Autor: José Terrón Tentor, catedrático de Biología y Geología y miembro de Ecologistas en Acción y SEO.
Imagínense que el cirujano cardíaco que les vaya a operar no sea cirujano, ni sea médico, ni tenga conocimiento alguno de medicina.
Pues igual está ocurriendo con el medio ambiente y la biodiversidad en este país. Desde los sectores ecologistas siempre nos hemos quejado de que los dos partidos que se han alternado en el gobierno no hayan desarrollado los postulados científicos necesarios para evitar la destrucción del medio, la pérdida de la biodiversidad y eliminar la emisión de gases de efectos invernadero que generan el cambio climático y sus efectos perniciosos, entre otras lindezas más.
El Partido Popular, desde las últimas elecciones municipales y autonómicas, está llegando a una serie de acuerdos con VOX, partido que les está facultando la gobernabilidad en diferentes regiones y localidades. En un sistema político como el nuestro, parlamentario, es absolutamente legal aunque parte del problema resida en a quien se nombra. Pero esto tampoco es casualidad, siguen una hoja de ruta. La de la extrema derecha y la derecha extrema.
Son los negacionistas de siempre, actualmente más fortalecidos en su argumentario absolutamente acientífico, basado en dogmas de fe y en lo que es más grave, el intento de destruir la vertebración europea vigente. Los partidos totalitarios necesitan estar solos, eliminar los mecanismos que puedan cuestionar su irracionalidad en el ejercicio de sus políticas. Y el PP los acompaña y los facilita.
El futuro de nuestro país, si no cambiamos la dinámica electoral actual, puede estar en manos de inconsistentes negacionistas que recurren al empleo de la fuerza ante la más mínima amenaza a unas prebendas, las suyas, que gracias a su ideología asumen como dogma de fe, por tanto fuera de toda racionalidad y supervisión científica.
Un reciente ejemplo de ello lo tenemos en el ataque a la sede de Sanidad Animal de Castilla y León en Salamanca por denunciar la existencia de tuberculosis en ejemplares bovinos de esa provincia, donde al margen de los daños materiales generados, se procedió a vejar y agredir a personas, solo porque defendían actuaciones regladas y amparadas en la legislación vigente y en los procedimientos científicos. Agreden porque sí, va en su ADN, y porque se sienten inmunes e impunes ante la inhibición de unas autoridades conservadoras. Es una relación mutua, casi simbiótica entre la denominada “alianza rural” y los gobiernos conservadores, fundamentalmente VOX, que recurren a la mentira y la coacción como activismo político.
Y esa manifiesta irracionalidad comenzó a extenderse, tras las pasadas elecciones regionales y locales, por numerosas localidades y amplios territorios. El PP está cediendo a las presiones y pretensiones de sus “socios preferentes” de VOX, esos que entre otras lindezas defienden el uso de armas de fuego para defensa propia.
Aparece en prensa que VOX ensayará en Extremadura, con el sometimiento del PP, su cruzada contra lo que ellos denominan el “fanatismo climático” y las “leyes verdes”. Y lo exponen desde la perspectiva de quienes no creen en la ciencia. Y para ello, reducirán la protección ambiental, impulsarán los regadíos a pesar del cambio climático y la falta de agua y se olvidarán de las energías renovables, que por ejemplo no incluyen en el pacto de medidas del nuevo gobierno de Extremadura, apostando por prolongar la vida de las centrales nucleares como la de Almaraz.
Es curiosa la obsesión de la extrema derecha en sus ataques a la Red Natura 2000 (RN2000) que se manifiesta en el acuerdo de gobierno extremeño recién rubricado que da la responsabilidad del patrimonio natural a VOX, lo que se traduce en una revisión a la baja de la protección medioambiental de las zonas de especial protección de aves (ZEPAs) y lugares de interés comunitario (LIC) pertenecientes a la citada Red.
Esta obsesión antiproteccionista no es exclusiva de los gobiernos coaligados de Extremadura, Valencia o Baleares puesto que también se produce en Andalucía a pesar de gobernar el PP con mayoría absoluta. Ignoran que cualquier modificación de la RN2000 debe ser aprobada por la Comisión Europea y siempre que esté perfectamente justificada en base a criterios técnicos. Practican una especie de brindis al sol como la ampliación de regadíos de Doñana que el PP, apoyado por VOX, propone en Andalucía solo para ganar votos a costa de los agricultores, proyectos que no se van a ejecutar por la negativa europea en tal sentido, y que mientras se resuelve o no, el ecosistema único de Doñana se destruye irreversiblemente.
Entre las medidas de acuerdos entre PP y VOX que ya conocemos de CyL, Extremadura, Valencia, etc., las energías renovables desaparecen del mapa pues apuestan por la energía nuclear. Núñez Feijóo ya ha advertido que si gana las elecciones, prolongará la vida de las nucleares. No van a ser gobiernos dirigidos por PP y VOX, negacionistas del cambio climático, los que desarrollen los requisitos mínimos imprescindibles para abordar el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) entre cuyos objetivos se destaca la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55% para 2030 respecto a 1990, y la descarbonización total en 2040 con el fin de no superar el límite de calentamiento de 1,5 ºC a final de siglo.
A pesar de este escenario, aparecen nuevos proyectos de regadíos por doquier, con los problemas de abastecimiento de aguas para la población que ello ocasionará. El ejemplo de Andalucía es patético en lo que respecta a Doñana y se agrava con los numerosos anuncios en BOJA para autorización de nuevos regadíos. Por supuesto no van a establecer moratoria alguna a nuevos regadíos ni la revisión a la baja de las concesiones de agua de los regadíos modernizados.
María Guardiola, presidenta de Extremadura, dejará en manos de VOX la gestión de los incendios forestales, el agua, el mundo rural y el patrimonio natural, a pesar de su manifiesto negacionismo del cambio climático. En Valencia, cultura y agricultura están en manos de un torero negacionista, y en Baleares el vicepresidente del Consell y a la vez responsable de medio ambiente y mundo rural fue el presidente de federación balear de caza. La “creme” de la “creme”.
Las personas que amamos la naturaleza y la biodiversidad nos veremos plegados a las reivindicaciones ancestrales de PP y VOX: fomentar la caza llevándola incluso a las escuelas, hacer controles de “depredadores” (adiós al lobo), recuperar el silvestrismo. Terminarán expulsando, de lo poco que dejen de naturaleza con algo de biodiversidad, al resto de la población no cazadora (las licencias de caza en este país no llegan a 700.000) frente a 46 millones de habitantes. El 85% del territorio español son cotos de caza. Y lo más irritante de todo, PP y VOX acaban de firmar su adhesión a un decálogo propuesto por los cazadores en el que entre otras cuestiones van a crear un “Observatorio de la Violencia Animalista contra los cazadores”. El mundo al revés. Los que matan por deporte piden amparo, no sabemos de que tipo, contra los que defendemos un mundo pacífico y biodiverso, con la palabra y la razón científica.
Este sórdido mundo no se anda por las ramas y expresa que “la caza ha llegado a la política y no habrá un solo voto para los partidos que no defiendan la caza”, según el presidente de la Real Federación Española de Caza. Y esos partidos a los que se refiere y con los que firman los acuerdos son PP y VOX. Que cada uno saque sus conclusiones.