Por Lola Fernández Burgos
Hay veces en que los pronósticos se cumplen, y esta vez fue verdad que esperando nieve, nevó. Es más, mientras escribo este artículo está nevando y el panorama es realmente bello, pues la nieve todo lo embellece con su blanco manto. Pero ay, después se funde y aparece la realidad sin nada que la adorne. Y me ocurre que leyendo o escuchando sobre los proyectos para Baza, me saben a ya leídos y escuchados demasiadas veces sin que después se cumplieran. Así que las explicaciones sobre dichos planes de futuro me suenan a eso, a embellecedores de una realidad que después se queda huérfana de tanta promesa y brilla precisamente por la ausencia de su cumplimiento.
Una ha oído ya tantas veces que volverá a pasar el tren, que san Jerónimo será un espacio para la cultura, que el Dengra será de nuevo una realidad como la recordamos ya allí en lo remoto, que el Palacio de los Enríquez dejará de desmoronarse ante nuestros impotentes ojos, que la Plaza de Abastos no será un fantasma más en el descuidado urbanismo de la ciudad, que se dotará a esta de la infraestructura necesaria para el progreso, etcétera, que más parece una bella capa de nieve que en cuanto pase el momento de hacer la foto y el texto que la acompañe, quedará en el olvido… hasta la próxima vez, que desde luego quienes prometen no se cansan, ni se les cae la cara de vergüenza, de volver una y otra vez a las misma promesas, incumplidas siempre, para no variar.
Nieve, preciosa; pero debajo nada es como parece. Ni el tren volverá, al menos para que yo lo vea, y no entiendo cómo siguen jugando con eso. Ni he visto una plaza en donde estaba la antigua biblioteca municipal, cuando se habló hasta la saciedad sobre su recuperación. Ni he vuelto a ver un kiosco en la Plaza Mayor, cuando es un referente en nuestros recuerdos. Ni se sabe nada de un bar en la Alameda, o en el Parque de la Constitución, cuando al quitar los que existían se prometió que serían reemplazados por otros nuevos. Nada que no me parezca un montón de mentiras. En el Dengra he visto invertir mucho dinero para que volviera a ser uno de los mejores teatros de la provincia, pero las reformas que no se acaban son sólo dinero perdido. Cuándo iban a quitar la estación de autobuses de un lugar en el que ya es peligrosa su ubicación, porque es que hasta se me ha olvidado… Como no veo que el acceso a la carretera de Benamaurel sea un paseo que erradique el peligro que surge cada verano en cuanto se abre por allí una zona de ocio a la que es difícil llegar, y más salir, con el añadido del alcohol. Ni tampoco ese gran espacio de ocio y comercio que iba a estar en la finiquitada estación del tren, en donde sigue ubicada una feria en la que ya no se está ni a gusto, pues es como meterse en una lata de sardinas. Y para qué hablar ya de esas grandes empresas que se iban a instalar en nuestra ciudad, creando un buen montón de puestos de trabajo; cuando sólo veo un centro casi moribundo, con locales cerrados, con viviendas cerradas, sucio y bastante abandonado. Es triste y me duele, pero Baza tenía antes mucha más vida, y el futuro no parecía algo que se fuera a esfumar antes de siquiera existir. Y no es pintar en negro, porque más que quiero yo a Baza, pocos la querrán, si acaso igual; pero es que el blanco es como nieve que todo embellece: promesas, promesas y más promesas, que de tanto escucharlas ya me saben a mentiras. Una pena.