llantos, que eso no conduce a nada. Se trata de luchar, de seguir luchando para que nadie nos robe derechos adquiridos, y para conseguir los que desde siempre se nos niegan. Me da mucha tristeza ver que hay que seguir tratando de conquistar lo que nos corresponde, como si fuera una odisea en la que sólo hay obstáculos e impedimentos de todo tipo. Y es aún más triste observar cómo se busca romper la unidad entre las mujeres para dificultar todavía más lo que ya de por sí es muy difícil. Parece mentira que a estas alturas haya que estar explicando que el feminismo no es lo contrario del machismo, que las mujeres feministas, y los hombres que lo son también, no buscan ni remotamente tener más derechos que nadie. Si se busca acabar con la hegemonía de un género sobre otro, evidentemente es para que haya una igualdad, no para cambiar un género subordinado por otro. Parece absurdo tener que estar con estas aclaraciones, pero por increíble que parezca, aún hay que estar en ello. De pena.
Como es igualmente penoso ver cómo se nos mata a las mujeres a diario, por machismo; porque es el machismo asesino el que acaba con la vida de las mujeres, y aún estemos teniendo que escuchar que los hombres también mueren a manos de las mujeres. Por favor, hay cuestiones en las que no se puede frivolizar ni lo más mínimo, porque la manipulación en ellas es pura complicidad. La violencia contra la mujer mata ayudándose en el abuso del hombre sobre ella, es puro machismo; y es de juzgado de guardia estar hablando de violencia doméstica o demás intentos de desvirtuar la realidad pura y dura, que no es otra sino que los hombres que asesinan a sus parejas, o a sus ex parejas no conciben que las mujeres no son suyas, y tienen el derecho a ser libres y no querer vivir bajo el yugo de su machismo, a la postre asesino. Pero cómo es posible que haya partidos que en lugar de luchar contra esta violencia, vayan contra sus víctimas. No querer guardar silencio por ellas es asqueroso; pero lo es mucho más no reservar en los Presupuestos partidas contra esta violencia; y qué decir ya de la petición de listados con los nombres de las personas que dedican su vida profesional a luchar contra esta lacra… ¿Es que estamos locos o qué? Ya está bien de este sinsentido. No todo vale. Quien se opone a la lucha por erradicar la violencia contra las mujeres, está ejerciendo violencia contra las mujeres, es así de simple. Y de ilegal, amén de indecente. Tengo muy claro que si se aplica la Ley, nuestra sociedad cuenta con mecanismos muy poderosos para acabar con esta ultraderecha que es dañina y nociva se mire como se mire. No me cuenten que la gente la vota, porque a Hitler también lo votó la gente. Esta ultraderecha es absolutamente inconstitucional, ilegítima por ello mismo. Y mientras tiene la poca vergüenza de pedir el desmantelamiento de, por ejemplo, partidos independentistas, habría que estar desmantelando a los grupos que la integran, y castigando a quienes la legitiman con su apoyo. Tampoco es muy difícil de entender, es tan básico que negarlo es lo único incomprensible.