Por Lola Fernández Burgos
Hay cosas de esta mi Baza que me duelen, porque no las comprendo, porque son algo absurdas, y, sobre todo, porque son muy fáciles de solucionar; sin necesidad de que nadie llame la atención sobre ellas, por la sencilla razón de que por sí mismas se hacen notar suficientemente. A ver, si nos acercamos al Parque de la Constitución, hay una parte de él que contiene unos elementos urbanos expresamente colocados allí para dar sombra, y que por desgracia sólo dan el cante. Creo recordar que este lugar fue inaugurado hace más de ocho años ya, con una inversión de cuatro millones de euros, lo cual implicaba una profunda transformación urbana en este lugar de nuestra ciudad. Se quitaron muchos árboles que propiciaban sombra, muy necesaria en los meses de asfixiante calor, y se sustituyeron por otros, que, al eliminar barreras para sus raíces, han crecido deprisa y cumpliendo con creces con su principal misión de proporcionar fresquito contra el insoportable calor. Otra cosa es su ubicación, porque es un poco desolador ver tanto banco para sentarse sin apenas sombra. Pero el lugar al que me refiero no consta de arboleda ninguna, aunque se nos vendió que los parasoles metálicos allí colocados proporcionarían una importante zona umbría, con estupendos bancos para descansar sin miedo a coger una insolación. Ni qué decir que en esos bancos, espaciosos y bonitos, no se sienta nadie cuando suben las temperaturas.
Por supuesto que unas pérgolas tradicionales hubieran sido mucho más económicas que estos elementos metálicos a modo de sombrillas. Sombrillas que llevan aparejadas unas jardineras a sus pies, igualmente caras y más si no sirven para nada. Sé que hay magníficos jardineros para embellecer nuestros parques y plazas, y estoy segura de que no tienen ellos ninguna culpa de que las plantas elegidas se hayan quedado en un aborto de trepar, tapizar y proporcionar la sombra deseada y prometida. Porque no me cabe duda alguna de que deben de conocer muchas trepadoras rápidas y efectivas. Entonces no sé cuál será el problema, para acercarnos ya a la década en este rincón que, si no fuera porque es mejor reír, nos haría llorar. Por la ineptitud de no sé quién, y por la oportunidad perdida, amén del dinero tirado y el desperdicio de una zona bastante grande de dicho parque, el mismo que más de una vez me ha traído a la mente aquella canción que decía hay un parque aquí en mi barrio, que esto no es parque ni es ná… ¿De verdad es imposible arrancar las plantas de esas jardineras, visto lo visto de que no cumplen con su función de dar sombra; cambiar la tierra, por si el problema está en ella; y colocar plantas trepadoras que trepen de verdad? Hay rosales trepadores, jazmines, clematis, pasifloras, madreselvas, buganvillas, glicinias, hiedra, lúpulo, y un larguísimo etcétera que sirven como enredaderas para sombrear. Todo menos la tristeza vegetal que hoy podemos contemplar, que estaría bien en cualquier otra zona, como adorno, pero que, después de tantos años, está muy claro que no tiene la menor intención de subir a los soportes que esperan allí arriba dejando pasar el calor, y sin más sombra que unas líneas en el suelo que no son ni mucho menos lo que se espera de ellos.