Por Lola Fernández Burgos
Que no pasar frío o poder comer sean hoy en día lujos para algunos, me parece absolutamente indignante. Si además resulta que esos algunos son, según la Cruz Roja, un millón de personas, sólo entre los atendidos por dicha ONG, es que ya me quedo sin palabras. Pero en qué tipo de sociedad vivimos, que hay miles y miles de pobres seres humanos viviendo en la calle, y son millones lo que, aunque tengan un techo, malviven. Es que no puedo comprender esto; mi capacidad de razonamiento no me da para alcanzar a entender cómo es posible que haya tantos niños y niñas, pues son quienes lo pasan peor en estas situaciones, que no puedan vivir con las mínimas necesidades básicas resueltas. Pero si hasta las mascotas viven de ensueño, sin tener más problema que con qué juguete divertirse, o cuándo irán hasta los recipientes en los que nunca falta nada para saciar su hambre o su sed. Es verdaderamente vergonzoso que la Iglesia, y me acuerdo de ella porque su razón de ser es estar junto a los pobres y los más necesitados, no dedique a ellos todo su dinero; ese que es nuestro, pues lo reciben de un Estado que se define como laico, pero mantiene innumerables privilegios para con ella. Sí, así es, empezando por destinar de los Presupuestos Generales un buen pellizco para esa Iglesia que, en lugar de enviarlo mayoritariamente para Cáritas, por ejemplo, lo dedica a financiar periodistas radicales, que sólo vocean su falta de valores personales y su desconocimiento de lo que es la dignidad humana. Lo he dicho desde aquí en más de una ocasión: no quiero que el dinero de todos vaya para una Iglesia que no está nunca con quienes le manda estar su doctrina y su credo. Si no son los primeros en dar ejemplo, que no lo son, cómo poder mantener a tanto sacerdote que no cumple con su obligación… Es que no es de recibo, por ser totalmente inaceptable, que la Iglesia salga más en las noticias por repugnantes delitos contra los más pequeños, sin que parezca que haya de pagar por ello como cualquiera que no viva con el amparo de un templo, que por estar allí donde más se la necesita.
Es verdad, aunque sea una triste verdad, pero la Iglesia le paga más a quien sólo siembra odios, lo cual es un pecado, que a quien se deja los días trabajando por los pobres. Ahí están las cifras de lo que dedica a emisoras de radio y cadenas de televisión, frente a lo que le da a una entidad humanitaria perteneciente a la Iglesia católica, como es Cáritas. Podemos decir que esta última sólo recibe limosna, y la verdad es que no hay derecho. Como es tristísimo y verdadero que no dejan de aparecer casos y casos de pederastia por parte de religiosos, que a veces no llevan ni a su expulsión de la Iglesia cristiana más numerosa, la católica. Ahí siguen, muchas veces amparados por la prescripción de sus delitos, y otras veces ni se sabe por qué o quién, pero ahí siguen. Sabiendo que hay sacerdotes decentes y con auténtica vocación, y salvándoles de una generalización que sería injusta, no puedo admitir que, a estas alturas de Historia, hayamos de soportar, y soporten ellos, una situación tan aberrante. Yo desde luego quiero una Iglesia que siga la doctrina de Jesucristo, y se deje de rondar el espacio de los poderosos, para estar con los que viven mal por culpa de ellos. Creo que todos los curas deben de saber muy bien, pues creyentes se les supone, que Jesús estuvo siempre lejos del poder y con los más pobres; que incluso dio la vida por ellos, así que ya deberían seguir el ejemplo de quien tendría que guiar sus conductas. Y si amén significa que así sea, no tengo dudas sobre cómo titular este artículo.