Por Lola Fernández Burgos
Que a los humanos nos pirra discutir y polemizar, está más que claro a estas alturas de la humanidad. Cierto que hay discusiones y debates más interesantes que otros que nacen ya con el aburrimiento anexado, y tedio es lo que me provoca la controversia acerca de si estamos al final de un decenio más que al principio de una década. Que sí, que se puede tener la razón, que estamos cerrando el decenio anterior, pero los 20 empiezan en el 20, y eso es así más allá de las matemáticas. Así que este año, bisiesto además, empezamos una nueva década que en el siglo pasado coincidió con un periodo de entreguerras, y fue una etapa de ruptura y apogeo cultural, conocida como los años locos. Fue una época que brilló en lo social y en lo artístico, con aspectos sobresalientes en la música, en la moda, en las costumbres, y en las diferentes expresiones y movimientos artísticos. De aquellos años nos quedan el influjo del jazz, el tango, el charlestón con mujeres vestidas con faldas cortas, pelo corto y con sus cigarrillos en largas pipas. El denominado Art Déco y aquellos bailes de chicas que expresaban toda la alegría de vivir, se han quedado en nuestras retinas como expresión estética de unos años que, si estaban locos, era locos por vivir la vida a tope, después de haber salido de un triste tiempo de penas, miedo y llanto por tanta muerte como ocasionó la Primera Guerra Mundial. Cierto que después llegó la Crisis del 29, la Gran Depresión, y fue un nefasto broche de un deterioro económico mundial, con terribles efectos en casi todos los países, fueran pobres o ricos. O sea, la alegría dio paso a una depresión difícil de superar.
Resulta que ahora mismo, en este presente nuestro que nos ha tocado vivir, estamos recién salidos, si es eso verdad, de una terrible crisis financiera que ha salpicado y hundido muchas economías nacionales. Hubo que rescatar a los bancos, y se dejó naufragar a muchas personas. Aún hay quien no ha logrado salir a flote, y eso es algo que no se puede dejar en el olvido. El caso es que ojalá que los 20 sean también ahora unos años de recuperación y resurgimiento, de explosión cultural y de riqueza expresiva que nos alegre la vida, que falta nos va haciendo. No creo que llegue otra Guerra Mundial, pero estamos rodeados de guerras, tantas que asusta, pero ahí están cimentando economías de países y grandes empresas sin que se les ponga remedio; porque en este mundo nuestro lo que más interesa es lo material, y la paz es algo espiritual. Sólo espero y deseo que nos queden por delante años de tranquilidad e ilusión, en los que sea posible que vivamos sin la congoja de los problemas políticos influyéndonos. Nuevos días en que la máxima preocupación no sea un bloqueo o un Gobierno, en los que se nos olvide quiénes trabajan en las esferas políticas para procurarnos el bienestar general por el que están ahí, que ya va siendo hora. Quisiera que la ciudadanía nos dejáramos de enfrentamientos y discusiones ideológicas, y pudiéramos convivir cada quién con nuestras ideas libre y pacíficamente; no parece algo tan quimérico, aunque visto lo visto… Así que feliz año nuevo, felices 20, y que la alegría sea la banda sonora de estos años que nos quedan por vivir.